Así me robaron la exclusiva de la primera entrevista con Santiago Carrillo tras su regreso a España

Así me robaron la exclusiva de la primera entrevista con Santiago Carrillo tras su regreso a España

De aquel encuentro han pasado la friolera de 45 años, pero nunca olvidaré cómo me ningunearon, me ignoraron y me tomaron el pelo por ser muy joven y mujer

Mi pareja y yo fuimos a cubrir una guerra pero solo yo recibí reproches por no estar con mi hija, por Anna Surinyach

La historia que voy a contar ocurrió hace mucho, mucho tiempo. La tenía olvidada, pero buscando un documento que necesitaba para unos trámites burocráticos, rescaté de un armario una caja con copias de algunos de mis primeros artículos, escritos y publicados a finales de los años setenta, justo cuando estaba a punto de terminar la carrera de periodismo.

Entre esas reliquias apareció una vieja revista en la que se anunciaba en portada, en EXCLUSIVA, una entrevista con Santiago Carrillo recién llegado a España del exilio. Corría el año 1977, el Partido Comunista de España (PCE) acababa de ser legalizado y, a pesar de que ya había un fuerte movimiento de aperturismo, los estertores del franquismo seguían resonando por todas partes.

Por casualidades de la vida, gracias a la mediación de un amigo, conseguí hacerle esa entrevista a Carrillo. No me lo acababa de creer. Me pareció un privilegio y una gran oportunidad conocer a una figura que ya se adivinaba crucial en la historia de España, y que después jugaría un importante –y controvertido– papel durante la llamada Transición.

Mi empeño era conocer al otro Carrillo, su faceta más personal y sus opiniones sobre temas que ya empezaban a estar en el debate público: desde la homosexualidad y la unión entre parejas del mismo sexo, las drogas, la prostitución y un largo etcétera

Quedamos una mañana en la calle Peligros, antigua sede del PCE, en pleno centro de Madrid. Yo no trabajaba en ningún medio pero tenía algunos contactos, entre ellos en alguna de las muchas agencias que proliferaban por aquel entonces. Carillo me recibió en una habitación llena de pupitres como los de las escuelas de pueblo. Apareció con su sempiterno cigarrillo y una amplia sonrisa. A la cita acudió también un fotógrafo al que yo no conocía y del que creo recordar que se apellidaba Ros.

Grabé a Carillo en la grabadora Sanyo que me ha acompañado durante décadas a lo largo de mi larga profesión. Incluso cuando aparecieron los móviles, yo seguía haciendo las entrevistas a los políticos con mi viejo aparato, lo que les hacía muchísima gracia.

Tampoco sé adónde fueron a parar aquellas cintas con tantos y tantos testimonios de diputados, senadores, concejales y diversos ministros/as de turno, dado que mi trayectoria profesional siempre ha estado ligada a la política y a la vida parlamentaria. Supongo que en aquellos momentos yo no era consciente de la importancia que podrían tener en el futuro algunas de aquellas opiniones y declaraciones, así que muchas de esas cintas se quedaron por ahí, en el limbo, en alguno de los traslados de casas que he sufrido. Por desgracia, entre ellas la de Carrillo, aunque no pierdo la esperanza de que aparezca algún día (¡como la revista!), en algún recóndito rincón de un garaje en donde almacenamos miles de cosas de nuestra primera casa.

Llegué con lógico nerviosismo a la cita. Me había preparado un largo cuestionario para tocar todos los temas habidos y por haber, no solo de política, con los que Carrillo se explayó. Mi empeño era conocer al otro Carrillo, su faceta más personal y sus opiniones sobre temas que ya empezaban a estar en el debate público: desde la homosexualidad y la unión entre parejas del mismo sexo, las drogas, la prostitución y un largo etcétera. Y por supuesto quería que me hablara de su famosa peluca. Carrillo accedió a contestar a todas y cada una de ellas. Ahora releyendo la entrevista me hacen gracia algunas, más que nada por estar formuladas de una manera muy primitiva y a veces bastante ingenua.

