«No duermo más de dos horas seguidas»: cuando la brecha de cuidados empeora el sueño y la salud de las madres

«No duermo más de dos horas seguidas»: cuando la brecha de cuidados empeora el sueño y la salud de las madres

La carga de cuidados y mental de las mujeres, unida al sueño intermitente infantil, hacen que muchas madres no descansen lo suficiente, y esto puede traducirse en problemas de salud mental y física

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Tamara tiene un hijo recién nacido y una hija de siete años. “En este momento estoy intentando sobrevivir, sin dormir nunca más de dos horas seguidas. El bebé se despierta muchas veces de noche, y luego tengo que madrugar para llevar a la mayor al cole. Es agotador”. Es madre en una familia monomarental, por lo que toda la carga recae sobre ella. “Aunque tengo que decir que mis amigas que tienen pareja están igual o peor”, explica.

La hija de Ana acaba de cumplir dos años y todavía no ha dormido ninguna noche del tirón. “Doy lactancia materna a demanda, así que me despierto mil veces cada noche. Básicamente la atiendo yo y mi marido apenas se entera, ya que como él trabaja, la mayor parte de las noches se va a dormir al salón para poder descansar”. En conversación con este medio, reconoce que la falta de descanso le está afectando. “Es desesperante, me siento agotada todos los días: me levanto más cansada de lo que me acuesto, incluso a veces por la noche me da sensación de ansiedad ante lo que me espera. Estoy de mal humor, me duelen las articulaciones, no consigo centrarme en nada…”. Se siente metida en un “bucle” del que le resulta muy difícil salir: “Como duermo mal, siento que necesito comer mucho, sobre todo dulces, tomo mucho café, me alimento regular y apenas hago ejercicio porque no tengo energía”, cuenta.

Brecha en el descanso y en los cuidados

Una encuesta realizada por Oxfam Intermon apunta que dentro de las parejas heterosexuales solo un 5% de los hombres asume responsabilidades en la crianza de forma habitual, frente a un 37% de las mujeres. Otro estudio del Instituto Europeo para la Igualdad de Género concluye que un 92% de las mujeres de la Unión Europea asumen habitualmente cuidados no remunerados, frente a un 68% de los hombres que lo hacen. En cuanto al sueño materno, investigaciones como esta de la Universidad de Valencia relacionan directamente la falta de descanso con la somnolencia y fatiga maternas en los primeros años de crianza. Y una encuesta europea realizada por el Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal, presentada este mes de septiembre, señala que el 78% de las madres españolas declaran sentirse sobrecargadas y el 57 % manifiestan problemas de salud mental.

Casi un 30% de las madres durante los primeros mil días de maternidad tienen un sueño de mala calidad, un 40% de ellas refieren una peor calidad del sueño. Y de ellas, un 13% se queda con un insomnio que debe ser atendido

Gonzalo Pin
pediatra especialista en sueño

“Está muy claro que quienes más sufrimos [la falta de sueño] somos las mujeres, los datos disponibles así lo evidencian”, asegura Diana Crego, psicóloga perinatal en Mi Tribu. Para ella, la brecha de género en los cuidados entre padres y madres en parejas heterosexuales es evidente. “Las mujeres somos las que mayoritariamente nos quedamos al cuidado de nuestras criaturas, lo cual implica que nos levantemos por la noche para atender a nuestro bebé y, por lo tanto, somos las que menos horas de descanso tenemos. Esto se debe a la desequilibrada distribución de los cuidados familiares y domésticos, recayendo la gran mayoría sobre las mujeres, lo que es reflejo de una clara desigualdad de género en cuanto a cuidados”, explica Crego, que acompaña a diario a mujeres que manifiestan sentirse sobrecargadas y reconocen que no pueden descansar.

El doctor Gonzalo Pin es pediatra especialista en sueño. En su consulta hospitalaria atiende familias que sufren la falta de descanso. “Puedo asegurar que más del 90% de la carga en esto la llevan las mujeres, no los hombres”, afirma a elDiario.es. “En los primeros meses de vida, queramos o no, son las madres las que están íntimamente ligadas a los bebés, tanto por lactancia (especialmente si dan lactancia materna) como por oxitocina y desarrollo del vínculo. Casi un 30% de las madres durante los primeros mil días de maternidad tienen un sueño de mala calidad, un 40% de ellas refieren una peor calidad del sueño. Y de ellas, un 13% de las madres se queda con un insomnio que debe ser atendido”, señala el doctor.

María Teresa Ruiz Cantero, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Alicante, y experta en medicina con perspectiva de género, indica la realidad es más compleja. “La evidencia científica ha observado que en general las madres duermen peor: tienen más interrupciones, menos sueño profundo y más sensación de agotamiento. El sueño de los hijos impacta más en el descanso de las madres, lo que puede ser un indicador de que ellas suelen ser quienes más responden durante la noche. Pero esto no significa que los padres no sufran los efectos del mal dormir. Padres comprometidos que comparten turnos nocturnos o cuidan solos también presentan fatiga, estrés, alteraciones del ánimo y problemas de salud”, explica.

