
David Erritzøe, psiquiatra: «Las drogas psicodélicas abren una ventana al cambio biológico del cerebro»
El director clínico del Centro de Investigación Psicodélica del Imperial College de Londres es uno de los científicos al frente de la nueva ola que explora el potencial terapéutico de la psilocibina, el LSD o el MDMA en trastornos graves
Descubren el efecto de los hongos alucinógenos en el cerebro: “La psilocibina borra temporalmente tu individualidad”
En 2023, un grupo de investigadores encontró en Menorca restos de drogas psicodélicos en el mechón de pelo de un antiguo chamán. La muestra es de hace más de 3.000 años, pero hay evidencia incluso anterior para afirmar que los humanos consumen estas sustancias desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, el rumbo de la historia terminó por condenar al aislamiento y al ostracismo a los alucinógenos en una parte del mundo: primero, por la expansión del cristianismo; y después, ya en el siglo XX, por la asociación del consumo con grupos culturales incómodos para el sistema que desembocó finalmente en la prohibición.
Pero desde hace unos años algo está cambiando: la ciencia ha tomado el mando en la recuperación de estas sustancias para tratar trastornos graves en el entorno clínico, como el estrés postraumático, obsesiones, adicciones o depresiones resistentes. Como una muestra de este viraje de rumbo, el Ilustre Colegio de Médicos de Madrid (ICOMEM) acoge este fin de semana un congreso organizado por la Fundación Inawe –el observatorio español para la divulgación de la ciencia alrededor del uso terapéutico de estas sustancias– que ha reunido a los más punteros investigadores en psicodelia, neurociencia y salud mental.
La conferencia magistral ha corrido a cargo del danés David Erritzøe, director clínico del Centro de Investigación Psicodélica del Imperial College de Londres y uno de los hombres al frente de la nueva ola de científicos que exploran el potencial terapéutico de estos compuestos. Su equipo investiga los mecanismos cerebrales y las posibilidades del MDMA, la ketamina y los psicodélicos más clásicos como la psilocibina o el LSD. Australia, Suiza, República Checa o Alemania ya permiten tratar, con acompañamiento psicológico y diferentes indicaciones, a pacientes con trastornos graves.
Las sustancias psicodélicas están viviendo un renacimiento. ¿El rechazo el año pasado por parte de la agencia reguladora de EEUU, la FDA, del tratamiento con MDMA para el estrés postraumático es un revés relevante o más bien indica qué hay que solucionar para aprobar el tratamiento?
Ambas cosas. En cierto modo, es un revés porque hasta entonces habíamos visto actitudes positivas por parte de organismos reguladores como la FDA o la EMA en Europa, que habían apoyado el desarrollo y aportado información positiva y asesoramiento sobre lo que hay que hacer para que estos medicamentos sean aprobados. Pero pasaron muchas cosas. Hubo una campaña en contra y creo que algunas personas han argumentado que quienes lo evaluaron quizá no tuvieron el tiempo suficiente o la formación profunda para evaluarlo. Muchas de las cosas que surgieron eran cuestiones que ya se habían abordado y debatido a lo largo de los años. Eso me sorprendió un poco.
Al mismo tiempo, hay que dar un paso atrás y pensar cuáles son las ventajas de plantear preguntas críticas y más exigencias y antes de dar luz verde a un nuevo tratamiento siempre es bueno conocer todos los datos posibles para llenar los vacíos de conocimiento. Por lo tanto, si se añade un ensayo independiente, realizado por otros, no es malo para la ciencia ni para los pacientes. El único problema es que se retrasa, lo que significa que las personas no pueden acceder a él y eso hará que mucha gente sufra durante más tiempo.
¿Cuántos países ya tienen indicaciones aprobadas para usar terapéuticamente estas drogas?
