
El futuro Plan de Recuperación del Oso Pardo podría cerrar al turismo algunos espacios naturales de Cantabria
El Gobierno autonómico somete a información pública el documento mientras que desde la Fundación Oso Pardo advierten de que «es preciso regular el uso turístico en zonas oseras»
Antecedentes – Cantabria prevé aprobar el Plan de Recuperación del Oso antes de que acabe la legislatura
El futuro Plan de Recuperación del Oso Pardo que impulsa el Gobierno de Cantabria abre la posibilidad de cerrar espacios naturales al turismo para proteger el hábitat de los animales. El texto alude, en concreto, a tomar medidas de conservación en áreas críticas. “Es preciso revisar y regular el uso turístico en zonas oseras”, advierte Guillermo Palomero, responsable de la Fundación Oso Pardo. Una iniciativa -competencia de las comunidades autónomas- que se aplicaría a la zona de Liébana y que mantendría la actividad ganadera, apícola o incluso cinegética propia del entorno con un modelo similar al parque de Somiedo en Asturias que desde la organización conservacionista se pone como ejemplo.
“No tiene que dar miedo porque las zonas protegidas no son una medida contraria al turismo”, precisan. La situación actual supone nuevos retos. Palomero insiste en que los usos humanos -el senderismo se ha incrementado mucho- la caza y la ganadería tienen que ser compatibles con los osos “porque son su espacio de actividad”. Ahora no se sienten perseguidos, están más tranquilos, y algunos ejemplares jóvenes exploran otras zonas. Uno de ellos ha llegado hasta el norte de Portugal, donde nunca se habían visto osos.
Los osos -trepan con agilidad y son buenos nadadores- se acercan cada vez con más tranquilidad a los pueblos atraídos por la comida. Pero la posibilidad de un incidente, con animales que pueden superar los 200 kilos en el caso de los machos, es mínima. Al contrario que los osos grizzlies americanos, los osos cantábricos no son agresivos. Después de muchos siglos de convivencia con las actividades humanas, han aprendido a evitar contactos con la gente, suelen detectar a las personas con bastante antelación y se alejan discretamente.
“Tienen un olfato y un oído extraordinario, nos esquivan”, subraya el portavoz de la Fundación, “pero tenemos más osos y si permitimos que un oso se habitúe a encontrar alimento en los contenedores de basura o en los frutales y huertas al lado de las casas, tenemos un problema”. Ahora, en vez de robar la fruta como han hecho siempre, un osezno joven se sube al cerezo aunque haya gente a 30 metros: “No se sienten amenazados”. Pueden erguirse sobre las patas traseras, normalmente para tener más visión o alcanzar alimentos.
Osa con tres crías de segundo año.
Para garantizar la coexistencia y evitar estas situaciones, la Fundación desarrolla un proyecto con algunas propuestas. Abrir los caminos y limpiarlos de maleza en los entornos oseros: “Urge hacerlo y además también es bueno para los incendios”. También, plantar los árboles frutales -cerezos, castaños, ciruelos- a más de 300 metros de las viviendas y utilizar cubrecontenedores para tapar los depósitos de basura “como hacen en todos los países donde hay osos”.
También tienen técnicas para disuadir a los animales que persisten en acercarse a los pueblos: tirar un petardo para asustarlos, disparar balines de caucho o, en los casos más severos, capturarlo y ponerle un collar para tenerle localizado.
Videos informativos
La Fundación hace un esfuerzo por conciliar las actividades que se suceden en el hábitat de los osos. Han editado un video, accesible desde su página web, que ilustra cómo comportarse en presencia de un oso para que la gente no provoque una reacción violenta del animal.
Lo han hecho a través de una narrativa de dibujos animados que muestra, por ejemplo, cómo no se debe perseguir a un oso en coche por la carretera. Basta con detenerse y dar las luces para tratar de espantarlo. Tampoco se aconseja seguir sus huellas en el bosque ni hacerse fotos o llamar su atención para grabar un video.
El audiovisual narra la historia de dos grupos de visitantes que se comportan de manera muy distinta mientras recorren un monte osero: por un lado, un padre con su hija, que actúan de forma responsable y disfrutan de la excursión, y por otro lado, una pareja con conductas inapropiadas que pone en riesgo a los osos y a sí mismos. En paralelo, la Fundación trabaja también con las asociaciones de cazadores con otro video ilustrativo.
“Un plan obsoleto superado por los acontecimientos”
La Fundación y el Gobierno de Cantabria comenzaron a hablar en enero de redactar el Plan de Recuperación del Oso, que no se actualiza desde 1989 a pesar de que, ya entonces, quedó escrito que debía revisarse a los tres años. La cuestión se ha demorado durante décadas y ahora, al fin, la Consejería de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca y Alimentación, ha sometido este mes de agosto a un segundo trámite de consulta pública previa la elaboración del proyecto del Plan de Recuperación del Oso Pardo en Cantabria.
“Lo que existe ahora es un documento obsoleto superado por los acontecimientos”, considera Palomero. Hace cuatro décadas el oso era una especie en peligro de extinción: había dos pequeños núcleos que no sumaban ni 60 osos con algunos problemas de endogamia. Estaban amenazados por los cazadores furtivos, se mataban entre complicidades y silencio. “Hemos trabajado mucho para luchar contra esto y para educar en una conciencia ambiental”, explica el responsable de la Fundación. Actualmete, la población de osos en la Cordillera Cantábrica alcanza los 360 ejemplares, pendiente del censo que toca hacer el año que viene.
Osos en la Cordillera Cantábrica.
13 osos muertos
Los osos, lógicamente, también se mueren. De forma natural (viven entre 25 y 30 años como máximo), por accidentes o incluso por ataques infanticidas entre ellos. En los últimos tiempos se han encontrado 13 restos. Cuatro de ellos fallecieron de muerte natural, otros cuatro los investiga el Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil , tres están a la espera de los resultados de la autopsia y en otros dos casos resulta imposible determinar qué sucedió por el avanzado deterioro de los restos.
Desde hace un tiempo ha cambiado la forma de contarlos. Ahora el conteo de osas con crías se ha sustituido por un censo que realiza cada cinco o seis años el Ministerio para la Transición Ecológica a través del análisis genético de excrementos y pelos de cuyos resultados se hacen estimaciones, y que se tendrá en cuenta para el futuro documento que determinará hasta qué punto se introducen medidas de protección en lugares cada vez más transitados como los Picos de Europa.