El intermediario

Tardé muchas horas en transcribir la cinta. Entonces no había ordenadores y mi máquina de escribir, una Lettera Olivetti –que todavía conservo– hizo el lento trabajo de pasar el texto a folios, con alguna errata que otra corregida con típex.

Cuando terminé el trabajo, llamé a mi amigo y él se encargó de ponerme en contacto con una persona que trabajaba para una agencia de noticias que, aunque sorprenda, tampoco recuerdo cómo se llamaba porque por entonces andaba yo por la vida demasiado despreocupada. Me fie del tipo que iba a hacer de intermediario y le entregué el texto. Del fotógrafo no supe nada más.

Para mi sorpresa la habían publicado en una revista llamada Clímax en cuya portada aparecía una exuberante mujer de grandes pechos

Pasó el tiempo y mi contacto me daba largas cuando lograba localizarle, que no era fácil. Yo casi perdí la esperanza de ver la entrevista publicada. Pero hete aquí que una buena mañana, al bajar a la calle y llegar al quiosco a comprar el periódico, ¡voilâ!. Allí estaba bien visible. ENTREVISTA EXCLUSIVA CON SANTIAGO CARRILLO. Para mi sorpresa la habían publicado en una revista llamada Climax en cuya portada aparecía una exuberante mujer de grandes pechos. Era la época del llamado ‘destape’ y muchas publicaciones utilizaban este tipo de fotos sumamente sexistas como gancho y reclamo para vender el producto. En ellas te podías encontrar artículos de conocidos políticos y de intelectuales “de reconocido prestigio” junto con un desplegable en páginas centrales de chicas en posturas sexys e insinuantes. Machismo en estado puro, vamos.

Mi corazón se aceleró. Estaba muy enfadada por el hecho de que nadie me hubiera avisado y también porque apareciera en una publicación de ese tipo. Pero la verdadera sorpresa llegó después, tras comprar y abrir la entrevista y comprobar que NO ESTABA FIRMADA. Me la habían robado. Subieron el texto con una breve entradilla, jactándose de que era la primera entrevista lograda “en exclusiva” con el líder del PCE tras regresar a España y legalizarse el PCE. Me entró ira e indignación. Llamé a mi amigo y dijo desconocer qué había pasado.

Era una época en que la profesión estaba muy masculinizada y quiero pensar que no les gustó nada que la primera entrevista con el líder del PCE, recién llegado a España, la fuera a firmar una mujer muy joven, sin apenas experiencia

Jamás logré por parte de la dirección de la revista una explicación ni conseguí que me reconocieran mis derechos. Tampoco las pocas fotos que metieron junto al texto iban firmadas. Habían tirado de hemeroteca para ilustrarla, con Carrillo rodeado de sus viejos camaradas del PCE, entre ellos Ramón Tamames, al que muchos años después también he entrevistado tras publicar en elDiario.es el contenido de su discurso de la moción de censura contra Pedro Sánchez que se prestó a protagonizar para Vox. Fue toda una exclusiva, como colofón a mi carrera, de la que me siento muy orgullosa.

De todo lo que ahora cuento de mi encuentro con Carrillo han pasado la friolera de 45 años. Dicen que el tiempo todo lo borra, sin embargo nunca olvidaré cómo me ningunearon, me ignoraron y me tomaron el pelo. No tengo ninguna duda de que fue por ser muy joven y mujer. Era una época en que la profesión estaba muy masculinizada y quiero pensar que no les gustó nada que la primera entrevista con el líder del PCE, recién llegado a España, la fuera a firmar una mujer muy joven, sin apenas experiencia y a la que nadie conocía. En fin… Atrás queda esta historia, pero la realidad es que esa “exclusiva” me la piratearon de la manera más infame y rastrera.