Australia, al contrario que mucha gente cree, no es el único país, sino uno de ellos. También está Suiza, Canadá, República Checa y Alemania. Han hecho cosas diferentes de diferentes maneras, pero todos han puesto en marcha algún tipo de ley o programa que permite el acceso. Canadá, por ejemplo, tiene programas de uso compasivo. En Suiza cuentan con la versión más amplia. La tienen desde hace más tiempo y los médicos pueden solicitarlo en nombre de los pacientes para tratarlos, por ejemplo con LSD para una serie de afecciones. Alemania ha dado un nuevo paso en esta dirección con dos instituciones trabajando sobre ello y también la República Checa. En todos los sitios se comparte una cosa: el acceso es controlado y de algún modo supervisado. Con estas experiencias se debería exigir que los datos se recopilaran de manera más sistemática, incluso ver si se podría hacer de manera transnacional porque aporta mucho conocimiento también para los ensayos.
En España, el Ministerio de Sanidad quiere aprobar el uso muy limitado del cannabis medicinal, por ejemplo, para el dolor oncológico, pero por el momento no hay consenso político, en particular por parte de la derecha. ¿Los políticos, más que la sociedad, son un freno?
La nueva administración estadounidense supone un gran revés en cuanto a detener lo que mucha gente consideraría un gobierno progresista. Hay un retroceso en muchos aspectos. Sin embargo, esa administración parece bastante positiva con respecto a las sustancias psicodélicas, por lo que no es necesariamente tan predecible. A menudo siento que los políticos siguen lo que la mayoría de los votantes apoya en cada momento.
El paradigma psicodélico no debería ser solo una agenda impulsada por la izquierda porque entonces habría mucha resistencia, tendríamos que ir más allá y pienso que el debate no debería estar tan contaminado por el uso de los mismos fármacos fuera de la medicina, en la cultura, la historia o la contracultura. Si son útiles y hay pruebas de ello, habría de elevarse por encima de esas posturas políticas, porque eso solo mantiene todo en un estancamiento absolutamente innecesario y estúpido que simplemente no es apropiado para algo tan importante como las personas que sufren problemas de salud mental.
El psiquiatra David Erritzøe, durante la entrevista.
¿Cómo actúan los psicodélicos en el cerebro?
A partir de los trabajos realizados con animales y de los estudios preclínicos de cultivos celulares, hemos visto que inducen plasticidad. Es decir, abren una ventana de oportunidad para el cambio, incluso para el cambio biológico del cerebro, para su recableado. Parecen ser capaces de sacudir y suavizar esa especie de rigidez atrapada que forma parte de la mayoría de los trastornos mentales, y por eso creemos que funcionan en todas las afecciones.
Los psicodélicos sacuden las creencias, permiten que se reformule tu modelo interno del mundo que te rodea y de tu propia vida emocional porque entra con tal perturbación en tu forma de ser que permite remodelar tus interpretaciones del mundo. También podemos ver que, en lugar de atenuar tu capacidad de sentir, en realidad permite que las emociones salgan a la superficie, lo que es algo diferente a algunos de los medicamentos convencionales en psiquiatría. En lugar de tapar el sufrimiento de una persona y todas las cosas que le duelen y le resultan difíciles, es casi como si se quitara la tapa y se permitiera que se desarrollaran, pero de una manera que terapéuticamente se puede trabajar como un replanteamiento y un camino a seguir. Intervenciones cortas o únicas tienen capacidad de lograr un impacto profundo.
El paradigma psicodélico no debería ser solo una agenda impulsada por la izquierda porque entonces habría mucha resistencia, tendríamos que ir más allá. Si son útiles y hay pruebas de ello, debería elevarse por encima de posiciones políticas
¿Y las dosis? ¿Se aboga por una sola siempre?
Esa es una pregunta clave: la redosificación. ¿Qué pasa con las personas que podrían mejorar durante un tiempo? ¿Dónde están los datos de seguridad sobre la continuidad de la dosificación, por ejemplo, cada año? Son muy difíciles de recopilar y lleva mucho tiempo. Así que se puede exigir eso antes de dar la aprobación o se puede liberar de forma muy controlada y cautelosa, y seguir recopilando esos datos. Esto sería lógico hacerlo muy pronto, porque de lo contrario se puede seguir diciendo que queremos saber esto y aquello y lo otro, y algunas cosas no se pueden saber realmente hasta que se comercialice a mayor escala. Soy más partidario de que se apruebe con algunas limitaciones, supervisiones y procesos de supervisión.
¿En qué situaciones y con qué compuestos se ha demostrado mayor eficacia?
