El municipio de Cáceres que está rodeado de naturaleza y es perfecto para una escapada tranquila

El municipio de Cáceres que está rodeado de naturaleza y es perfecto para una escapada tranquila

Arroyos que recorren calles empedradas, bodegas históricas, fiestas tradicionales y una lengua única convierten a este pueblo en uno de los más bonitos e interesantes de Extremadura

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Ubicado en el corazón de Sierra de Gata, entre robles y olivares, se encuentra uno de los pueblos más especiales de Extremadura, gracias a su identidad propia y a su cultura. Esta comarca, que es una de las más bonitas de la región, está situada casi en la línea fronteriza con Portugal, cerca de Las Hurdes, y ofrece un conjunto de pueblos de gran valor cultural y monumental para la provincia de Cáceres. Entre ellos, San Martín de Trevejo es uno de los más representativos.

Esta localidad cacereña, cuyo origen se remonta al siglo IX y que perteneció a Salamanca hasta 1833, forma parte de la red de Los Pueblos más Bonitos de España desde 2019, gracias al esmero de sus 700 habitantes en cuidar sus estrechas calles y sus casas de tres plantas que tanto lo caracterizan. Pero no solo eso, ya que su casco histórico, bañado en una arquitectura rural única y repleto de bodegas tradicionales y arroyos que lo recorren, está declarado Bien de Interés Cultural.

Arquitectura rural y cultura

Ese proceso de fusión de tradiciones, cultura y valores fue el que dio pie al nacimiento de la lengua que proporciona una identidad única a San Martín de Trevejo: el mañegu. Se trata de una de las tres variedades de “fala de Xálima”, también conocida como “valego” o “xalimego”, una lengua romance hablada en el Valle de Jálama, donde se encuentra enclavada esta histórica villa.

El origen de la fala tiene lugar en la repoblación de San Martín con colonos gallegos, por lo que se incluye dentro del grupo galaicoportugués. En la actualidad, esta lengua es un símbolo de identidad para los habitantes del pueblo, quienes han tratado de conservarla a pesar de los grandes desafíos a los que lleva años enfrentándose, como la despoblación.

Asimismo, esa singularidad por la que se caracteriza esta villa también es gracias a su arquitectura rural, pues sus calles empedradas, sus antiguas casas cuyos interiores conservan vino artesanal, sus bodegas y sus monumentos han conseguido que mantenga esa esencia que tanto recuerda a los visitantes a la antigua España.

Uno de los lugares más icónicos es la Plaza Mayor, donde se encuentra el Ayuntamiento, que destaca por su gran balcón y su imponente fachada. También llama la atención la Torre Campanario, que es independiente a la Iglesia de San Martín de Tours y que merece la pena visitar.

Al recorrer sus callejuelas, llama la atención la gran variedad de carteles en los que se encuentran escritas dos palabras: “boiga” y “pichorra”. Ambas significan bodega, y es que el vino es otro de los elementos más característicos de San Martín de Trevejo y se cultiva en las propias viviendas de sus habitantes, que destacan por una peculiaridad: cuentan con varios escalones en sus puertas.


Habitantes celebrando el festejo de San Martiñu.

Pero no se trata de mera decoración, sino que su existencia tiene una explicación concreta: estas casas están formadas por tres plantas, y la más baja de ellas no forma parte de la vivienda porque se emplea como bodega en la que se almacena el vino que la propia familia elabora de forma artesanal.

Otro de los protagonistas de este pueblo se conoce como “el arroyus”, pequeños regatos que recorren sus calles y aumentan aún más el encanto de San Martín. Pero no están ahí para atraer a visitantes, sino que tienen un papel muy importante: abastecen de agua los corrales que se encuentran detrás de las casas y los huertos de los alrededores.

Fiestas tradicionales

San Martín es una villa llena de vida, sobre todo en sus fechas más especiales en las que sus vecinos se juntan para celebrar los orígenes del pueblo. Uno de sus festejos más tradicionales es San Martiñu, que tiene lugar el 11 de noviembre de cada año, en honor al patrón del pueblo, que se saca en una procesión circular.

Pero no solo eso, ya que también es constumbre en esta fecha pasar por las bodegas de amigos y familiares para disfrutar de uno de lo sellos de identidad de la villa, el vino, después de gritar en alto una frase típica del pueblo: “Por San Martiñu se prueban los vinos”.