
La verdad que no quieren que veas
Igualdad Animal recopila y publica sus 180 investigaciones en granjas y mataderos, dos décadas de trabajo en defensa de los animales explotados por la industria ganadera reunidos en una web
La primera vez que miré a los ojos de una cerda enjaulada
Recuerdo la primera vez que entré en una granja de cerdos en España con mi cámara para documentar la situación en la que se encuentran estos animales. Ya había visto muchos vídeos de granjas y mataderos, pero nada te prepara para ese momento: ante mí, una hilera interminable de jaulas en las que malvivían miles de cerdas, entre excrementos y orines. Jaulas tan estrechas que ni siquiera podían darse la vuelta.
Recuerdo quedarme mirando a los ojos de una cerda exhausta, que me devolvía la mirada como si preguntara: ¿por qué? Eso me repetía mientras avanzaba por los pasillos de aquella nave mugrienta: ¿por qué hacemos esto a los animales? ¿Cómo hemos podido convertir a seres con plena capacidad de sentir, sufrir y disfrutar en simples máquinas de producción? Su vida es sufrimiento extremo, desde el primer segundo de existencia hasta el último.
Lo que documentamos en esa granja no era un caso aislado de maltrato animal. Mantener a las cerdas hacinadas en jaulas, sin poder realizar ningún comportamiento natural y sin espacio para moverse, es una práctica estándar y legal en la industria porcina. Esta investigación formaba parte de la mayor realizada en el sector porcino en Europa en aquel momento.
Dos años recorriendo granjas en España
Durante dos años —entre agosto de 2007 y mayo de 2010— investigamos 172 granjas de cerdos en diez comunidades autónomas de España.
El 97,1% de las granjas visitadas (167 de 172) fueron elegidas al azar, lo que convirtió a la muestra documental en representativa del sector y no sesgada. Las cinco restantes fueron seleccionadas expresamente porque habían recibido uno o varios premios Porc d’Or, concedidos por el Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA) con el apoyo del entonces Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino.
¿Cómo sería la situación de los animales explotados si fue en estas granjas premiadas donde presenciamos algunas de las escenas más terribles? Hicimos este reportaje porque queríamos rebatir la respuesta sistemática de la industria ganadera ante nuestras investigaciones: «Son casos aislados. Nosotros cumplimos la legalidad vigente»
Fue un trabajo muy duro. Para quienes defendemos a los animales, realizar este tipo de investigaciones te deja tocado. Cuando sales de esos lugares siempre te quedas roto: no puedes liberarlos de ese sufrimiento. Solo queda el consuelo de que esas imágenes llegarán a muchas personas y que, poco a poco, avanzaremos como sociedad para que toda esa violencia y esos abusos desaparezcan. Durante los dos años que duró esta investigación no podía quitarme de la cabeza las imágenes que documentamos en cada granja. El consuelo llegó cuando los principales medios de comunicación se hicieron eco y millones de personas pudieron ver lo que ocurría tras las paredes de esas naves industriales.
Era la primera vez que conseguíamos abrir una grieta en los altos muros que ha levantado una de las industrias más herméticas del mundo.
Un archivo contra el silencio de la industria
Durante casi dos décadas hemos repetido ese trabajo una y otra vez. Y, por primera vez, todo ese material —180 investigaciones realizadas en 1.200 granjas y mataderos de todo el mundo— está disponible en un solo lugar. Es un archivo de la verdad. De esa verdad que la publicidad de la industria intenta tapar con imágenes de animales felices en verdes prados.
No es fácil mirar. Las imágenes muestran lo que no cabe en los anuncios: cerdos enfermos en granjas premiadas por la propia industria, vacas separadas de sus crías, aves hacinadas en jaulas minúsculas, peces agonizando fuera del agua… Escenas captadas con cámaras ocultas, drones, lentes subacuáticas o tecnología de 360 grados que nos permite entrar, aunque solo sea unos minutos, en lugares de los que los animales no salen con vida.
Algunas investigaciones marcaron un antes y un después: el reportaje junto a Jordi Évole y su equipo de Salvados, que destapó el mayor escándalo de maltrato animal en España; la investigación de la que hablaba al comienzo del artículo que documentó 172 granjas porcinas en diez comunidades autónomas; las imágenes inéditas de mercados húmedos en Wuhan, Vietnam o India; la infiltración en mafias de tráfico de perros en China; o la documentación de la mayor matanza ritual de animales en el mundo, en Nepal.
Matadero de perros en China
Matanza ritual en el Festival Gadhimai, Nepal
El archivo ya está abierto. Está ahí para periodistas, legisladores, investigadores y para cualquiera que se pregunte qué les estamos haciendo a los animales y cuál es nuestra responsabilidad, tanto individual como colectiva, ante toda esta violencia.
Es alentador ver avances, y comprobar que cada día más personas están solidarizándose con los animales dejando de apoyar a estas industrias y eligiendo opciones sin crueldad animal en su alimentación.
Detrás de cada una de esas historias hay algo más que datos y pruebas: hay una invitación a mirar. Porque mirar es un acto político. En una sociedad que fomenta el individualismo más extremo, es más necesario que nunca, no mirar hacia otro lado. Ponerse en el lugar del otro.
Ese “otro” ha ido mutando y ampliándose a lo largo de la historia. Y quizá esa visión de los seres humanos como superiores, con derecho a explotar y esclavizar al resto de animales con los que comparten el planeta, empiece a derrumbarse cuando nos atrevamos a mirar. A mirar a esa cerda enjaulada que nos devuelve la mirada y parece preguntarnos: «¿por qué?».