Hallan pruebas de que la ELA actúa como una enfermedad autoinmune, lo que abre una vía a posibles nuevos tratamientos

Hallan pruebas de que la ELA actúa como una enfermedad autoinmune, lo que abre una vía a posibles nuevos tratamientos

Los investigadores muestran por primera vez cómo las células T inflamatorias atacan por error ciertas proteínas del sistema nervioso en personas con ELA y desencadenan la muerte celular que causa la enfermedad

Hemeroteca – Pacientes con la enfermedad de Huntington son tratados por primera vez con éxito mediante terapia génica

La Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) es una enfermedad neurodegenerativa con una esperanza de vida media de unos cuatro años tras el diagnóstico. El daño principal es la pérdida de las neuronas motoras, lo que lleva a la parálisis y finalmente a la muerte, pero la causa exacta que lo desencadena se desconoce. Dado que se producen neuroinflamación y altos niveles de infiltración de células T, durante mucho tiempo se ha planteado la hipótesis de que se trata de un proceso autoinmune, pero no había ninguna evidencia directa. 

Ahora, un equipo de investigadores del Instituto de Inmunología de La Jolla (LJI) y del Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia ha dado un paso adelante en la comprensión de la enfermedad al encontrar las primeras pruebas de que la ELA se comporta como una enfermedad autoinmune. En un trabajo publicado este miércoles en la revista Nature, el equipo de Alessandro Sette y David Sulzer muestra que las células inmunitarias inflamatorias, llamadas linfocitos T CD4+, atacan por error ciertas proteínas del sistema nervioso en personas con ELA.

Los autores han analizado células mononucleares de donaciones de sangre completa de 40 personas con ELA y 28 controles sanos de la misma edad y sexo procedentes de cuatro centros clínicos colaboradores en todo EEUU. En estas muestras descubrieron que las personas con la forma genética más frecuente de la ELA producen una gran cantidad de linfocitos T CD4+ que atacan una proteína específica llamada C9orf72, expresada en las neuronas. Este tipo de autoataque es la característica distintiva de la enfermedad autoinmune. 

Este es el primer estudio que demuestra claramente que en las personas con ELA hay una reacción autoinmune que ataca a proteínas específicas asociadas con la enfermedad

Alessandro Sette
Investigador del Instituto de Inmunología de La Jolla (LJI) y líder del estudio 

“Este es el primer estudio que demuestra claramente que en las personas con ELA hay una reacción autoinmune que ataca a proteínas específicas asociadas con la enfermedad”, afirma Sette en una nota de prensa. “La ELA tiene un componente autoinmunitario, y este estudio nos da pistas sobre por qué la enfermedad progresa tan rápidamente”, añade Sulzer. “Esta investigación también nos ofrece una posible dirección para el tratamiento de la enfermedad”.

Longevidad en dos grupos de pacientes

Aunque la ELA suele progresar rápidamente, alrededor del diez por ciento de los pacientes viven con la enfermedad durante diez años o más. En los casos más extremos, como el físico Stephen Hawking, viven más de 50 años tras su diagnóstico. Los científicos no están seguros de qué explica esta variación y hasta ahora lo han vinculado ciertos factores genéticos y ambientales. Este estudio sugiere que el sistema inmunológico podría jugar un papel importante en los tiempos de supervivencia del paciente. 

Los autores llegan a esta conclusión porque, al examinar las respuestas de las células T en pacientes con ELA, encontraron dos grupos distintos, unos con supervivencia prevista más corta, cuyas células T CD4+ inflamatorias liberaron rápidamente mediadores inflamatorios al reconocer las proteínas C9orf72, y otro con tiempos de supervivencia prevista significativamente más largos, en el que los pacientes presentaban, a la vez, un mayor número de células T diferentes, células T CD4+ antiinflamatorias.  

Esto apunta a que las células T CD4+ podrían reducir las respuestas autoinmunes dañinas y ralentizar la progresión de la ELA, por lo que una posible vía terapéutica contra la ELA podría consistir en aumentar las respuestas protectoras de las células T CD4+ y reducir la inflamación dañina, aunque todavía estamos en una fase muy prematura. 

