
Descifrando la (nueva) Vox-manía
Vox vuelve a estar de moda. Y esta vez parece pescar en más caladeros de voto y ser una opción política más atractiva para el electorado joven. Frente a la imagen de un partido radical, xenófobo y divisivo, está consiguiendo que, cada vez más ciudadanos, lo perciban como el altavoz que amplifica y recoge su descontento político concreto
Avanza el otoño en España con un foco puesto en el auge demoscópico de Vox. Las encuestas publicadas desde el inicio de septiembre apuntan en la misma dirección: el partido de extrema derecha liderado por Santiago Abascal parece cautivar a más electores, pescar en más caladeros de voto y ser el nuevo partido de moda entre los jóvenes. Todo ello, además, después de un verano en el que sus dirigentes han subido los decibelios del debate público probando cómo se pueden utilizar incidentes aislados protagonizados por personas de origen inmigrante, como el de Torre Pacheco, para alentar la xenofobia y plantear como aceptables propuestas que antes eran impensables. ¿Confiscar y hundir barcos de rescate humanitario como el Open Arms por ser “barcos de negreros” ?; ¿Deportar incluso a los inmigrantes nacionalizados y a sus hijos nacidos en España para que “el pueblo español no sea reemplazado ni cultural ni demográficamente”?
No es la primera vez que la popularidad de este partido es objeto de atención, pero nunca sus expectativas a nivel nacional habían sido tan elevadas como ahora. Por ello, cabe preguntarse cuál es la magnitud de la Vox-manía actual y cómo explicarla.
Los indicadores de voto: algunos datos
Empecemos por recordar que Vox es un partido que, tras su fundación a finales de 2013 por ex miembros del ala más derechista del PP, cosechó fracasos electorales hasta 2018 (con las elecciones andaluzas como punto de inflexión), y no fue hasta finales de 2019 cuando irrumpió en el Congreso como tercera fuerza política del país. Según se desprende de un análisis realizado por los politólogos José Rama y Andrés Santana, el retrato del votante de Vox era, hace seis años, el de un hombre, de 44 años, de derechas, de nivel educativo medio y de clase media-alta. En comparación con los votantes de otros partidos, los de Vox eran “algo más jóvenes, considerablemente más de derechas y estaban sobrerrepresentados entre los hombres”.
Si se celebraran, en este momento comicios generales, se estima que Vox podría llegar a aglutinar hasta el 18% del voto. Esto supondría su mejor registro hasta el momento, pues su techo electoral está situado en el 15% (más de 3,6 millones de votantes, elecciones generales de noviembre de 2019). Respecto a las últimas elecciones generales (2023), esta formación política vería incrementado su apoyo en cerca de seis puntos porcentuales.
Según el barómetro de septiembre del CIS, Vox es el partido de ámbito nacional que consigue retener una mayor proporción de electores fieles (casi el 80% de los que votaron a este partido en las generales de 2023 volverían a hacerlo), al tiempo que es también el partido que más votantes infieles atrae de otras fuerzas políticas. En concreto, los votantes que se fugan del PP a Vox rondan el 13% (lean el post Un millón de votos de Lluís Orriols), siendo significativo su avance entre los electores que se consideran de centro derecha. A ello hay que sumar que Vox también seduce a votantes que optaron por el PSOE en 2023, en concreto a unos 100.000 (1,3%). Y adivinen qué partido es el preferido en voto entre los electores que optaron por abstenerse en 2023. Exacto: es Vox.
Sigamos con las tendencias de voto por las características sociodemográficas de los votantes. En enero de este año Vox se había convertido ya, según los datos del CIS, en la primera opción de voto entre los más jóvenes. Casi un 22% de los votantes que tienen entre 18 y 24 años introduciría ahora en la urna la papeleta de Vox, lo que sería el doble de los jóvenes que lo hicieron en las elecciones generales de 2023, en las que el PSOE fue el partido más votado. Por otra parte, Vox es ahora también el partido que recibe más apoyos potenciales en la franja de edad de entre 25 y 34 años y crece en la siguiente (35-44 años). En cualquier caso, cuanto más joven es el elector, más apoyo potencial recibe ahora Vox.
