
El ruido de los coches es el elemento que más afecta a la salud de los menores, por encima de la contaminación atmosférica
La vuelta al colegio resucita el debate sobre la contaminación en los entornos escolares: dos expertos explican que la nueva directiva europea otorga herramientas a la ciudadanía para adoptar un papel más activo y reclamar a la administración
La revuelta escolar contra los coches que nació en Barcelona y llega a Madrid: “Es por salud y por seguridad”
Es el ruido. Con la vuelta al colegio vuelve también la preocupación entre las familias por la contaminación atmosférica alrededor de las escuelas, pero realmente el ruido que provocan los vehículos de las familias que llevan a sus hijos en coche tiene más impacto en la salud de los pequeños, según han recordado este viernes Julio Díaz, profesor de Investigación del Instituto de Salud Carlos III y Cristina Linares, Investigadora Científica del Instituto de Salud Carlos III, en un briefing sobre los efectos que tiene la contaminación en la salud de los menores, organizado por el Science Media Centre (SMC) español.
“La contaminación atmosférica, sobre todo el NO2 y las PM (partículas en suspensión) tienen una afectación importante en niños”, ha explicado Díaz, pero “en un estudio hecho para Madrid –es quizá la única ciudad del mundo que mide esta variable que es el ruido del tráfico desde hace años– se observa que a los menores de 14 años les afecta el NO2, pero el ruido, lo que más”, argumenta el físico citando un estudio específico que toma como indicador los ingresos hospitalarios.
Y no es un elemento inocuo, ha añadido el experto. “El ruido produce mortalidad, mortalidad por enfermedades cardiovasculares y respiratorias, diabetes… Se relaciona con partos prematuros, bajo peso al nacer, influye en el desarrollo cognitivo, en ansiedad, en depresión, en suicidios”. “Si queremos bajar el impacto de las variables ambientales en la salud de los niños hay que fijarse en estos dos elementos, que curiosamente tienen el mismo origen, el tráfico rodado”, ha rematado.
Los expertos, coordinadores científicos del Observatorio de Salud y Cambio Climático (OSCC) y codirectores de la Unidad de Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano en la Escuela Nacional de Sanidad (ENS), han insistido en que hay estudios que identifican picos de contaminación en las horas de salida y entrada en los colegios, coincidiendo con esa tendencia de las familias de llevar a sus hijos en coche a la escuela.
Linares opina que debería haber una legislación específica para los entornos escolares, una reivindicación que ondean las familias que participan en la llamada Revuelta Escolar, un movimiento ciudadano que aboga por pacificar los colegios limitando el tráfico rodado a su alrededor y que lleva años protestando, especialmente en Barcelona y Madrid. “Soy muy partidaria de establecer zonas bajas de emisión alrededor de los colegios, de las escuelas infantiles o de las residencias de ancianos dentro de la ciudad”, ha valorado. Díaz ha añadido que, en el caso del ruido, a solo 50 metros se reduce a la mitad.
Los problemas que genera la contaminación atmosférica a nivel local (que no hay que confundir con los efectos del cambio climático, aunque estos exacerben todo lo demás) son más conocidos y también afectan a los menores. En algunos casos, les afectan especialmente por serlo. Por si hacía falta, Linares ha recordado que los pequeños son más vulnerables a todo tipo de contaminación por cuestiones naturales (están en desarrollo y sus vías de detoxificación no son completamente maduras, tampoco tienen el sistema inmunológico desarrollado del todo), pero también porque hacen más vida al aire libre (están más expuestos a la contaminación y el ruido) o incluso por su altura (al ser más bajos están más en contacto con los contaminantes más pesados del aire, que se acumulan en zonas más bajas).
Un papel activo de la ciudadanía
La preventivista ha recordado que en 2021 la Organización Mundial de la Salud (MOS) publicó sus nuevas directrices, en las que “ha dado un golpe encima de la mesa en pos de la protección de la calidad del aire” y ha bajado “drásticamente” los valores a los cuales se considera segura la exposición al riesgo ambiental. Unas directrices que aún deben incorporarse a las directivas europeas y de ahí a las nacionales y autonómicas y locales, pero que también permitirán a la ciudadanía ejercer un papel más activo en la denuncia. “Las familias pueden informarse, organizarse y reclamar por ley aire limpio para sus hijos”, sostiene esta experta. “Tenemos que pedir a los políticos que limiten el tráfico cerca de los colegios”.
Porque esta directiva, ha explicado, otorga herramientas. “Hasta ahora, se podían establecer demandas frente a una mala calidad del aire, pero no estaban amparadas por el incumplimiento de unos niveles límite que hay en la legislación”, ha explicado Linares. Pero a futuro, aunque habrá que ver cómo se traspone la directiva europea a la legislación española, habrá un respaldo.
La directiva dice: “Cuando se hayan producido daños a la salud humana como consecuencia de una infracción de las normas nacionales de transposición del artículo 19 y el artículo 20 de la presente Directiva y dicha infracción se haya cometido con intencionalidad o por negligencia, los Estados miembros deben garantizar que las personas afectadas por tales infracciones tengan derecho a reclamar y obtener una indemnización por dichos daños de la autoridad competente pertinente”.
Blanco y en botella, dice la experta. “Hay que denunciar y reclamar”, insta. “Al final es la única forma que tenemos. También, por supuesto, estar informados. Y luego organizarse para hacer uso de este derecho que se otorga al ciudadano”, anima.