
Asambleas ciudadanas y decrecer: ideas para ‘salvar’ Canarias del turismo masivo recogidas en una revista científica estatal
La publicación ‘Estudios turísticos’, editada por el Instituto de Turismo de España, ha difundido las conclusiones de unas jornadas universitarias celebradas en La Laguna que abordaron los impactos de la turistificación, el decrecimiento y la democracia participativa en plena crisis climática
Canarias se olvida de su “tope turístico” de 2024: de nuevo habrá más visitantes extranjeros
Campos de golf que consumen más de dos millones de litros diarios de agua; emisarios submarinos no autorizados que vierten incontables cantidades de residuos al mar; vuelos comerciales que emiten tanto dióxido de carbono (CO2) como la mitad de la economía canaria; hogares para los residentes que se convierten en viviendas vacacionales…
Las externalidades negativas del turismo comienzan a ser incontables. Por eso Canarias y otras comunidades han protagonizado manifestaciones masivas contra el sector en los últimos años, alertando de que el Archipiélago solo tiene un límite y de que el tiempo para actuar se acaba por el inexorable avance de la crisis climática.
Las protestas han derivado en la creación de organizaciones sociales, como Canarias Palante y Canarias se Agota, pensadas en aglutinar las demandas de la ciudadanía. También se han celebrado jornadas universitarias abordando la turistificación, el decrecimiento y la democracia participativa. Y precisamente las conclusiones de una de estas sesiones, celebradas en la Universidad de La Laguna (ULL), han sido recogidas en un artículo publicado en la revista científica Estudios Turísticos, editada por el Instituto de Turismo de España, un organismo público adscrito al Ministerio de Industria y Turismo.
El trabajo académico fue elaborado por la doctora en Turismo Neus Crous Costa, los biólogos José Real y Samuel Rodríguez, ambos del equipo de Rebelión Científica, y el geógrafo Víctor Martín. Todos ellos formaron parte del comité organizador de las jornadas mencionadas y también participan en movimientos sociales.
La publicación cuenta con dos partes diferenciadas. En la primera, los autores describen el modelo turístico canario, hablan de su crecimiento sostenido en los últimos años tras la pandemia del coronavirus, su “presión intensa sobre el medio ambiente y la población residente” y cómo pone en riesgo el “carácter propio” de los lugares.
En la segunda, el estudio discute cómo transitar hacia un modelo de decrecimiento socialmente justo fortaleciendo el tejido social, creando asambleas ciudadanas vinculantes y regulando el alquiler vacacional o la tasa turística, entre otras cosas.
“Hemos conseguido aunar distintas disciplinas [biología, turismo, geografía] para trasladar la realidad de Canarias desde un punto de vista holístico. Gracias a esa visión, y a que los cuatro autores formamos parte del activismo ecosocial, no solo tenemos la visión académica, sino también la in situ de lo que ocurre día a día”, explica Rodríguez.
Sobre por qué el Instituto de Turismo de España se ha interesado por difundir una investigación de estas características en una revista científica estatal, Martín tiene su propia teoría: “El Estado está asustado porque hay muchas movilizaciones en Canarias, Baleares o Andalucía sobre este tema. Estudios turísticos generalmente es una revista donde se pone el turismo como un baluarte del desarrollo económico español. Pero ellos han visto que eso que se decía antes, ahora ya no está tan claro”, resume.
Los firmantes del trabajo emplearon lo que se denomina una perspectiva hermenéutica (dar sentido más allá de lo evidente) y fenomenológica (exploración de las experiencias vividas) para comprender cómo los movimientos ecosociales perciben los retos del turismo de masas en las Islas. Es un enfoque poco centrado en números y datos, y más en percepciones, sentimientos y significados.
Hicieron una interpretación, en plata, de lo que se discutió en las jornadas Turistificación, Decrecimiento y Democracia Participativa, organizadas por Rebelión Científica y el Grupo de Investigación sobre el Subdesarrollo y el Atraso Social (GISAS) de la ULL, celebradas en Tenerife entre el 11 de octubre y el 9 de noviembre de 2024. La información provino de las filmaciones de esas jornadas, los comentarios y aportaciones del público y los folletos elaborados por los estudiantes en un ejercicio práctico.
En ella participaron científicos como Fernando Valladares, investigador del CSIC, que explicó cómo “estamos robando los recursos a nuestros hijos, su tiempo”; Fernando Prieto, doctor en Ecología por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), quien dijo que “no podemos depender al 100% de un modelo [el turístico] que tenga que venir con combustibles fósiles, que de alguna manera está aumentando la contaminación”.
Irma Ferrer, abogada de Transparencia Urbanística, también participó, alentando la participación ciudadana: “En Canarias, el interés económico es el interés de la construcción y del turismo. Y los partidos dependen de la financiación de la construcción y del turismo para mantener a todo un aparato partidista”, señaló; Vicente Melián, quien participó recientemente en una Asamblea Ciudadana por el Clima y detalló cómo funcionan. “Es un claro ejercicio de democracia participativa”, aseveró; y, por último, Nicolás Fernández, coordinador del grupo Marea Deliberativa.