Por otro lado, Sette cree que este enfoque podría aplicarse a otros trastornos como el párkinson, la enfermedad de Huntington y el alzhéimer, donde también han encontrado conexiones con la autoinmunidad. “Existen varias enfermedades neurodegenerativas en las que ahora tenemos evidencia clara de la participación de las células inmunitarias”, afirma. “Esto se está convirtiendo en la regla de las enfermedades neurodegenerativas, más que en la excepción”.

Prometedor, pero preliminar

Marcos López Hoyos, jefe del servicio de Inmunología del Hospital de Valdecilla y director científico del Instituto de Investigación Sanitaria (IDIVAL), cree que es un trabajo muy interesante, aunque todavía preliminar. “Los autores demuestran muy bien una respuesta de células T, y si esta teoría autoinmune se confirma, puede revolucionar en el contexto de los tratamientos dirigidos a ELA”, asegura a elDiario.es

Esto no va a cambiar totalmente el manejo de la ELA, pero el resultado es realmente significativo y abre una vía de trabajo muy interesante

Marcos López Hoyos
Jefe del servicio de Inmunología del Hospital de Valdecilla

En opinión de López Hoyos, se necesitan más estudios para ver si hay otros péptidos que desaten esta respuesta, como pasa en otras enfermedades autoinmunes. En caso de confirmarse el resultado, subraya, podríamos empezar a pensar en posibles tratamientos con anticuerpos monoclonales o con fármacos inhibidores o antiinflamatorios. “Eso todavía está por ver y no va a cambiar totalmente el manejo de la ELA, pero el resultado es realmente significativo y abre una vía de trabajo muy interesante”, explica.

Adolfo López de Munain, director científico de CIBER de Neurodegenerativas y Director del Área de Neurociencias IIS Biodonostia, recuerda que con la ELA hay que ser cautos, ya que otros estudios que reclamaban haber descubierto la “piedra filosofal” de esta enfermedad han fracasado. “La ELA se pone en marcha probablemente por un conjunto de vías, algunas que no tienen nada que ver unas con otras, por las cuales se llega a la degeneración y a la muerte de la motoneurona”, describe. “Y cuando estos resultados de laboratorio se aplican a los enfermos reales, con realidades diferentes, el asunto no funciona”. 

Primero hay que ver en qué proporción de pacientes ocurre, si esto es condición necesaria pero no suficiente y cuál es el peso que tiene este elemento en la definición clínica

Adolfo López de Munain
Director científico de CIBER de Neurodegenerativas y Director del Área de Neurociencias IIS Biodonostia

Como especialista en esta enfermedad, conoce desde hace tiempo que en la ELA se producen una serie de eventos que tienen que ver con la inmunidad. “Lo que es una idea nueva de este artículo es que efectivamente encuentran unos anticuerpos que están presentes en las formas genéticas más frecuentes de la enfermedad, pero de ahí a decir que es una enfermedad autoinmune va un trecho”, señala. “Primero hay que ver en qué proporción de pacientes ocurre, si esto es condición necesaria pero no suficiente y cuál es el peso que tiene este elemento en la definición clínica”, advierte. 

“A mí no me importa cómo empieza, a mí me importa cómo está la ELA cuando el paciente viene a la consulta”, argumenta el experto. “Si yo llego al incendio cuando ya ha arrasado 2.000 hectáreas, me importa bastante poco en qué punto del monte se inició el fuego”. Siguiendo con las metáforas, con los efectos en la inmunidad podría ocurrir como con la luz de la estrella Alfa Centauri, que cuando la vemos salió hace cuatro años del punto de partida. “Es posible que en el inicio la inmunidad sea un factor importante, pero quizá cuando lo detectemos ya estén en marcha fenómenos secundarios que son los que hacen que la enfermedad cabalgue”.

En España hay entre 4.000 y 4.500 personas con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) y se diagnostican unos 900 nuevos casos cada año, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). “Nosotros tenemos aproximadamente unos cuatro enfermos por 100.000 habitantes y se renuevan completamente cada tres años”, explica el experto, que coordina el proyecto colaborativo SEED-ALS. “Es decir, los enfermos que tengo, salvo alguna excepción de largos supervivientes, se mueren aproximadamente en un plazo de 36 meses. Por eso, la urgencia de los enfermos es que dispongamos de tratamientos”, concluye.