
Negacionismo, bulos y descrédito institucional: la extrema derecha creció con la dana y exprime los incendios
Las situaciones de emergencia se convierten en un caldo de cultivo de desafección y de antipolítica que el PP contribuye a alimentar en su estrategia de oposición al Gobierno y elusión de responsabilidades
Del terrorismo pirómano a las “multas de la Agenda 2030” por limpiar, los bulos sobre incendios que arden en redes
El patrón es calcado. Primero, una emergencia climática que impacta de lleno en la vida de miles de ciudadanos. Después, una respuesta de las administraciones públicas competentes que se queda corta o que no llega a tiempo. Y, a partir de ahí, el ruido que lo envuelve todo y añade más caos en mitad del desconcierto: reproches cruzados entre los grandes partidos, elusión de responsabilidades sobre las competencias propias como táctica de desgaste del adversario y, sobre todo, bulos. Decenas de bulos que se esparcen sin control por redes sociales y que se cuelan en discursos políticos, en medios de comunicación y, por tanto, en la discusión pública.
Uno de esos bulos ha corrido como la pólvora esta semana en mitad de la mayor crisis que ha vivido España en treinta años a causa del fuego. En un mapa de la Península Ibérica se definen las zonas afectadas por los incendios como tierras raras muy valiosas para la fabricación de dispositivos electrónicos. Un territorio en el que se asegura que China estaría interesada después de que el Gobierno firme un gran contrato con la marca Huawei. Moraleja conspiranoica: Pedro Sánchez ha dejado arder media España por sus intereses con los chinos.
En las redes e incluso en algunos pseudomedios de comunicación circulan patrañas igual de disparatadas. Con el país ardiendo por los cuatro costados se han viralizado otras afirmaciones falsas como que la “Agenda 2030 prohíbe limpiar los montes”, que existe “una trama criminal organizada” que provoca los fuegos y que, por supuesto, el cambio climático es un invento. Una situación idéntica a la que se vivió tras la dana de Valéncia en la que perdieron la vida 224 personas. En ese caso, uno de los bulos paradigmáticos resultó el del famoso parking de Bonaire, donde agitadores y supuestos periodistas llegaron a asegurar que se amontonaban cientos de cadáveres. Cuando la policía y los servicios de emergencia los desmintieron, la respuesta de los propagadores de noticias falsas fue poner en duda a las propias fuerzas de seguridad del Estado.
El resultado es una confusión generalizada alimentada a menudo por las propias administraciones públicas competentes que no hace otra cosa que alimentar la desafección ciudadana hacia las instituciones. Un caldo de cultivo perfecto para la tesis de la antipolítica, piedra angular del discurso de la extrema derecha. “Se vio en el Covid, se vio en la dana y se ve ahora. Hay grupos con una clara intencionalidad política que aprovechan estas circunstancias de crisis para sembrar el miedo y el descrédito a las instituciones”, explica Alberto López-Carrión, doctor en Comunicación y profesor de la Universidad Internacional de Valencia.
Junto con el profesor de la Politécnica de València Germán Llorca-Abad, López Carrión ha publicado el primer estudio científico sobre la desinformación durante la crisis producida por la dana. Y en ese trabajo publicado en la revista ‘Mediterránea de Comunicación’ desarrollan un análisis exhaustivo sobre cómo ese patrón de comportamiento responde, en realidad, a una estrategia perfectamente diseñada.
“Está todo premeditado y pensado. En el artículo hacemos referencia al concepto de ‘diagonalismo’ para explicar que algunos comportamientos políticos más ligados hasta ahora a la izquierda o la extrema izquierda, como el discurso antiélites o antiinstitucional, ahora son copados por la extrema derecha. Se trata de un intento no solo de desacreditar al Gobierno central sino a los gobiernos en su conjunto, también a los autonómicos, para presentar algo parecido a un fallo sistémico ante el que se presentan como única solución. Y desastres naturales en los que hay gente que lo ha perdido todo o que incluso ha muerto son el terreno perfecto para esa batalla ideológica”, explica.
Lo que llama la atención de muchos expertos es que el Partido Popular, de forma más o menos consciente, contribuya con entusiasmo a un discurso que la totalidad de las encuestas señalan que nutre, antes que a nadie, a las opciones abiertamente ultraderechistas. Algo que, además, ha ocurrido en los mismos términos en otros países de Europa. Para Anna López Ortega, politóloga y licenciada en Periodismo por la Universitat de València y experta en ultraderecha en Europa y España, la estrategia de oposición a Pedro Sánchez impulsada por Feijóo y en la que utiliza también catástrofes como la ola incendios o la dana, solo tiene un beneficiario.
“El PP está jugando la carta de la desinformación institucional y está dando alas al discurso de que las autonomías fallan. No están midiendo su estrategia antisanchista y lo que hacen es darle la razón a Vox de que las comunidades autónomas no sirven para nada, de que los políticos no sirven para nada. Es un mensaje antipolítico muy peligroso para todos, pero también muy nocivo para los propios intereses del PP”, apunta.
López Ortega, que acaba de publicar el libro ‘La extrema derecha en Europa’, coincide en señalar las catástrofes naturales como una ocasión idílica para ese mensaje antipolítico. “Hay gente que se siente abandonada o que siente un inmenso dolor porque lo han perdido todo. Y ese dolor es utilizado por la extrema derecha para destruir, no para construir nada. Porque solo señalan culpables, siempre inventados, y jamás proponen soluciones. Y son expertos en exacerbar y canalizar la ira contra el sistema que pretenden echar abajo”, explica la profesora.
