No canta ni baila, pero domina la grosería

No canta ni baila, pero domina la grosería

Que Feijóo haga suyo el ‘Me gusta la fruta’ no es una boutade más, es una señal inequívoca del manual populista que usa el exabrupto para tensar, estigmatizar al enemigo y alinear a la parroquia que se va a Vox. Lo de involucrar a Felipe VI en su guerra partidista ya es un salto cualitativo en su pérdida de institucionalidad

Feijóo se sube a un escenario para cantar y hacer suyo el “me gusta la fruta” contra Sánchez

Feijóo cumple años. 63. Y para celebrarlo, sus colegas le dieron a elegir entre contar un chiste o cantar. No está España para chistes, pensó el presidente del PP antes de hacerse un cover con el añoso, insustancial y pegadizo Mi limón, mi limonero. Un incomprensible éxito del verano de 1968, cuando en el mundo se hablaba del mayo parisino, la revolución sexual y los hippies norteamericanos mientras en España aún había censura, los universitarios corrían delante de los grises y tres millones de españoles emigraban del campo a las ciudades o llegaban a las estaciones de tren de una Europa que necesitaba mano de obra barata. Aquella España, y no la de 2025, sí que no estaba para chanzas. 

El mismo presidente del PP subió este domingo el testimonio gráfico de su canturreo y movimiento de caderas a las redes sociales en un intento no se sabe si de aparentar cercanía, buenrollismo o un gracejo que no le reconocen ni sus más firmes partidarios. Feijóo no canta ni baila, pero no se lo pierdan porque si algo ha aprendido -o lo llevaba ya de serie aunque camuflado- es de grosería.

El hombre de la política para adultos, el que venía a no insultar a Pedro Sánchez y el que aspira a ser el próximo presidente del Gobierno de España hace suyo en ese vídeo el Me gusta la fruta de Ayuso, que nunca fue una confesión de sus gustos culinarios, sino un sonoro ‘hijo de puta’ con el que se refirió a Pedro Sánchez desde la tribuna de invitados del Congreso y que, luego, versionó a su antojo hasta convertirlo entre cayetanos en el hit del verano.

Llamar ‘hijo de puta’ al presidente del Gobierno, se llame Sánchez, Pérez o López, es la manera con la que la derecha ha decidido hacer oposición. No habrá asuntos susceptibles para la crítica puesto que el PP prefiere la deshumanización del adversario y el lenguaje ordinario. Y no porque todos sus dirigentes sean vulgares o irreverentes, que los hay extremadamente educados, sino porque el populismo -sea de derechas o de izquierdas- lo lleva en el ADN.

El manual del buen populista no distingue más que entre amigo y enemigo, jamás busca el acuerdo o la componenda y se alimenta de una tensión que incluye la permanente descalificación del rival hasta convertirlo en un traidor o en un enemigo de la patria. Y que Feijóo haga suyo el Me gusta la fruta no es una boutade más, es una señal inequívoca de toda una estrategia que usa el exabrupto para tensar la conversación, estigmatizar al enemigo y alinear a la parroquia que se le ha ido a Vox.

Tras el incremento del lenguaje soez por parte de la dirigencia del PP subyace una ofensiva que la izquierda no debería subestimar porque no es sólo vulgaridad. Es un intento de conectar con esa parte del electorado que ha decidido, por diferentes motivos, castigar al gobierno de Sánchez. Es una forma chabacana, sí, pero que según los expertos es tremendamente eficaz para remover las tripas de quienes ni entienden ni respetan los códigos de la cordialidad política, y mucho menos de institucionalidad. Porque lo de involucrar a Felipe VI, como hizo este lunes Feijóo, en su guerra partidista al desvelar una conversación con el jefe del estado al hilo de su ausencia en la Apertura del Año Judicial es un salto cualitativo en su política de tierra quemada.

“El Rey, en su papel de moderación, me ha dicho que entendía y que tomaba nota”, reveló Feijóo en lo que se entendió como un aval del monarca a su plante. ¿De qué tomó nota Felipe VI? ¿Qué entendió? Tan bárbara fue la declaración que hasta la Zarzuela tuvo que responder a semejante confesión del líder del PP: “La Casa Real no va a entrar a valorar las conversaciones privadas que mantiene el jefe del Estado. El Rey respetará siempre la neutralidad política”. ¿Qué será lo siguiente? ¿Hablar en nombre del Ejército?