Otras conclusiones interesantes son las obtenidas por Borja Andrino y Kiko Llaneras a partir de las encuestas de 40dB y tomando 2023 como año de comparación. Aunque Vox sigue siendo un partido masculinizado, parece haber ganado enteros entre las mujeres, particularmente entre las votantes más jóvenes. A lo que habría que sumar también la capacidad que tiene esta formación política para avanzar en todas las clases sociales.
Factores que juegan a favor de Vox
No hace tanto tiempo, menos de una década, la pregunta, sobre todo fuera de España, era por qué aquí, al contrario de lo que ocurría en otros países europeos, no existía una fuerza política exitosa de extrema derecha. Para los que quieran recordar las razones que se daban en 2017 pueden leer o releer este interesante artículo de Jorge Galindo y el resumen de una investigación realizada por el Real Instituto Elcano que llevaba por título “la excepción española”.
Ahora, en cambio, la pregunta es la opuesta: por qué Vox tiene tanto éxito. Los factores explicativos pueden incluirse en un listado cada vez más largo. La pujanza de la extrema derecha en todo el mundo es incuestionable, y se retroalimenta. Cuando un movimiento político parece estar de moda, muchos se suben al carro. Desde hace años, la extrema derecha ha sido eficaz a la hora de expandir su ideario reaccionario a través de medios no convencionales, usando las redes sociales para llegar al público más joven. Se ha impuesto la batalla cultural, y eso favorece a Vox con su agenda polarizadora y divisiva en torno a la inmigración, el feminismo, los derechos, etc.
Asimismo, el descontento con la globalización ha acabado cristalizando en una reacción contra los valores (diversidad, multiculturalismo, apertura, pluralidad, progreso, etc.) con los que se asociaba ésta, y Vox lo capitaliza con la defensa de los valores opuestos envueltos en una retórica liberadora (poder decir lo que antes estaba mal visto). Los jóvenes pueden verse seducidos por lo que tienen de antisistema y rupturista (contra el orden establecido) las fuerzas de extrema derecha. La concatenación de crisis mundiales (financiera, económica, sanitaria, geopolítica) en los últimos diecisiete años ha ido creando un clima de inseguridad e incertidumbre que lleva a las sociedades a ser receptivas a las promesas de quienes les ofrecen seguridad y protección a cualquier precio. Especialmente cuando cala la percepción social de que los políticos tradicionales sólo defienden sus intereses y las políticas que llevan a cabo no resuelven los problemas del pueblo. Las alianzas y el mimetismo de las fuerzas políticas conservadoras y de derecha tradicional con los partidos de ultraderecha, lejos de frenarlos, los refuerza.
El pilar sobre el que se asientan estos elementos es el malestar político, que empezó a fraguarse con la crisis financiera de 2008, como la gran crisis de la globalización liberal económica y política, y de todas sus disfuncionalidades. En España primero fue Podemos el que, como nuevo partido, lo capitalizó, subido a la ola de indignación de tendencia progresista. Después le llegó el turno a Ciudadanos que, a base de competir en el eje nacionalista, acabó por darle el testigo a Vox como nuevo partido atrapa-descontentos.
Actualmente, Vox aprovecha que la ola global de indignación se ha transformado en una ola de resentimiento, y su canalización no es de signo progresista, sino reaccionario. La letra de una vuelta al pasado puede sonar bien a muchos cuando el futuro lleva casi dos décadas sin ser prometedor. De este modo, frente a la imagen de un partido radical, xenófobo y divisivo es posible que Vox esté consiguiendo que, cada vez más ciudadanos, lo perciban como el altavoz que amplifica y recoge su descontento político concreto, ya sea por la vivienda, por la corrupción, por el hartazgo con lo políticamente correcto, etc.
No es baladí que las nuevas marcas electorales que han surgido y siguen surgiendo en España desde 2013 lo hagan rehuyendo del encasillamiento ideológico, con el fin de venderse como opciones transversales para los votantes descontentos. Por eso, puede ser que, en un tiempo, la pregunta que tengamos que responder sobre Vox es por qué ha dejado de ser el partido de moda, y pongamos la atención en otro. De hecho, en las pasadas elecciones europeas de 2024, Vox vio frenado su crecimiento por la irrupción de la marca ultra Se acabó la Fiesta.
Pero mientras continúa la Vox-manía, les recomiendo, si no lo han hecho aún, que vean la serie francesa La Fiebre. Tan sólo seis capítulos para comprobar que la realidad se asemeja cada vez más a la ficción.