Cómo aprovechar la temporada del membrillo: las propiedades de esta fruta que casi nunca se consume cruda

Cómo aprovechar la temporada del membrillo: las propiedades de esta fruta que casi nunca se consume cruda

Aunque no tiene la fama de otras frutas, el membrillo es un alimento de gran valor nutricional y, además, ahora está en su momento óptimo para poder degustarlo

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Al ver un membrillo por primera vez alguien podría pensar que se trata de una manzana o una pera deforme porque tienen un tamaño y un color amarillo similares a estos parientes más conocidos. Sin embargo, si algo los diferencia es su apariencia grumosa e irregular que hace que tengan un aspecto poco apetecible y aún menos atractivo, de piel rugosa y áspera.

Y el interior no es que sea más atrayente: la pulpa es compacta, dura y harinosa, poco jugosa, de color blanco-crema con un sabor muy ácido. Otro gran contraste de esta fruta es que, si bien a una manzana le podemos hincar el diente y saborearla sin más en cualquier momento, el membrillo crudo es incomestible.

Sin embargo, una vez cocinado, el membrillo revela un aroma y sabor únicos gracias a los aceites esenciales que contiene. Y lo mejor de todo es que la época de recolección de los primeros membrillos empieza a finales de septiembre y hasta el mes de febrero. ¿Por qué deberíamos incorporarlo a nuestra alimentación?

Propiedades nutricionales del membrillo

El membrillo, de nombre científico Cydonia oblonga, es el fruto del membrillero, de la familia de las rosáceas, que es a la que pertenecen las principales frutas europeas. Y no tiene nada que envidiar a su pariente más cercano, la manzana, si hablamos de sus propiedades nutricionales.

Como la mayoría de las frutas, el membrillo es bajo en calorías y rico en vitaminas, minerales y fibra. Según la Federación Española de Nutrición (FEN), uno de los principales beneficios del membrillo es su bajo aporte calórico: con 57 calorías por cada 100 gramos de fruta fresca, el membrillo es una buena opción si se necesita seguir una dieta baja en calorías.

Aunque no destaca por un compuesto en particular, sí contiene una amplia variedad de nutrientes como vitamina A, B y D, así como potasio, cobre, selenio, zinc, fósforo, calcio, hierro y magnesio. La FEN destaca su abundancia en fibra –pectina y mucílagos– y taninos, las sustancias que le dan la característica astringente.

Esta fibra puede ayudar a mejorar la digestión y a prevenir problemas como el estreñimiento y, en definitiva, promueve la salud del sistema digestivo y también a regular los niveles de azúcar en sangre, lo que lo convierte en una excelente opción para personas que necesitan controlar sus niveles de azúcar. 

Además, contiene ácido málico, un ácido orgánico que forma parte del pigmento vegetal que proporciona el sabor a la fruta. La fruta del membrillo también contiene altos niveles de potasio, un regulador importante a la hora de mantener la presión arterial, aliviando parcialmente el impacto del sodio y minimizando la presión sobre los vasos sanguíneos. 

Pero no acaban aquí sus propiedades: el membrillo también está repleto de antioxidantes, como compuestos fenólicos, que pueden ayudarnos a proteger el organismo contra el estrés oxidativo y reducir el riesgo de enfermedades crónicas. 

Gracias también a su alto contenido de vitamina C, el membrillo desempeña un papel importante en el fortalecimiento del sistema inmunitario, ya que podría ayudar a estimular la producción de glóbulos blancos, claves para un sistema inmunitario fuerte. Incluso hay algunos estudios que indican que los compuestos naturales presentes en el membrillo podrían controlar el desarrollo de bacterias perjudiciales, lo que crea un refuerzo extra para el sistema inmunológico.

Cómo incorporar el membrillo en nuestros platos


Una de las formas más típicas y generalizadas de consumir membrillo es prepararlo en forma de dulce de membrillo.

Ya hemos comentado que es difícil consumir el membrillo crudo porque es duro y tiene un sabor ácido y astringente, una particularidad que se debe sobre todo a la presencia de ciertos químicos presentes en la fruta, conocidos como taninos. Sin embargo, y a pesar de su acidez, podemos cortar y añadir trozos de membrillo bien rallados a las ensaladas de frutas porque así podemos contrarrestar esta acidez.

Pero sin duda una de las formas más típicas y generalizadas de consumir membrillo es prepararlo en forma de dulce de membrillo, una especie de mermelada de consistencia más dura muy usada en postres o como acompañamiento de quesos, frutos secos o higos (aunque deberemos tener cuidado con el azúcar). 

El primer paso para preparar membrillo, sea cual sea la receta, es quitarle la capa peluda, que se desprende con un poco de esfuerzo.

Para la elaboración del dulce en concreto solo necesitamos tres ingredientes: membrillo, azúcar y un poco de zumo de limón. La forma más sencilla de prepararlo es pelarlo y descorazonarlo, cortarlo en cuartos y escalfarlo suavemente en un líquido azucarado. Tras una cocción prolongada, el resultado es una especie de gelatina espesa de pulpa de fruta. 

También podemos añadir al líquido algunas de nuestras especias favoritas para realzar el sabor, como vainilla, jengibre fresco, canela o anís estrellado, cuyos sabores complementan muy bien. 

Un uso común es añadir el membrillo a tartas y puré de manzana para darles un toque extra de sabor. Una vez cocinado, podemos usarlo como aperitivo, rociado con yogur o como ingrediente. Incluso podemos preparar un postre original con membrillos al horno. Hacerlo es fácil: basta con cortar los membrillos por la mitad y colocarlos en una bandeja para hornear con un poco de azúcar, vino tinto y clavo. Una vez cocidos, se pueden servir con helado de vainilla.

El membrillo también aporta un ligero toque dulce a los platos salados como la carne de cerdo, con la que combina de manera particular. Para ello, podemos añadir una o dos cucharadas del líquido de escalfado del membrillo en una vinagreta o añadir trozos de membrillo escalfada en un asado, incluso en una ensalada. 

También podemos asarlo u hornearlo con verduras al horno para realzar su sabor dulce natural. En guisos, el membrillo aporta un toque suave a la carne. Debemos tener presente que la mayoría de las recetas saladas requieren hervir antes el membrillo a fuego lento, al menos durante 15 o 20 minutos, para que la cocción sea completa.