
Violencia política y macartismo en la era del meme
Creemos que aprendemos algo de los episodios de violencia que nos sacuden, pero casi nunca es verdad, al menos a largo plazo. Ni salimos mejores ni tomamos nota para la próxima vez
La reacción de Donald Trump al asesinato de Charlie Kirk se situó en el extremo contrario a la corriente que comenzaba a fluir en medios y redes sociales: la libertad de expresión es sagrada y las palabras se combaten con palabras, no con balas. No se sabía aún quién había disparado, pero en Washington gobiernan los que profesan certezas que ya no necesitan hechos. Trump, además de con narcisismo y codicia, viene equipado con algunas verdades preexistentes, y los hechos se enlazan en narrativas construidas mucho antes de que ocurran los hechos. Si el asesinado es uno de los nuestros, el asesino debe encajar en alguno de los grupos que los nuestros odian: trans, negros, inmigrantes, musulmanes, lunáticos izquierdistas.
Trump culpó a la izquierda radical (que para él empieza en el Partido Demócrata y termina en cualquier grupo que defienda los derechos civiles y la inclusión) y prometió una acción rápida para acabar con los autores de la violencia y las “organizaciones” que la financian y promueven. El presidente de EEUU no solo no trató de unir al país, como han hecho otros presidentes ante sucesos similares, sino que responsabilizó a la mitad de la nación del asesinato y amenazó con reprimir a toda la izquierda estadounidense. ¿Es esto consistente con el supuesto legado de Charlie Kirk de que es posible debatir sobre cualquier idea? No, pero la coherencia ha dejado de tener importancia en un universo MAGA ansioso de venganza desde que Trump llegó a la Casa Blanca.
En esta era de vida online, algunos seguidores respondieron elaborando las primeras listas de personas que supuestamente habían celebrado o justificado la muerte de Charlie Kirk, listas que podían albergar a cualquiera que hubiera criticado sus ideas. Las más famosas de estas listas negras admiten chivatazos y donaciones y ordenaban a los supuestos “asesinos virtuales” de Kirk por sectores, estados y trabajos, en una actualización del macartismo a la era meme. El olor a caza de brujas y purga de ciudadanos de izquierda empieza a sentirse en EEUU bajo una apariencia de normalidad y luto oficial. Los profesores de universidad, uno de los colectivos más odiados por el mundo MAGA, ya fueron señalados por Charlie Kirk en su Professor Watchlist, una lista online para que los estudiantes republicanos pudieran señalar y compartir los nombres de profesores supuestamente woke. Parece evidente que serán uno de los objetivos de la Administración Trump.
La cultura de internet impregna este nuevo macartismo, pero también la violencia política que ya no encaja en los viejos paradigmas de derecha e izquierda. Como explican Ryan Broderick y Adam Bumas en la newsletter Garbage Day, “Internet ha aplanado por completo la cultura pop, la política y la violencia en la vida real. Ahora todo es solo otro meme en el que puedes participar para que se vuelva viral. Esto se vuelve aún más confuso debido a un nuevo movimiento aceleracionista nihilista que se deleita en enturbiar las aguas para las boomers que aún se adhieren a un espectro político tradicional. Muchos jóvenes extremistas ahora creen en un binomio mucho más simple: orden y caos”. Este puede ser el caso de Tyler Robinson, el joven de 22 años detenido por el asesinato de Charlie Kirk. Puede ser antifascista, puede ser un groyper (ciberactivistas de extrema derecha seguidores de Nick Fuentes) o puede ser simplemente una persona que ha crecido empapándose de las subculturas de internet y en el amor a las armas. Los casquillos que se han encontrado tienen grabados mensajes confusos y contradictorios y todos tienen origen en juegos de rol, videojuegos o bromas virales de foros y plataformas como 4chan y Discord.
La nueva realidad desmonta los viejos paradigmas, y eso es un reto para los ciudadanos, medios y políticos que intentan comprenderla. No así para Trump, cuya narrativa no necesita confirmación ni se mueve ante los hechos que la contradigan. Tampoco para sus seguidores, ya envueltos en la caza de izquierdistas. Esta semana en X España aparecían los primeros señalamientos a usuarios que habían criticado las ideas de Kirk, con menciones a sus lugares de trabajo y mails con chivatazos dirigidos a la embajada americana en España.
Creemos que aprendemos algo de los episodios de violencia que nos sacuden, pero casi nunca es verdad, al menos a largo plazo. Ni salimos mejores ni tomamos nota para la próxima vez. Las ideas de Charlie Kirk son una guía para algunos y detestables para otros, pero su legado no va a consistir en un aumento de la libertad de expresión y la exaltación de la palabra. En este EEUU memético y vengativo que tiene muchas capas de malestar y dolor solo puede haber ganadores y perdedores. No se puede esperar que la polarización violenta no se extienda por Europa: los jinetes que cabalgan sobre ella son ya demasiado poderosos para ignorarlos. La solución pasa, entre otras cosas, porque esos chicos y chicas que maduran entre las redes sociales y la desafección crean que hay un futuro para ellos más allá de lo establecido y el caos.