‘Los que oyen’, un fenómeno literario (y televisivo) que aborda la polarización en EEUU desde el thriller adictivo

‘Los que oyen’, un fenómeno literario (y televisivo) que aborda la polarización en EEUU desde el thriller adictivo

Jordan Tannahill ha creado una enigmática novela, un drama-thriller sobre horrores corporales cotidianos, creencias y polarizaciones, que ha convertido en una serie que se puede ver en Filmin

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¿Y si una noche cualquiera comenzases a oír un zumbido que ninguna otra persona parece oír? Un zumbido que persiste y que te atormenta mientras la gente de tu alrededor no entiende nada. Esa es la premisa de Los que oyen (Capitán Swing), que tras convertirse en un fenómeno editorial en inglés y ser adaptado a serie —que se puede ver en Filmin— se publica ahora en español. Su autor, el dramaturgo canadiense Jordan Tannahill, se ha inspirado en lo que suele denominarse el zumbido (en inglés, the hum): “Hay gente que reporta padecerlo alrededor del mundo, pero yo lo conocí por lo que sucedió en una localidad de Ontario, donde crecí. Los residentes decían que escuchaban un sonido bajo y reverberante que les provocaba dolores de cabeza, insomnio, a veces una sensación de presión…”. 

La heroína imperfecta de la narración es Claire, una madre joven que trabaja como profesora en una pequeña localidad estadounidense y que evoca en primera persona las experiencias que vivió. Su creador consigue que la narradora sea algo más que una relatora de acciones, informaciones y sospechas: dota a su voz de una personalidad, de una humanidad, que trasciende la narrativa de género más basada en la peripecia. 

El autor de Los que oyen explica que concibió primero la historia en forma de ópera y de obra de teatro más coral. “No conseguí encontrar la manera de explicar la historia hasta que escogí introducirme en la mente de Claire y fijarme en cómo navegaba la situación y encontraba espacios de revelación personal”, explica. El canadiense considera que la novela retiene una parte de la naturaleza polifónica del proyecto teatral a través de las voces de varios personajes secundarios.

Una narradora no fiable

Que Los que oyen sea una narración en primera persona acaba resultando una decisión clave. Otorga ese añadido de humanidad a través de la caracterización de este personaje narrador que sufre y que investiga con enormes costes personales. También posibilita que el relato se decante de manera natural hacia los terrenos del thriller psicológico marcado por la incertidumbre alrededor de lo que sucede. Porque quien lo explica es un narrador no fiable, porque sufre privación de sueño y demás problemas. Y, por tanto, sus experiencias pueden ser puestas en cuestión.

El libro de Tannahill se lee como un thriller pasa-páginas cuyo responsable sabe estimular la curiosidad de los lectores, pero se siente también como un drama que trata de la experiencia humana con una cierta hondura alejada del esquematismo de las narrativas pulp. El canadiense afirma que sus obras suelen “utilizar las convenciones del género y subvertir las expectativas”. “También creo que a veces los géneros pueden alcanzar intensidades a las cuales el naturalismo no puede acceder. Y me encanta cómo abren una puerta a lo mágico, a observar lo cotidiano desde otro lado”, añade. 

El escritor considera que los elementos de thriller psicológico o de terror están (“o eso espero”, declara) al servicio “de una indagación filosófica sobre las maneras como la gente busca sentido y construye creencias, sobre la naturaleza de esas creencias y cómo encajan en el resto de nuestras vidas”. Se relata el proceso de implosión de la vida de su protagonista, destrozada por el malestar y por el empeño en encontrar el origen del sonido cuando los demás le piden que lo ignore o niegue su existencia. El camino es tortuoso. “Claire está midiendo los hercios del sonido de una estación eléctrica y eso la acaba llevando a la destrucción de la vida que lleva”, afirma Tannahill. 

Otro eje dramático de la novela es el vínculo que la protagonista establece con un alumno menor de edad que también oye el zumbido. Es un tema resbaladizo pero troncal en la obra. “De la misma manera que el impulso del personaje por querer saber es más fuerte que la necesidad de mantener su imagen social, esta relación también tiene algo de fuerza destructiva porque es transgresora, aunque ellos no mantengan relaciones sexuales”, explica. Tannahill tampoco replica moldes estereotípicos en este ámbito, sino que se alimenta de su experiencia: “Hay momentos en mi vida personal en los que ha aparecido algo de oscuridad, algún impulso destructivo que no sabes si podrás resistir del todo”. 

Un ruido extraño en EEUU

El autor de Los que oyen decidió emplazar la historia en EEUU para explorar la relativización de la idea de verdad objetiva y la polarización de la sociedad que tiene lugar en ese país. “La verdad como una especie de espacio en pugna es muy relevante en muchos sitios, pero no sé si hay otro sitio en que llegue a estos extremos. La gente parece vivir en realidades diferentes donde los hechos y los marcos científicos, o no científicos, son diferentes…”, afirma. 

En ese ambiente, el alumno de Claire encuentra un grupo de apoyo insólitamente variado, un punto de encuentro atípico en una sociedad de debilitamiento de los espacios comunes, que acaba adquiriendo dinámicas inquietantes que pueden remitir a un culto. Y ahí vuelven a surgir ambivalencias: la importancia del apoyo mutuo y, a la vez, la posibilidad de introducirse en dinámicas obsesivas y en laberintos sectarios.

Los personajes manejan diferentes hipótesis que van desde las que apuntan a explicaciones puramente cotidianas (como los ruidos de origen industrial) a elaboraciones místicas, pasando por sospechas conspiranoicas. El novelista también plantea una inquietud ecológica, porque localizar los acontecimientos en un típico suburbio estadounidense no solo era adecuado por las pugnas y polarizaciones que tienen lugar. “Hay que recordar que algunos de estos barrios residenciales están prácticamente incrustados en la naturaleza. Hay que plantearse si ese crecimiento urbano descontrolado e irresponsable puede tener consecuencias”, cuestiona.

Los que oyen incluye una crítica de estas sociedades atomizadas por verdades fragmentadas, pero su autor decide, de una manera interesantemente paradójica, que la historia tenga una interpretación abierta. No cierra una verdad, pero eso, de alguna manera, facilita que se genere un diálogo. “Me gustaría pensar que el libro es una invitación a reflexionar. Me interesan más las conversaciones con gente que no siento que intenta persuadirme, sino que comparte sus ideas y me invita a conocer su manera de pensar”. 

Él mismo ha sido el encargado del guion de la miniserie televisiva, The listeners. Algunos de sus retos eran evidentes, como trasladar tantas incertidumbres y ambigüedades al terreno audiovisual. “El proceso ha implicado rehacer y volver a concebir la historia, hasta cierto punto, pero estoy muy orgulloso del resultado”, afirma Tannahill, quien se muestra agradecido “por haber podido hacer una serie que desafía los límites entre géneros narrativos y que aborda temas peliagudos que se ha podido ver en la BBC en horario de máxima audiencia”.