El calor extremo del verano causado por el cambio climático está detrás de 2.800 muertes evitables en España

El calor extremo del verano causado por el cambio climático está detrás de 2.800 muertes evitables en España

Una investigación del Imperial College de Londres revela que casi las tres cuartas partes de fallecimientos atribuidos a las altas temperaturas no hubieran sucedido si el clima no estuviera recalentado por el uso de combustibles fósiles y la deforestación

La ola de calor no es casualidad: qué tienen que ver estas temperaturas con el cambio climático

Que España haya atravesado el verano más caluroso nunca medido no ha salido gratis. Si durante semanas el fuego destruyó cientos de miles de hectáreas de monte, una vez pasado el pico de altas temperaturas, acaba de conocerse que el país ha tenido un exceso de mortalidad de, al menos, 2.800 fallecimientos relacionados con el calor severo impulsado por el cambio climático.

Una revisión de Imperial College de Londres y la Escuela de Medicina Tropical sobre 854 urbes ha revelado este miércoles que el calor “intensificado por el cambio climático en toda Europa ha conllevado unas 16.500 muertes adicionales respecto a lo que sería un verano no recalentado”. En la lista de países afectados, España solo aparece por detrás de Italia a la que atribuyen un exceso de mortalidad de 4.500 personas. Con todo, los científicos avisan de que esta estimación “es una instantánea” porque solo han podido evaluar el 30% de la población del continente.

Junto a España e Italia aparecen Alemania y Francia (con un exceso de más de 1.400 muertes cada una), Reino Unido (con 1.100) Rumanía (con 1.000) y Grecia (más de 500). Barcelona fue la tercera ciudad europea con más fallecimientos achacados al calor derivado de la crisis climática con 630 –el ránking está encabezado por Roma, donde han calculado más de 800 muertes por este motivo–.

Puede sonar a mucho, pero nuestro estudio muestra que un cambio de solo algunos grados durante el verano puede ser la diferencia entre la vida y la muerte

Clair Barnes
Investigadora en el Imperial College de Londres

“Puede sonar a mucho”, analiza la investigadora del Imperial College Clair Barnes, “pero nuestro estudio muestra que un cambio de solo algunos grados durante el verano puede ser la diferencia entre la vida y la muerte”, remata.

El estudio explica que el calor severo en general ha estado detrás de unas 24.400 muertes en toda Europa y luego añade que “si el clima no hubiera estado recalentado por el uso de combustibles fósiles y la deforestación, se podrían haber evitado unos 16.500 fallecimientos, lo que significa que el cambio climático ha triplicado la carga de muertes”.

España replica esa tendencia, ya que, del exceso de muertes relacionadas con el calor por los epidemiólogos, el 73% “son atribuidas al cambio climático”.

Además, los datos subrayan cómo el calor se ceba en los más mayores: las personas de más de 65 años suponen alrededor del 85% del total de muertes en Europa, lo que “refleja el peligro para quienes padecen dolencias previas como afecciones cardiacas o diabetes.

Un mes más temperaturas severas

La factura mortal del calor extremo llega tras confirmarse que el verano de 2025 ha sido el más caluroso medido en España. La Agencia Estatal de Meteorología ha contabilizado 33 días de ola de calor, cuando las temperaturas están por encima de lo esperable incluso para lo más agudo del verano.

Además, otra investigación también conocida este miércoles, esta del grupo científico Climate Central, explica que de los 55 días de calor extremo detectados en España entre 1 de junio y el 31 de agosto, 31 de ellos no habrían sucedido sin la influencia del cambio climático. “Esto significa que se ha sumado un mes de temperaturas extremas”, dicen los autores.

De hecho, lo que afirman los cálculos de Climate Central es que unos 955 millones de personas en todo el mundo han tenido que soportar este calor altísimo “provocado por el cambio climático causado por los humanos” .

“Los impactos del cambio climático son incontrovertibles”, insiste la investigadora de Climate Central, Kristina Dahl. “Cada estación, los países deben afrontar récords de temperatura y desastres naturales lo que pone de manifiesto que ya no se tratan de una amenaza para el futuro. Cada retraso en el recorte de emisiones hace que las comunidades, los ecosistemas y las economías sufran”.

Los impactos del cambio climático son incontrovertibles: cada estación, los países deben afrontar récords de temperatura y desastres naturales lo que pone de manifiesto que no se tratan de una amenaza para el futuro

Kristina Dahl
Investigadora de Climate Central

Su análisis arroja que Valencia, Madrid y Barcelona experimentaron 43, 37 y 33 días adicionales de calor extremo en comparación con un mundo sin cambio climático. Se sitúan en el cuarto, octavo y décimo lugar, respectivamente, en la lista de las diez ciudades europeas con mayor número de jornadas adicionales de temperaturas extremas.

Poner el foco del análisis en las ciudades viene justificado porque alrededor del 70% de la población europea, por ejemplo, vive en urbes y se espera que sea el 80% para el año 2050. Las ciudades europeas pueden llegar a soportar una media de entre 4ºC y 6°C más que las zonas rurales, explican los científicos –con picos de hasta 10ºC– debido a que el cemento atrapa el calor y el uso intensivo de energía y transporte incrementa las temperaturas.

Por eso “expandir las zonas verdes y azules puede reducir ese efecto isla de calor”, recuerda la investigación del Imperial College. “Ofrecer áreas más frescas [refugios climáticos] puede suponer un salvavidas durante los episodios de calor extremo especialmente para grupos de rentas bajas que suelen habitar en viviendas más calurosas y pobladas”.

Otras de las autoras del trabajo del Imperial College, Frederike Otto, es clara a la hora de relacionar el calentamiento global provocado por los humanos con la subida de las temperaturas y las consecuencias mortales de este calor severo: “La cadena causal que va desde la quema de combustibles fósiles hasta el aumento del calor y la mortalidad es innegable. Si no hubiéramos seguido quemando combustibles fósiles durante las últimas décadas, la mayoría de las 16.500 personas que se estima que han fallecido en Europa este verano no habrían muerto”.

Ambas investigaciones coinciden en reclamar “un rápido abandono de los combustibles fósiles” como fórmula para evitar “veranos cada vez más mortales”.