La falta de sueño no ocurre en el vacío: está relacionada con la distribución de tareas dentro del hogar. Las madres siguen siendo las principales responsables del cuidado nocturno, incluso si ambos padres trabajan

María Teresa Ruiz Cantero
catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la UA

La catedrática pone el foco en la necesidad de corresponsabilidad: “La falta de sueño no ocurre en el vacío: está relacionada con la distribución de tareas dentro del hogar. En múltiples ocasiones, las madres siguen siendo las principales responsables del cuidado nocturno, incluso si ambos padres trabajan. Eso genera un mayor nivel de interrupción del sueño y agotamiento. Sin embargo, cuando los padres asumen una participación activa, el impacto negativo se reparte mejor y mejora el descanso general de la familia”.

Consecuencias en la salud mental y física

Desde un punto de vista médico, María Teresa Ruiz Cantero señala que dormir mal puede afectar gravemente a la salud. “La ciencia lo deja claro: el sueño es tan importante como la alimentación o el ejercicio físico. Se ha demostrado que dormir mal por largos periodos puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas, hipertensión, obesidad, depresión, e incluso ciertos tipos de cáncer. También debilita el sistema inmune, genera inflamación y altera las hormonas y emociones”, explica.

Comparte esa postura la psicóloga perinatal Diana Crego, que ahonda en las consecuencias que puede tener a nivel psicológico: “La privación de sueño afecta a nivel transversal en toda nuestra persona. En términos de salud mental, esto se refleja en una disminución en la capacidad de concentración, la memoria y resolución de problemas. Digamos que nos cuesta todo mucho más. También hay más irritabilidad, un nivel de paciencia mucho más limitado, menor tolerancia y mayor frustración, lo cual provoca que aumente el riesgo de padecer ansiedad y depresión”, enumera. Y añade una idea más: “Esto puede sonar un poco brusco, pero por algo se usaba la privación de sueño como método de tortura”.

La privación de sueño afecta a nivel transversal en toda nuestra persona

Diana Crego
psicóloga perinatal en Mi Tribu

Algunas pautas para dormir mejor

Las expertas consultadas coinciden en que el sueño intermitente infantil es un hecho que debemos asumir, pero como muchos otros temas en la crianza, es una etapa, y por lo tanto se pasa. “Mientras tanto, lo único que se puede hacer es conocer los ritmos del sueño infantil y adquirir una serie de hábitos que ayuden al descanso de toda la familia”, asegura el doctor Gonzalo Pin. Para él, es importante que ese abordaje se haga de una forma “integral”, sistémica, incluyendo a toda la familia. “Al principio, los padres (sobre todo las madres) y el bebé funcionan en simbiosis, por eso no tiene sentido que nos focalicemos solamente en una de las partes, porque estaremos descuidando la otra”, asegura.


El doctor Gonzalo Pin recomienda “evitar el móvil u otras pantallas “al menos una hora antes de dormir.

El doctor Pin afirma también que “la mayoría de los problemas de sueño se solucionan de día”, en el sentido de que los hábitos que tengamos durante la jornada incidirán directamente en cómo descansamos de noche. “La higiene del sueño tiene que ver con pasar tiempo al aire libre, con que el bebé tenga libertad de movimientos durante el día y los niños hagan ejercicio, pero también con la alimentación de la madre y de los hijos”. Y recomienda “romper los bucles de cafeína” y evitar el móvil u otras pantallas “al menos una hora antes de dormir”. No obstante, reconoce que es muy complicado conseguir descansar con niños pequeños en casa: “Es casi la cuadratura del círculo. Una madre que se reincorpora al trabajo, que duerme mal, que apenas tiene tiempo de autocuidado y que encima lleva carga y culpa va a tener muchas dificultades para descansar, eso es así”.

Diana Crego también cree que la falta de descanso tiene solución, aunque “teóricamente hablando es sencilla, pero en la práctica aún queda mucho trabajo por hacer”. “Comienza por cuidar a quien cuida, redistribuir la carga de los cuidados familiares y del hogar, implementar medidas que favorezcan una conciliación real y tangible, y que a nivel institucional y social aumenten los recursos para tener una balanza más igualitaria que reparta equitativamente el peso que ahora mismo recae sobre las mujeres”, reclama.

Desde que mis hijos han empezado a dormir mejor, me pregunto cómo pude sobrevivir día tras día durante más de tres años sin apenas dormir

Lisbeth
madre de dos hijos de cinco y siete años

También cree que existen pautas para dormir mejor la catedrática de medicina con perspectiva de género María Teresa Ruiz Cantero, siempre que se aborde desde diferentes ángulos. “Puede conseguirse aplicando intervenciones educativas, conductuales y de apoyo emocional, especialmente si se abordan también los problemas de sueño infantiles y se promueve una mayor corresponsabilidad”, concluye.

Lisbeth, madre de dos hijos de cinco y siete años, habla desde la perspectiva temporal que le da haber superado la falta de descanso más intensa: “Desde que mis hijos han empezado a dormir mejor, me pregunto cómo pude sobrevivir día tras día durante más de tres años sin apenas dormir. Ahora, cada vez que por alguna razón duermen mal (porque están enfermos, porque se les escapa el pis, por lo que sea), me levanto agotada y me pregunto cómo pude aguantar tanto”. Y lanza un mensaje de esperanza a otras madres: “A las que estáis ahora mismo agotadas y sin dormir, solo puedo deciros que en algún momento se pasa, aunque es cierto que el precio a pagar es muy alto”.