Tàrrega, el municipio con 1.000 pisos vacíos y solo cuatro en la bolsa de alquiler asequible

Tàrrega, el municipio con 1.000 pisos vacíos y solo cuatro en la bolsa de alquiler asequible

El Ayuntamiento de la ciudad leridana trata de construir una cartera de viviendas a precio reducido a cambio de combatir las reticencias de muchos propietarios a tener inquilinos

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La crisis de la vivienda se agudiza en las grandes ciudades. Los precios del alquiler superan los 1.000 euros al mes de media en Barcelona o Madrid, pero los pequeños pueblos y los municipios de tamaño medio también sufren sus derivadas. En Tàrrega, capital de la comarca leridana del Urgell, lo saben bien: no existe oferta para arrendamiento. Una escasez que contrasta con los cerca de 1.000 pisos vacíos que ha detectado el Ayuntamiento en una ciudad de algo más de 8.000 viviendas.

El Gobierno municipal –integrado por ERC, CUP y PSC– lanzó en primavera una campaña para hacer aflorar pisos de alquiler por debajo del precio de mercado. La principal medida consiste en reactivar una bolsa de este tipo de viviendas que gestiona el consistorio, pero en el que constaban solo cuatro pisos. Una cifra irrisoria si se compara también con el volumen de solicitantes que acumula, 182 núcleos familiares, según los datos municipales.

“Hemos detectado que muchos propietarios tienen pisos vacíos, cerrados, porque creen que ponerlos en alquiler les traerá más problemas que beneficios”, se lamenta Miquel Nadal, concejal de Cultura, Participación Ciudadana y Vivienda. Para seducir a los caseros, el consistorio les ofrece poner los pisos en su bolsa municipal, gestionada por sus técnicos para descargarlos de burocracia, y con seguros y ayudas en caso de impago de la mensualidad. El modelo, que funciona en ciudades como Barcelona, exige a cambio que el precio de la mensualidad esté por debajo de mercado.

En Tàrrega, capital de la comarca de Urgell de 19.000 habitantes, el alquiler no está tan caro como en las urbes con mayor presión, pero ha subido considerablemente en la última década. De 287 a 465 euros al mes de media entre 2015 y 2024, un incremento del 62%. El municipio cumple con los requisitos para haber sido declarado zona de mercado tensionado por la Generalitat, lo que implica que las subidas de alquiler están prohibidas.

Sin embargo, lo que trae de cabeza al consistorio desde hace años tiene que ver con la falta de viviendas de alquiler. Un vistazo a los portales inmobiliarios en internet permite constatar que apenas hay una oferta, dos, tres… en función del día. “Ni siquiera las agencias tienen nada, ni alquiler ni compra”, dice Nadal.

En busca de los propietarios

La preocupación se hizo palpable en el consistorio cuando en 2021 se elaboró un recuento de viviendas vacías, a partir de los datos del INE cotejados, según el concejal, con facturas y visitas puerta a puerta. Así afloraron 1.125 pisos desocupados, un 13% del total, aunque añaden que con el crecimiento poblacional que vive la ciudad esta cifra se ha ido reduciendo.

Además, el Ayuntamiento explica que no se trata principalmente de pisos de fondos de inversión o grandes entidades bancarias –de la Sareb, el banco malo, hay solo 76 en la localidad–, sino que abundan los pequeños propietarios. “Hay gente que hereda pisos, pero que no los vende ni los pone en alquiler, lo que ahonda en la escasez y además contribuye a la degradación de zonas como el centro histórico”, argumenta Nadal.

Es en ese tipo de caseros donde quieren poner el foco desde el Gobierno municipal. Han detectado desconfianza en general hacia el alquiler, pero también racismo inmobiliario en una localidad con un 24% de población extranjera. “Lo que intentamos hacer es convencerles de que hacen un daño a la sociedad, que la vivienda es crucial y que tenerlas vacías impide a las familias establecerse y trabajar en la ciudad, retener talento y además contribuye a la degradación”, insiste.

Con todo, los resultados son por ahora escasos. Si al iniciar la campaña, que lleva por nombre Claus de vida. Obrim portes, cambiem vides, tenían cuatro pisos en la bolsa, actualmente están en trámite de inscribir cinco más. “Es un proceso lento: hay que ir a visitar el piso, ver si está en condiciones, negociar cuál puede ser el precio de alquiler…”, enumera el edil de Vivienda.

La lista de ventajas que les ofrecen a los propietarios, además de la gestión municipal, es una bonificación del IBI del 75%, un aval que cubre impagos de hasta seis meses, un seguro multirriesgo y mediación en caso de conflicto.

Con una nueva línea de ayudas a la rehabilitación de 60.000 euros, además de la compra directa de dos viviendas para emergencias social y desahucios, el Ayuntamiento asegura haber iniciado por primera vez políticas de vivienda. Pero lamenta al mismo tiempo que los municipios pequeños no tienen capacidad para hacerlo. “Recae sobre nosotros la gestión de una problemática que directamente no nos compete, porque es autonómica, y solo nos queda hacernos cargo de las migajas”, reflexiona este concejal.

Las ayudas que tramitan, así como la bolsa que ahora quieren reimpulsar, van a cargo de la Oficina Local de Vivienda, para la que reciben unas ayudas de la Generalitat. “Lo que pasa es que estas no llegan para pagar ni el salario de un técnico”, concluye Nadal.