En este momento tenemos más conocimientos y más datos sobre la psilocibina (hongos) específicamente para el tratamiento de la depresión resistente y no resistente, lo que no significa que la psilocibina sea mejor para la depresión que para otras afecciones o que sea mejor que otros fármacos. Depende de la cantidad de pruebas que tengamos. Otros psicodélicos pueden funcionar igual de bien. De hecho, hemos visto recientemente en un ensayo con DMT (dimetiltriptamina) que los datos de la infusión intravenosa no eran muy diferentes de los de la psilocibina.
¿Y qué hay de otras afecciones? Estamos publicando, al igual que otros, datos sobre el TOC, la anorexia nerviosa, el dolor crónico… Es probable que también se desarrollen más para otras indicaciones, pero es un poco pronto para decir que este fármaco funciona mejor que aquel para esta afección. Puede que, en realidad, se solapen mucho, tanto en términos de fármacos como de indicaciones en las que funcionan.
¿La administración de estos fármacos siempre debe ir acompañada de psicoterapia? ¿O podría funcionar también tomar, por ejemplo, microdosis de psilocibina sin intervención?
La microdosificación no requiere necesariamente que se utilice ninguna terapia. Con dosis pequeñas no se entra en una experiencia psicodélica masiva ni se pasa por un estado alterado de conciencia por lo que, en cuanto a la seguridad, parece que está bien y es seguro hacerlo. Ahora mismo no podemos decir que las microdosis no funcionan pero los trabajos más rigurosos muestran que, si hay efecto más allá del placebo, es muy pequeño. No parece que sea muy probable que, con la evidencia actual, se conviertan en medicamentos reales con dosis repartidas.
Por las pruebas que tenemos, parece que se pueden obtener resultados con muy poco apoyo de psicoterapia en torno a la experiencia. Pero a muchos nos preocupa que, si se elimina ese apoyo, se produzcan más resultados negativos para las personas que realmente tienen dificultades. Creo que es mucho más saludable, seguro y significativo pensar en estos fármacos como catalizadores de procesos terapéuticos y, por lo tanto, utilizarlos en ese contexto, aunque todavía tenemos muchas preguntas por responder, por ejemplo, en el caso de la psilocibina.
Los psicodélicos sacuden las creencias, permiten que se reformule tu modelo interno del mundo que te rodea y de tu propia vida emocional porque entra con tal perturbación en tu forma de ser que permite remodelar tus interpretaciones
¿La neurotoxicidad es un obstáculo para avanzar?
Todo lo contrario, es el menor desafío de todos. Solo podría ser un problema si alguien desarrolla un nuevo psicodélico. Sabemos que se pueden administrar dosis muchas veces superiores a las que se pretenden utilizar en el rango de dosis terapéuticas para un fármaco como la psilocibina sin que el cerebro sufra daños o que la persona tenga problemas cardiovasculares. Los psicodélicos clásicos (DMT, psilocibina y LSD) son compuestos seguros fisiológicamente. Se encuentran en el extremo menos dañino del espectro en comparación con otras sustancias que la gente consume como alcohol, tabaco, cannabis, estimulantes, opioides o benzodiacepinas… aunque pueden ser difíciles en lo psicológico.
Los que llamamos atípicos, como el MDMA o la ketamina, tienen un perfil de riesgo y toxicidad diferentes. En el caso de la primera sustancia podemos decir que es más seguro y sencillo psicológicamente someterse a una experiencia que con otras drogas más clásicas. Depende de qué riesgos consideremos. ¿Estamos hablando de toxicidad para el tejido cerebral? ¿Estamos hablando de riesgo cardiovascular? Yo hablaría del riesgo de volverse dependiente de la droga también.
David Erritzøe, del Imperial College de Londres, durante la entrevista.
La categoría de sustancias psicodélicas incluye muchas cuyos efectos son bastante diferentes, como el MDMA, la psilocibina, la ketamina o el LSD.
Porque inducen experiencias subjetivas con cierto grado de alteración del estado mental. Es decir, un estado de conciencia expandido con un rico elemento subjetivo, sensación de trascendencia, elementos espirituales, dar sentido a las cosas… La ketamina, por ejemplo, crea un estado más incorpóreo, pero por lo demás se solapa mucho con la psilocibina. Lo que tienen en común es que revelan o manifiestan la mente o el alma, de ahí su nombre.
