Trump da un zarpazo a Silicon Valley con un «arancel al talento» para sus especialistas internacionales

Trump da un zarpazo a Silicon Valley con un «arancel al talento» para sus especialistas internacionales

La tasa de 100.000 dólares para entrar en el país que el republicano ha impuesto a los trabajadores especializados afectará especialmente al sector tecnólogico y sus startups

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En los últimos días de la campaña presidencial de 2024, los gigantes tecnológicos estadounidenses decidieron unirse a Elon Musk y apoyar a Donald Trump. Algunos, públicamente; otros, con decenas de millones en donaciones. Esperaban que el nuevo presidente fuera más afín a sus intereses que en su primer mandato. El resultado ha sido un Trump que los mantiene cerca de él, pero que no tiene demasiados reparos a la hora de castigar su negocio.

Primero, con aranceles a la importación desde China o Vietnam con los que la industria tecnológica sufre especialmente. Ahora, con una nueva tasa sobre un visado que ha sido clave para que Silicon Valley atraiga a los mejores trabajadores a nivel internacional. Se trata del H-1B, el mismo que un día utilizó el propio Elon Musk, nacido en Sudáfrica, para entrar en EEUU. También Satya Nadella, consejero delegado de Microsoft, o Sundar Pichai, director ejecutivo de Google, ambos de origen indio.

Ahora, cualquier trabajador que quiera obtener el H-1B tendrá que desembolsar 100.000 dólares (unos 85.000 euros). Este visado no es solamente para especialistas tecnológicos, sino que se creó en 1990 para personas con una licenciatura o un título superior en áreas donde las vacantes se consideran difíciles de cubrir, especialmente en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Sin embargo, la realidad es que las grandes tecnológicas son las que más recurren a estos permisos para atraer talento internacional.

Decenas de miles de trabajadores y sus familias dependen del H-1B. La orden que Trump firmó el viernes para unirlo a esa tasa de 100.000 dólares originó escenas de pánico. La Casa Blanca no explicó si los actuales concesionarios de ese visado tendrían que abonar la suma si estaban fuera del país, por lo que las grandes tecnológicas pidieron a todos sus empleados que regresaran antes del domingo, cuando el pago entraba en vigor. “Volved a casa ahora, antes de que la proclamación entre en vigor”, envió Google a sus trabajadores.

El caos se desató tanto en los aeropuertos de EEUU como en el extranjero. En las redes sociales se publicaron escenas como las del vuelo de Emirates de San Francisco a Dubai, que debía salir poco después del anuncio de Trump y se retrasó tres horas después de que muchos de sus pasajeros, cuyo destino final era la India, impidieran el despegue y abandonaran el avión por miedo de no poder regresar a suelo estadounidense. Finalmente la Casa Blanca aclaró que quienes ya tuvieran la H-1B no tendrían que volver a pagar.

El 70% de estos visados van a ciudadanos procedentes de la India y el 12% a trabajadores chinos. El Gobierno de Trump asegura que el sistema de las H-1B se ha ido convirtiendo en una vía para contratar trabajadores extranjeros con salarios por debajo de lo que cobrarían los estadounidenses especializados en tecnología. Es cierto que no se podría entender Silicon Valley sin atender a la importancia que tiene el talento llegado de estos países. No obstante, no lo es que el sector les trate como mano de obra barata.

Los más altos puestos directivos de las grandes tecnológicas están repletos de personas nacidas fuera de EEUU. Además de los directores ejecutivos de Microsoft o Google, también están los de Nvidia (Jensen Huang, Taiwán), IBM (Arvind Krishna, India), Intel (Lip-Bu Tan, Malasia), Uber (Dara Khosrowshahi, Irán), Adobe (Shantanu Narayen, India), Qualcomm (Cristiano Amo, Brasil) o HP (Enrique Lores, Madrid), entre otros.

Algunos analistas encuadran la tasa no como una medida para proteger a los trabajadores estadounidenses, sino como un nuevo arancel para las grandes tecnológicas. En concreto “un arancel sobre el talento”: “La Casa Blanca lo presenta como un filtro patriótico, diciéndoles a las empresas que deben pagar si realmente necesitan el talento”, dice Sanchit Vir Gogia, analista jefe y consejero delegado de la consultora Greyhound Research.

