Claro que es momento de pedir responsabilidades

Claro que es momento de pedir responsabilidades

La equidistancia diluye responsabilidades y es necesario exigirlas ahora porque cuando la ceniza deje de caer del cielo, los focos se irán a otra parte. Pedir más medios mientras privatizas y recortas los propios, ese juego de espejos de delegar culpas que practica el PP, no puede servir para esconder sus propias incompetencias

En las aldeas que el fuego calcinó en Ourense: “Se sabía que iba a pasar, pero no vino nadie”

Alice Waker escribió una vez que “La forma más común en que la gente renuncia a su poder es pensando que no tiene ninguno”. Y ese grado de impotencia, impericia y desafección se apodera de nosotros cada vez que ocurre una tragedia o una crisis incontrolable como la de los incendios que están asolando Galicia, Castilla y León y Extremadura.

En esos momentos entra en juego siempre la equidistancia política, un arma de peligrosa combustión. Porque no, no es lo mismo un tuit fuera de lugar que el recorte sistemático en presupuesto público en la prevención de incendios o la privatización y temporalidad en la contratación de los profesionales dedicados a la extinción. No, no es lo mismo un tuit fuera de lugar que decir desde una consejería de Medio Ambiente, como ocurrió en Castilla y León, que es “absurdo” y “un despilfarro” mantener todo el año el operativo contra incendios. No, no es lo mismo un tuit fuera de lugar que no cubrir las bajas por vacaciones de los brigadistas y reducir las brigadas a solo dos o tres integrantes. No, no es lo mismo un tuit desafortunado que alimentar el monstruo del negacionismo climático, diciendo eso de que los veranos siempre han sido calurosos, que incendios ha habido toda la vida. No, no es lo mismo un tuit desafortunado que desaparecer en combate, paradero desconocido, mientras la comunidad autónoma que presides se quema.

La equidistancia, esos “me da igual quien tenga en la culpa, que se pongan de acuerdo y solucionen los problemas”, esos “todos los políticos son iguales”, diluyen responsabilidades y es necesario exigirlas ahora porque cuando la ceniza deje de caer del cielo y el naranja fangoso dé paso a las lluvias, los focos se irán a otra parte. El oportunismo político queda invalidado cuando la gestión forestal y la prevención detienen los incendios. Pedir más medios mientras privatizas y recortas los propios, usar como único chivo expiatorio el “terrorismo incendiario”, ese eficaz juego de espejos de delegar culpas que practica el PP en sus autonomías y desde su dirección con Feijóo, no puede esconder sus propias incompetencias, que son muchas y constatables.

Hay que exigir responsabilidades ahora porque pasará la ola de incendios y apenas se hablará de reconstrucción, quedará sepultada bajo polémicas estériles desde Madrid, porque la España rural y despoblada no interesa mediáticamente. Hablamos de comarcas enteras en las que la naturaleza es la única forma de vida posible, hablamos del pasado y futuro no solo de esas generaciones familiares, sino del futuro de todos, de lo que comemos, de lo que bebemos, de lo que respiramos, de lo que somos. Hablamos de desplazamientos forzados, de aldeas abandonadas e incluso para quienes técnicamente no se han visto afectados estos días, hablamos del miedo de poder vivir en primera persona el mismo infierno que están viviendo hoy sus vecinos.

Ojalá algunos de los jóvenes que llevan días partiéndose el lomo para contener las llamas que amenazan sus hogares con cubos, palas, segurejas y ramas se organicen también políticamente en las próximas elecciones. Porque sí, por supuesto, los incendios incontrolables se paran con política y se extienden al calor de su ausencia.