Ese fue el primer bloque, las charlas de los ponentes. El segundo invitó al estudiantado que acudió a las jornadas a buscar información en repositorios académicos sobre los impactos del turismo masivo para crear un folleto que se repartió luego en la playa de Las Vistas, en Los Cristianos (Arona). De acuerdo con el estudio, los participantes escogieron como temas de interés el consumo de agua, el incumplimiento de las leyes de ordenación, la gentrificación o la aplicación de la ley de costas, entre otros.
Los folletos creados tenían en su cara principal lemas como “Turismo InSostenible”, “Las Islas Canarias, ¿todavía son un paraíso?” y “¿Las Canarias se están enriqueciendo gracias al turismo?”. La cara posterior incluyó breves textos con datos relativos a la pérdida de biodiversidad, el consumo de agua y la pobreza asociada al sector. El cartel termina con la siguiente frase: “Toda acción tiene una consecuencia. Sé responsable”.
La tercera sesión fue un foro de encuentro entre diversos movimientos de España y otros territorios, tanto de Europa como de América, como Canarias se Agota, Menys Turisme, més vida, Cádiz Resiste, el Sindicato de Inquilinas de Málaga o Stay Grounded, que compartieron inquietudes y principales líneas de acción. Discutieron sobre “la necesidad de llevar a cabo acciones que demuestren el malestar social”, cómo la turistificación “está estrechamente vinculada con la crisis habitacional” y vías para “repensar el modelo actual”.
Con todo ello (ponencias, folletos y foro), más las aportaciones del público (más de cien personas acudieron físicamente a las jornadas, aparte de quienes las vieron de manera telemática), los investigadores plantearon ideas para ‘salvar’ Canarias del turismo de masas. Reconocen que son un tanto genéricas y que hablar de medidas concretas “es muy difícil”. Pero que “lo que se tiene que hacer, sobre todo, es frenar en determinados aspectos y empezar un diálogo social”, dice José Real, de Rebelión Científica.
Una de las principales propuestas es transitar hacia un sistema de decrecimiento justo. Los autores explican que eso requiere una reducción de manera deliberada y planificada de lo que ellos llaman “metabolismo económico y social”, es decir, que el bienestar no esté asociado al consumo. “Decrecer no significa volver al pasado, sino hacer un uso racional de los recursos y disminuir la cantidad de turistas”, agrega Real.
El biólogo pone un ejemplo: “Disminución de la jornada laboral significa decrecer. Seremos menos contaminantes, tendremos más tiempo libre para dedicarnos a los cuidados o al desarrollo personal… Y ya hemos visto que es económicamente viable, que hay ejemplos. Es intentar que las generaciones venideras se puedan mantener en este planeta con unas condiciones mínimas de calidad”, continúa.
Otra medida: la creación de asambleas ciudadanas vinculantes, con participantes escogidos al azar para garantizar la representación del pueblo. Estos recibirían formación constante por parte de especialistas y científicos, habría un proceso de deliberación “profundo y guiado por expertos” y se votarían todas las decisiones importantes.
España desplegó estas asambleas para la elaboración de la ley nacional de cambio climático. En total, se plantearon 172 recomendaciones sobre transporte, energía y alimentación, aunque no todas fueron tomadas en cuenta por el Ejecutivo. Los firmantes del estudio creen que por eso sería imprescindible contar con algún tipo de compromiso político para implementarlas. “Es un inicio, un camino. El mundo está uniendo todas las luchas para buscar fórmulas de presión y entre todas decidir cómo queremos organizarnos”, añade Real.
Más propuestas incluyen la regulación de la vivienda vacacional (cuyo proyecto de ley en Canarias está ahora mismo en trámite parlamentario, aunque gusta a pocos), fomentar la agricultura de proximidad, la producción agroecológica y el autoabastecimiento para minimizar las importaciones y la huella ambiental. “¿Cómo es posible que venga aquí un kiwi de Nueva Zelanda? ¿Cómo va a ser sostenible eso, cuando aquí se pueden cultivar?”, se pregunta el geógrafo Víctor Martín.
Los autores también apuestan por una tasa turística, la reducción de la jornada laboral, una gestión más eficiente del agua, con sistemas naturales de captación y depuración, o la consideración de los “límites planetarios” en la elaboración de políticas públicas y presupuestos. Creen que todo eso tendría que expresarse desde un gran tejido social (academia, movimientos sociales, sindicatos, colectivos) capaz de presionar a través de movilizaciones conjuntas y huelgas laborales.
“El último informe del IPCC dice que, en clave climática, los territorios insulares, las islas pequeñas, van a ser las más damnificadas. Cuando leí eso, a mí no me vinieron islas pequeñas, me vino Canarias. Estamos hablando de un nivel extremo en muchos aspectos: climático, ambiental, social, geopolítico. Y hay que tomar medidas eficaces, urgentes y claras ya. Porque es inmediato”, concluye Samuel Rodríguez, de Rebelión Científica.