“Pero no se trata de un ajuste gradual. Es un arancel sobre las habilidades. Equipara la genialidad con los balances financieros y obliga a las empresas a racionar el talento crítico”, continúa Gogia.

Las startups, las más perjudicadas

Trump ya intentó restringir los H-1B durante su primera etapa en la Casa Blanca. Entonces Silicon Valley, que al contrario que ahora, fue un constante foco de oposición interna a sus políticas, se revolvió contra la medida. Se organizaron manifestaciones para pararlo. “Espero que este sea uno de los momentos decisivos en que la gente se una contra esta administración”, dijo en una de ellas un joven Sam Altman, hoy director ejecutivo de OpenAI. Altman ha pasado de liderar protestas contra Trump a formar parte de su corte tecnológica.

En esta ocasión la mayoría de líderes de Silicon Valley ha optado por permanecer en silencio. Incluso Elon Musk, que el pasado diciembre criticó duramente la posibilidad de establecer límites a las H-1B (“Iré a la guerra en este asunto de una magnitud que no pueden comprender”, afirmó) ha preferido respetar el pacto de no agresión que en los últimos meses rige su relación con Trump.

Hasta ahora, las H1-B se sorteaban entre los solicitantes en una lotería, con un máximo de 85.000 al año. Ahora, el sector espera que la política de las grandes empresas sea financiar el pago de esa tasa a los trabajadores como un arancel más. “El impuesto de 100.000 dólares anuales de Trump es una gran solución. Significará que la visa H-1B se usará solo para empleos de alto valor, lo que significa que no se necesitará una lotería y habrá más seguridad para esos empleos”, ha tuiteado Reed Hastings, presidente de Netflix y tradicional donante demócrata.

Sin embargo, el discurso cambia en lo relativo a las startups, que no podrán acometer esa inversión. “Una tasa de 100.000 dólares para el visado H-1B no molestará a las grandes tecnológicas, pero dejará cojas tanto a las startups como a las bodyshops [agencias que actúan como intermediaria para colocar trabajadores especializados, generalmente extranjeros, en otras compañías] y eso es un error”, ha escrito en LinkedIn Garry Tan, director ejectivo de Y Combinator, la aceleradora de startups más prestigiosa de Silicon Valley.

En plena carrera armamentística de la IA, les estamos diciendo a los creadores que construyan en otro sitio. Lo que necesitamos es que gane la ‘pequeña tecnología estadounidense’, no peajes de 100.000 dólares

Garry Tan
Responsable de la principal aceleradora de startups de Silicon Valley

“Los equipos incipientes no pueden tragar con ese impuesto. Las bodyshops que abusan del H-1B deberían ser frenadas. Hay formas de hacerlo sin apuntalar a las grandes tecnológicas ni asfixiar a las startups”, prosigue Tan: “Ciudades como Vancouver o Toronto prosperarán en lugar de las ciudades estadounidenses. En plena carrera armamentística de la IA, les estamos diciendo a los creadores que construyan en otro sitio. Lo que necesitamos es que gane la pequeña tecnología estadounidense, no peajes de 100.000 dólares”.

Las startups europeas han presentado su candidatura a hacerse con esos puestos. “Las visas H-1B están generando mucha incertidumbre ahora mismo”, ha escrito en la misma red social Victor Riparbelli, que dirige Synthesia, una startup de vídeo con IA con categoría de unicornio y sede en Londres. “Por suerte, no se necesitan para conseguir un trabajo como el de Silicon Valley”, añadía. LinkedIn se ha llegado de publicaciones por el estilo de startups de todo el continente.

Trump ha asegurado que utilizará los fondos de la nueva tasa para mejorar la capacitación tecnológica de los ciudadanos estadounidenses. Sin embargo, su guerra abierta contra las universidades del país hace que parezca poco probable un impulso en ese sentido. Para Sanchit Vir Gogia, de Greyhound Research, el resultado será mayor deslocalización de los centros de trabajo hacia países como la India, así como una mayor automatización de las labores junior en las tecnológicas.