El efecto de las microdosis de psilocibina, más allá del placebo, es muy pequeño. No parece que sea muy probable que, con la evidencia actual, se conviertan en medicamentos reales con dosis repartidas
¿Tienen dificultades para obtener financiación que permita continuar con los ensayos hasta las etapas finales?
En el mundo académico necesitamos o subvenciones o filantropía, así que de momento estamos haciendo un trabajo más pequeño para tratar de entender cómo funcionan estos fármacos. A veces conseguimos dinero y otras no, ahora estamos más o menos en una situación decente pero hemos luchado muchos años para conseguirlo. Hay optimismo y entusiasmo porque vemos más subvenciones disponibles que se pueden utilizar para la ciencia psicodélica, lo cual es bueno. Pero dependemos de lo que otras personas están dispuestas a invertir con el riesgo de que no funcione y eso depende de factores financieros que no son de mi campo. Si se lleva a cabo todo el proceso para que se aprueben, la escala es completamente diferente: hay ensayos multicéntricos masivos, mucho más grandes.
¿El uso recreativo de estas drogas puede lastrar los avances en lo terapéutico?
El uso recreativo en el mundo occidental ha existido desde siempre. ¿Deberíamos salir y decir que “ahora somos nosotros los que mandamos y queremos que esto se convierta en medicina, así que dejad de usarlo”? Me parecería extremadamente arrogante y también inapropiado. Así que me mantendría alejado de eso. Si debe ser legal o no su uso es una cuestión de política de drogas que no es lo mismo que el desarrollo medicinal, incluso si son los mismos compuestos.
Las personas que trabajamos en este ámbito debemos ser cautelosos y no mezclar demasiado las dos cosas. En nuestro caso, se trata de desarrollar un medicamento seguro y apoyar un proceso para que llegue a los pacientes con indicaciones específicas dentro del sistema sanitario. Esa es nuestra principal implicación desde el punto de vista clínico.
Tampoco podemos ser ingenuos. No hay una solución mágica y porque las personas puedan sentir más no se va a acabar con las guerras. En un periodo en el que los psicodélicos están floreciendo, nunca han sido más populares, el mundo se está yendo al garete
En su libro I feel love la periodista Rachel Nuwer se pregunta si el MDMA puede ayudar a conectar a los seres humanos en un mundo enfrentado e individualista.
Probablemente ya lo haga para las personas que consumen estas sustancias. Ese profundo sentido de conexión que se ve y se experimenta al pasar por estas experiencias puede ser muy útil. Aunque para sacar realmente el máximo partido, es significativo hacerlo en un espacio terapéutico controlado, y también el trabajo en grupo es muy valioso.
No es que crea que todo el planeta vaya a pasar por estas experiencias ni que deba hacerlo, pero sí, por supuesto, en teoría las drogas inducen una sensación de conexión con algo mucho más allá de uno mismo en su propio mundo, y hay algo atractivo en eso, especialmente en la salud mental, donde las personas están aisladas y empiezan a volverse bastante introvertidas. Así que aflojarlo y hacer que la gente se sienta más conectada con los demás, con la naturaleza… tiene mucho valor.
Tampoco podemos ser ingenuos. No hay una solución mágica y porque las personas puedan sentir más con el MDMA no se va a acabar con las guerras. Mira el mundo ahora mismo. En un periodo en el que los psicodélicos están floreciendo, nunca han sido más populares, el mundo se está yendo al garete en tantos niveles… no es tan sencillo.
¿La despenalización de estas sustancias es planteable hoy en día? Hay países como Portugal que tienen una política así desde hace 20 años.
Una vez más, se trata de política de drogas y no es mi campo, pero los datos que he leído recientemente sobre Portugal y las conversaciones que he tenido sustentan que han mejorado los resultados sociales y sanitarios con un cambio radical de los datos que tenían antes de su implementación. Me parece significativo y a tener en cuenta. ¿Por qué castigar a la gente por algo como la guerra contra las drogas que ya ha fracasado? Despenalizar, de todos modos, no es lo mismo que legalizar, algo mucho más complicado.