Tras la dana crece Vox
La práctica totalidad de las encuestas publicadas en el último año señala de manera inequívoca que el principal beneficiado político de la crisis provocada por la dana de València es Vox. Es la paradoja perfecta: un partido negacionista del cambio climático recoge los beneficios de una catástrofe que los expertos vinculan al calentamiento global.
Uno de los barómetros posteriores del CIS (Diciembre de 2024), no solo señala al partido de Abascal como la opción que no sufre desgaste alguno y que incluso crece, sino lo que para los expertos resulta aún más trascendente: que sus mensajes calan entre la gente. Por eso, el 40% de los valencianos preguntados por la encuestadora pública señaló a los políticos como el principal problema de España.
La pregunta es qué opera a nivel político en España y otros países de nuestro entorno para que el principal beneficiado de una emergencia medioambiental sea una formación negacionista del cambio climático y que, además, ha votado en contra en el Congreso de los Diputados de las millonarias ayudas aprobadas por el Gobierno para la reconstrucción de València y para las víctimas y los afectados. Para Anna López Ortega, se trata de un cambio de paradigma que refleja una nueva era.
“Es la sustitución de la política por la antipolítica y la redefinición de lo que es verdad y lo que es mentira. Ahora la ciudadanía pone en duda a la ciencia, a los técnicos, a las fuentes oficiales, al Gobierno central y a las autonomías. Y no es ya que se crean las mentiras, es peor. Es que no se creen nada”, señala. “Ese es el nuevo marco político impuesto por la extrema derecha y que triunfa en muchas partes del mundo. Un marco que solo apela a las emociones, que solo señala enemigos y no propone soluciones. La definición pura de la antipolítica”, razona.
López Ortega define, además, las situaciones de emergencia como la oportunidad perfecta para el éxito de ese mensaje. “El caos es su hábitat. Lo vimos con la dana y lo vemos ahora con el fuego, una tormenta perfecta. Desinformación institucional de gobiernos autonómicos del PP, simplificación de problemas complejos para señalar culpables y exaltación de la rabia, del descontento, de la desesperanza. Imagino a Vox frotándose las manos con esto”, concluye.
Tanto en la tragedia de València como en la emergencia de los incendios, el Partido Popular ha puesto en liza una clara estrategia de señalamiento del Gobierno central a pesar de ostentar en las comunidades que gobierna todas las competencias que se requieren en la gestión de crisis de este tipo. Y la finalidad es doble. Por un lado, tiene que ver con la ofensiva permanente de la calle Génova en su intento de desgaste de Pedro Sánchez. Pero también con la intención de protegerse de sus propias responsabilidades en la gestión, que deja dudas en el caso del fuego por el recorte en los sistemas de protección o la falta de movilización de recursos y que, en el caso de la dana, resulta directamente insostenible por el papel de Carlos Mazón.
Lo que apuntan buena parte de los sociólogos es que la evolución de las encuestas del último año revela que Feijóo no solo no consigue taponar la fuga de votantes a Vox, sino que consigue legitimar su discurso de fallo sistémico y de falta de credibilidad en las instituciones. Todos esos sondeos muestran, además, otra clave que encaja en la explicación de que gran parte del voto lo mueven hoy las emociones de rabia o desafección mucho más que lo racional. Porque no se atisba desgaste alguno en la ultraderecha a pesar, por ejemplo, de haber tenido responsabilidades de gestión en las emergencias de la Comunitat Valenciana. O de que su líder en Castilla y León no haya pisado su comunidad durante toda la crisis y haya seguido de vacaciones, como si nada. Algo que sí penaliza a otras fuerzas políticas.
Y mientras, con media España ardiendo, la ultraderecha se ha dedicado a incendiar también el discurso político. Santiago Abascal se refirió al “terrorismo climático” como causante de los fuegos, el dirigente ultra Jorge Buxadé llegó a hablar de “bipartidismo pirómano” y de “basura agendista y globalista”, y la portavoz en el Congreso, Pepa Millán, certificó la defunción del sistema autonómico nacido al calor de la Constitución de 1978: “Las comunidades autónomas son un perfecto sistema de evasión de responsabilidades”, dijo en sus redes.
El caso es que menos de un año después de la dana y ante una de las mayores oleadas de incendios forestales registradas, el primer partido de la oposición ha replicado el método de señalar a los demás para eximir de responsabilidad a los suyos. “Si se quiere, se puede hacer mucho. Yo le pediría al Gobierno que dejara de llegar siempre tarde a todo”, dijo Feijóo en plena ola de incendios. Antes, tras las inundaciones de València, afirmó: “Al Gobierno central no le pediría una mayor colaboración. Le pediría alguna colaboración”.
Esa fueron las primeras palabras que pronunció tras las riadas que provocaron 228 muertos y que pillaron al presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, ilocalizable en un restaurante. El Gobierno asegura haber puesto a disposición de las comunidades autónomas, competentes en la lucha contra el fuego y en la gestión de las emergencias, “el cien por cien” de los recursos a su alcance. El presidente, en su intervención del pasado viernes, prefirió evitar el cuerpo a cuerpo con la oposición y agradeció “la generosidad” de todas las administraciones.