
Más cerca de saber quién mató a Helena Jubany: «Han pasado 24 años, pero se empieza a hacer justicia»
La familia de la bibliotecaria asesinada en Sabadell en 2001 encara con esperanza los nuevos resultados de ADN que acorralan a los sospechosos y que pueden impedir que el crimen quede impune
‘Crims’, de la televisión a rescatar causas condenadas al olvido
“Todavía quedan algunas curvas, pero ya encaramos la recta final”. Joan Jubany se expresa con una serenidad envidiable. Es el hermano de Helena Jubany, la joven que fue asesinada en Sabadell (Barcelona) en 2001. Más de dos décadas después, la familia acoge con cautela, pero también con un punto de esperanza, la recta final de la instrucción de un caso que es algo más que un feminicidio y que sirve para ilustrar lo mejor y lo peor de la investigación judicial.
A Helena Jubany la mataron el 2 de diciembre de 2001. El crimen fue cruel. Los homicidas quisieron fingir un suicidio, pero la cantidad de benzodiacepinas halladas en el cuerpo de la joven señalaron que había sido drogada y arrastrada por sus asesinos antes de ser arrojada al vacío desde la azotea de un patio de su casa. En las semanas previas, además, la víctima había recibido anónimos, claves del caso, escritos por alguien que solo podía provenir de su entorno.
“Nos gustaría mucho volver a coincidir en una excursión de la UES”, rezaba una de las notas que Helena Jubany recibió antes de ser asesinada. Las siglas corresponden a la Unió Excursionista de Sabadell, en la que participaba la joven, bibliotecaria de profesión y aficionada a la naturaleza y la montaña.
Los investigadores se centraron en miembros de la UES. De los cuatro sospechosos, una se suicidó mientras estaba en prisión provisional en 2002. Los otros tres, dos hombres y una mujer, permanecen investigados a día de hoy después de que el caso se archivara en 2005 (la Fiscalía declinó sacar adelante una acusación) y se reabriera en 2021. “Han pasado casi 24 años, pero creo que con el juicio se podrá empezar a hacer justicia y saber toda la verdad”, valora Jubany.
La familia lo había intentado todo. Pero el “muro” de la Justicia, en palabras de Jubany, resultó infranqueable y todas las peticiones para reabrir el caso se rechazaron. “Entramos en un círculo vicioso: la policía decía que no podía seguir investigando si no lo autorizaba el juez, y el juez decía que no lo podía ordenar si la policía no le aportaba nuevas pruebas. Como familia vimos que, si seguíamos intentándolo, nos haríamos daño”, rememora el hermano de la bibliotecaria.
Los familiares y amigos realizaron “un cambio de chip” y quisieron “recordar a Helena en positivo”, explica Joan Jubany. La fórmula fue crear la Associació Cultural Helena Jubany y unos premios literarios en 2008, que se siguen entregando anualmente, para recordar a su hermana mediante la literatura y los cuentos, otra de sus pasiones.
Todo cambió en marzo 2020. Con Catalunya, como casi todo el mundo, encerrada en casa por culpa de la pandemia, TV3 emite un programa de Crims, el true crime de Carles Porta, dedicado a Helena Jubany. “El episodio fue un revulsivo brutal”, recuerda Jubany.
El programa sirvió para remover conciencias. A la familia le empezaron a llegar nuevas informaciones sobre el caso “que han sido claves para llegar hasta donde estamos ahora”, resalta Jubany. Y se creó una ola de solidaridad, desde Sabadell pero por toda Catalunya, para que el feminicidio no se olvidara. “La lucha de la familia se transformó en lucha popular, y desde entonces nos venimos sintiendo muy acompañados”, destaca el hermano de Helena.
La clave son las personas, no las instituciones
Los que no cambiaron su posición fueron los sospechosos iniciales (uno de ellos señalado con rotundidad por uno de los investigadores en Crims, con la causa todavía archivada) o la Unió Excursionista de Sabadell. “Parecían más preocupados por la buena imagen de la institución que porque hubieran matado a una de sus socias”, lamenta Jubany.
De la mano del abogado Benet Salellas, la familia ha logrado en estos últimos años traspasar el obstáculo que durante más de una década parecía inamovible para reabrir el caso: la obtención de hechos e indicios nuevos. El caso ya estaba prescrito para cualquier eventual nuevo imputado, pero no para los que lo estuvieron al inicio de la investigación: S.L., principal sospechoso, X.J. y A.E.
Entre los elementos de “eficacia identificativa incontestable”, según resalta la jueza instructora en su última resolución, han pesado los análisis de ADN con técnicas que no existían hace 20 años. Los trabajos del laboratorio de ADN de la Comisaría General de la Policía Científica del Cuerpo Nacional de Policía han permitido hallar coincidencias con el ADN de S.L. en el jersey que vestía la víctima cuando fue asesinada.
El análisis concluye que hay una alta probabilidad de que el ADN de S.L. forme parte de los hallados en la prenda de la víctima y apunta además a la presencia de material genético nuclear de una mujer. Ahora la magistrada ha ordenado a la Policía analizar si ese material genético femenino del jersey corresponde con A.E., una vez descartado que fuera de la sospechosa que se suicidó y de la propia Jubany.
El hermano de la bibliotecaria solo tiene palabras de agradecimiento para las científicas de la comisaría que han contribuido a sentar las bases para que el caso pueda juzgarse. Y agrega una reflexión sobre sus más de dos décadas de tortuosa relación con la administración de justicia y todos sus operadores: “Al final no es tanto la institución, sino la persona concreta con quien te encuentras detrás de la ventanilla”.
“Nos hemos encontrado policías que no tenían los medios punteros para resolver el crimen, pero que pusieron su alma y todavía lo sienten como una espina clavada. En cambio, otros no han querido sobrecargarse de trabajo”, asevera. Con los que nunca ha hablado directamente, afirma, son los distintos jueces de instrucción del caso.
Aunque la declaración de S.L. estaba fijada para este viernes, se ha suspendido y se busca fecha para celebrarla este otoño. “Si ha estado callado 24 años, dudo que ahora hable”, manifiesta Joan Jubany. Diga algo o se acoja a su derecho a no declarar, difícilmente podrá esquivar el banquillo de los acusados. En tiempo de descuento para la prescripción, pero dentro de los límites para que el asesinato de Helena Jubany no quede impune.