
¿Por qué han vuelto los casos de gripe aviar a las granjas? España ya no está libre del virus
El virus no afectaba desde 2022 a aves domésticas aunque ha seguido infectando a las silvestres: el regreso de estos brotes asoma a España a la incertidumbre y supone un grave impacto para la biodiversidad y para las explotaciones
Andalucía espera más focos de gripe aviar, mira de reojo a Doñana y cruza los dedos para que su impacto se mantenga bajo
La gripe aviar ha vuelto a España. Lo cierto es que nunca se había ido, porque las aves silvestres han seguido infectándose, pero desde 2022 no había brotes en aves de corral, lo que mantenía al país oficialmente en un estatus libre de virus. Desde julio, sin embargo, ese frágil equilibrio se ha quebrado con cuatro focos confirmados en explotaciones avícolas de Extremadura, Andalucía y Castilla-La Mancha. Desde los pavos en Badajoz hasta las gallinas de recría en Guadalajara. También se ha notificado otro foco en aves cautivas en Euskadi y hay sospechas en otra granja de Huelva, según el último informe del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
La nueva situación suma, además, 31 brotes en fauna silvestre, lo que ha obligado a declarar el nivel 2 de alerta en Andalucía y cerrar temporalmente varios parques de Sevilla por la aparición de aves muertas. Por primera vez, Doñana ha registrado un brote.
El cambió más preocupante es el salto a las aves de corral por dos razones: el enorme daño a los animales –una vez se detectan los contagios hay que sacrificar a todas las aves de la granja y vigilar a 10 kilómetros a la redonda– y el aumento de la probabilidad de que el virus se transmita a mamíferos que ya se produjo en vacas estadounidenses el año pasado, un hecho que todavía no se ha registrado en Europa. En un año y medio ha habido un aumento de 50 a 78 especies de mamíferos afectadas por este virus en el mundo, ha subrayado Elisa Pérez Ramírez, investigadora en el departamento de Enfermedades infecciosas y Salud global del Centro de Investigación en Sanidad Animal CISA-INIA (CSIC) en un encuentro organizado por Science Media Centre España,
Pero, ¿qué ha cambiado para que se detecten nuevos brotes de nuevo? El último foco registrado hasta este verano en aves de corral fue en febrero de 2023. Desde entonces, los contagios entre estos animales se habían mantenido a raya, ni uno localizado, mientras seguían notificándose brotes en aves silvestres: 24 en 2024, 52 en 2023… Las cifras actuales todavía no han alcanzado las de 2022, el año más aciago con 37 núcleos de contagio en explotaciones avícolas españolas, ha recordado Pérez Ramírez, pero hay varios factores que sitúan a España en una especie de “tormenta perfecta”.
“Estamos en la época de migración de retorno de aves que estaban criando en el norte de Europa y que ahora se desplazan hacia la península. Llegan a un sitio con poca agua y, donde hay, se concentran todas. Además, muchas de ellas son jóvenes, han nacido este año, y no han tenido exposición previa al virus. Todo ello crea un caldo de cultivo para la expansión”, explica Ursula Höfle, profesora contratada doctora, miembro del Grupo SaBio del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos IREC. Esto explicaría por qué se están registrando problemas en parques: ante la falta de agua, en estas zonas verdes encuentras láminas a las que acudir al no encontrarla en otros sitios.
Si hay más circulación, también hay más posibilidad de que se expanda a los animales. La transmisión entre aves silvestres y de corral se puede dar por contacto directo o indirecto porque haya “a través del agua o de pienso contaminado, aunque hay que estudiarlo más detalladamente”, desgrana Pérez Ramírez.
Septiembre y octubre son los meses más propensos al ascenso de casos, pero este año han sucedido antes. A eso se suma que “después de dos años y medio tranquilos se ha podido relajar la bioseguridad”. “Se suelen implantar medidas más estrictas en septiembre pero los casos se han producido antes de lo esperado”, advierte la experta que mantiene la cautela porque “aún no se ha visto la secuenciación del virus y falta información”. En todo caso, la previsión es que los casos en aves silvestres sigan extendiéndose en los dos próximos meses “porque empieza la máxima actividad migratoria”.
¿A una mutación de los humanos?
España hace una vigilancia activa del virus en aves como gallinas ponedoras, pavos, patos, codornices o gansos, según el programa de vigilancia del Ministerio de Agricultura de este año, pero no en vacas o cerdos. En estos casos, solo se testa a quienes puedan tener síntomas compatibles, pero ninguno ha sido positivo. Ante una ave sospechosa, en una explotación o en un parque, es importante avisar a los servicios municipales o regionales de medio ambiente y sanidad animal para que se hagan cargo. “No hay que manipular los cadáveres. La población tiene que estar informada”, apunta Inmaculada Casas, directora del grupo de investigación de Virus respiratorios y Gripe del Instituto de Salud Carlos III. También es importante mantener a los animales como perros y gatos alejados de ellas.
El Ministerio tiene el territorio español dividido en zonas según el riesgo. Del 1 al 5, como puede verse en el mapa de abajo:
La escala del riesgo del Ministerio de Agricultura.
Para los humanos, el riesgo se circunscribe “a las personas que trabajan con aves enfermas”. “Podemos decir que es una enfermedad ocupacional y afecta a quienes dedican parte de su trabajo a eliminar los cadáveres. El contacto con el polvo en suspensión que puede tener virus es alto aunque las medidas de protección también lo son”, dimensiona Casas, que asegura que para producirse una transmisión entre humanos aún “tiene que cambiar el virus bastante”.
“En 2022, se detectó el virus en muestras de dos trabajadores de una granja infectada que estaban asintomáticos, y posteriormente en 2023 se detectó nuevamente en otro trabajador asintomático. Sin embargo, las investigaciones posteriores, demostraron que se trataban de contaminaciones ambientales”, dice un informe del Ministerio de Sanidad.
“No es una mutación lo que hace que un virus sea infectivo o no para el ser humano. Los virus de la gripe tienen genoma segmentado, no solo segmentos de la proteínas externas sino también de los genes internos tienen que diferenciar si es mamífero o ave y, en el primer caso, adaptar los sistemas de reproducción, cosa que no ha pasado”, abunda la especialista.
La crisis olvidada de la biodiversidad
Miles de millones de aves han sido sacrificadas en los últimos años en todos los continentes, salvo Oceanía, el único libre de enfermedad, recuerda Elisa Pérez Ramírez, aunque el foco casi siempre se pone en la salud humana. “Detectarlo en dos o tres aves implica el sacrificio de todas y eso tiene un impacto económico enorme y también para la diversidad. Nunca un virus había afectado de manera tan masiva a 400 especies de aves con mortalidades violentas también, por ejemplo, en mamíferos marinos en América del Sur. Se habla mucho del ser humano, pero asumimos poco el gran impacto en la naturaleza. Esto no es que pueda pasar, es que ya está pasando”, advierte.
Ursula Höfle va más allá y alerta de “efectos en cascada para los ecosistemas”. “Hay especies como colonias de gaviotas que han desaparecido que actuaban como protectoras de un tipo de patos amenazados. Realmente es muy difícil poner números a este drama. Lo que detectamos en los animales muertos es solo la punta del iceberg, un impacto que tendrá efectos a largo plazo”, asegura.