
Señor Feijóo, queremos menos masculinidad para no llevar pulseras
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Hola,
El tema de esta semana está siendo lo que ha sucedido con el sistema de control telemático de maltratadores, lo que llamamos las pulseras para maltratadores pero que, oficialmente, se denomina sistema Cometa. No quería tanto entretenerme en los entresijos como aportar una mirada lateral: la reacción de las derechas. Pero, antes, te dejo lo que publicamos hoy, un resumen con claves, y la entrevista que le hemos hecho a la ministra Ana Redondo.
Ha habido incidencias, eso es un hecho. Primero, un problema en el travase de datos entre una empresa y otra (la adjudicación cambió a comienzos de 2024 de Telefónica a Vodafone con Securitas) que hizo que se perdiera, temporalmente, información anterior a marzo de 2024. Después, una vez empezó a funcionar el servicio con la nueva empresa, comenzaron otro tipo de errores que hicieron que las alarmas de los dispositivos saltaran en muchas más ocasiones. Y eso, a su vez, trajo otras incidencias (no era la primera vez que se producían hechos así, pero por lo que sabemos, crecieron exponencialmente).
¿Ha dejado de funcionar el sistema?, ¿ha dejado de proteger a las mujeres? No. ¿Hace eso que estas incidencias no sean relevantes? Tampoco, cualquier incidencia en un sistema tan delicado es importante, y aquí, durante meses, se acumularon muchas (y muchas tuvieron que ver con una mayor sensibilidad del sistema). Lo que sabemos es que la plantilla avisó e insistió a las empresas de lo que sucedía y que el Ministerio hizo seguimiento del caso y trabajó con las compañías para que se solucionaran. ¿Fue eso suficiente?, ¿podemos afirmar que esas empresas han incumplido el contrato que les adjudicó? No tenemos ahora todas las respuestas (creo) o no con la rotundidad que a veces parece pedirnos la inmediatez de las redes sociales o de nuestro trabajo (o de la espiral del ‘debate’ público que se crea a veces).
«Es el resumen de cuál es y va a ser la posición de la derecha: apostar por el enfoque del miedo y de la seguridad, en lugar del enfoque de la transformación social; abogar por la solución policial y penal, en lugar de entender que el machismo es un problema estructural que necesita de políticas sociales, de educación, de inversión, y para el que, sí, abordar la masculinidad es absolutamente imprescindible»
Lo que es llamativo (o no) es la posición de las derechas. Una frase de ayer del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, me escandalizó. Dijo: “Las mujeres de España necesitan más policías y más pulseras de calidad, y menos talleres de masculinidad”. La intervención de miembros de Vox en el Congreso fue similar, aprovechando el debate sobre las pulseras para colar su propuesta de aprobar una suerte de cadena perpetua y soltar el bulo de que el Gobierno va liberando a agresores sexuales y maltratadores.
Es el resumen de cuál es y va a ser la posición de la derecha respecto de las violencias machistas: apostar por el enfoque del miedo y de la seguridad, en lugar del enfoque de la transformación social; abogar por la solución policial y penal, en lugar de entender que el machismo es un problema estructural que necesita de políticas sociales, de educación, de inversión, y para el que, sí, abordar la masculinidad es absolutamente imprescindible.
Es preocupante, por lo que supone de negación de cuál es el auténtico problema y, por lo tanto, de dónde tienen que venir las soluciones. Es, también, una manera eficaz de borrar al feminismo de la ecuación: el problema es de seguridad -unos pocos hombres generan violencia- y la manera de abordarlo elimina las aportaciones y propuestas feministas. Y una forma de vender su agenda autoritatia, punitivista y xenófoba.
Mientras hagan falta las pulseras, que haya las mejores pulseras, el mejor sistema. Pero aspiramos a no llevar pulseras, a no ser violentadas, negadas, domesticadas, silenciadas, vejadas, tratadas como ciudadanas de segunda o como estúpidas.
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La semana que viene, más. Un abrazo.
Ana