Begoña Lasagabaster, Directora de Igualdad en la Unesco: «El acoso en redes está silenciando las voces femeninas referentes en Internet»

Begoña Lasagabaster, Directora de Igualdad en la Unesco: «El acoso en redes está silenciando las voces femeninas referentes en Internet»

La responsable destaca la importancia de la presencia de las mujeres en el tejido creativo cultural de las sociedades como motor del diálogo y los valores democráticos

Los jóvenes hablan en Mondiacult: “Es difícil amar la cultura si una entrada de ópera cuesta la mitad de tu alquiler”

Begoña Lasagabaster Olazabal (Irún, 1962) tiene una larga carrera en la política vasca y española como una de las principales caras del partido Eusko Alkartasuna a partir de 1986, por lo que conoce la violencia en su Euskadi natal de primera mano y ha tenido que lidiar con alguno de los peores periodos de actividad terrorista de ETA. Tal vez por ello se ha ido especializando progresivamente en la mediación en los conflictos armados en lugares tan dispares como Bosnia, Liberia o Irlanda del Norte, hasta que en 2008 da el salto al funcionariado de la ONU, donde incrementa su actividad, participando en la creación de la división de la ONU dedicada a las mujeres.

No es hasta hace tres años cuando es nombrada Directora de la División de Igualdad de Género en la Unesco, cargo que actualmente ocupa y que le sirve para aplicar su experiencia vital en buscar estrategias para implementar la igualdad de género en todos los campos, pero especialmente en el acceso a la educación y la cultura. Asegura que ha comprobado muchas veces sobre el terreno que una sociedad con una presencia femenina fuerte es más estable y menos belicista.

También alerta de que el acoso digital en las redes sociales está eliminado la presencia de líderes y creadoras femeninas en internet y en la sociedad digital, con lo que desaparecen los valores que pueden aportar y, en cambio, se refuerzan otros vinculados a la intolerancia, el machismo, el autoritarismo y la violencia. “De este modo”, asegura, “se las relega al silencio y el ostracismo, del mismo modo que los talibanes puedan hacer con las mujeres afganas en las calles de Kabul, pero online”. A este respecto, Lasagabaster advierte que “una sociedad en la que la participación de las mujeres en la cultura y la educación se ve mermada, es una sociedad que pierde la mitad de su potencial y, por tanto, está empobrecida”.

Lasagabaster lideró recientemente en Mondiacult, la Conferencia Mundial de la UNESCO sobre Políticas Culturales y el Desarrollo Sostenible celebrada en Barcelona esta semana, la ponencia Arte para todos: la igualdad de género en el centro de las políticas culturales. Su equipo presentó en ella un conjunto de herramientas para que los distintos países puedan detectar el grado de igualdad de género en el acceso a la cultura en sus sociedades e implementar, en consecuencia, políticas que la mejoren.

¿Cómo valora la Unesco el reto de la igualdad de género en el acceso a la cultura?

Tenemos el mandato de fomentar la igualdad de género en temas de educación, de cultura, de comunicación, información, en ciencia y en otros campos, y en ese sentido sabemos de dónde partimos. Así que nuestra tarea es ver un poco cómo podemos implementar políticas que la fomenten, no solo desde el plano teórico, sino que puedan cuajar en la realidad, que nos lleven a una igualdad sustantiva.

Hay partes del mandato donde realmente se está avanzando, como puede ser en el acceso a la educación global por parte de las niñas, si bien en algunas zonas como el África subsahariana todavía hay mucho trabajo por hacer en este sentido. Por otro lado, hay un tema que comienza a preocuparnos y que está surgiendo paralelamente en todo el mundo: el progresivo abandono de la educación por parte de los jóvenes de sexo masculino. Este fenómeno comporta un retroceso de los valores cívicos y un auge de las tendencias autoritarias y violentas. Y, por supuesto, incide muy negativamente en la igualdad de género.

Hay un tema que comienza a preocuparnos y que está surgiendo paralelamente en todo el mundo: el progresivo abandono de la educación por parte de los jóvenes de sexo masculino

Hablamos del acceso a la educación de la mayoría de las niñas del mundo como de un logro cercano, pero, ¿podemos equipararlo con el acceso al mundo de la cultura y la creación cultural?

Sin duda ahí tenemos un problema. La profesora de Economía de la Universitat de Barcelona Anna Villarroya ha desarrollado una serie de herramientas para medir la igualdad de género en el ámbito de la cultura de cada país, de cara a implementar medidas correctoras, y ha detectado que si bien el 63% de estudiantes de carreras relacionadas con la cultura son mujeres, solo el 40% de ellas ingresa en profesiones relacionadas con este ámbito.

¿Por qué se produce una falla tan grande?

No hay un solo motivo, sino diversos. Por ejemplo, es importante señalar que la llamada “economía del cuidado” en las familias recae sobre las mujeres: ellas son las que valoran el cuidado de ancianos, personas enfermas y menores, mientras que la gran mayoría de hombres ni siquiera piensa en ello. Este hecho es una criba muy importante en según que países. Después está el prejuicio a la hora de ser elegidas para un trabajo, pues el poder económico y de las instituciones culturales muchas veces sigue exclusivamente en manos de hombres.

En tercer lugar, cabe destacar que las mujeres que tienen presencia en el mundo de la cultura, pero también en cualquier ámbito social, reciben ataques y críticas mucho más duras que sus compañeros masculinos, y que muchas veces no se enfocan en su trabajo o sus opiniones, sino en su persona y su condición de mujeres. Este hecho lo hemos estudiado desde Unesco en profundidad en el ámbito digital, donde hemos visto cómo las campañas de acoso a las mujeres terminan casi siempre con su retirada de las redes sociales.

Porque las campañas en contra de las mujeres no inciden en su argumentario o sus creaciones, sino que son personales y se refieren a temas privados. Las críticas a ideas y argumentos no duran mucho en redes como X o Facebook, pero las que son personales tienen una viralidad mucho mayor y se convierten en un problema crónico que crea un padecimiento a la víctima que solo termina con el cierre de las cuentas.

De este modo, las mujeres que tienen algo valioso que decir van saliendo poco a poco de las ágoras digitales, que quedan en mano de discursos masculinos donde prevalecen valores de liderazgo, competencia, autoritarismo, supremacismo, belicismo y similares. Y así se logra una especie de Kabul digital, donde solo hay hombres y las mujeres estamos encerradas en nuestras casas, con el peligro que ello conlleva para el resto de la sociedad. Porque una sociedad que impide el acceso a la educación y la creación cultural a la mitad de su población, sin duda se empobrece y desaprovecha buena parte de su potencial.

Las mujeres que tienen algo valioso que decir van saliendo poco a poco de las ágoras digitales, que quedan en mano de discursos masculinos donde prevalecen valores de liderazgo, competencia, autoritarismo, supremacismo, belicismo y similares, y así se logra una especie de Kabul digital

Ha comentado que el poder en el ámbito cultural lo ostentan todavía muchas veces los hombres, lo que en ocasiones lleva a las mujeres a situaciones de vulnerabilidad en el ámbito laboral de la cultura. ¿Cree que una solución sería la creación de redes paralelas de producción y financiación cultural exclusivamente femeninas?

Es una solución, y de hecho hay muchas iniciativas que funcionan en ese sentido, porque muchas mujeres en el mundo todavía no saben manejarse en el mundo financiero a la hora de pedir ayuda para sus proyectos artísticos y culturales, lo que les impide que su obra tenga la visibilidad que merece frente a la de sus colegas masculinos. De todos modos, a mí me preocupa que terminemos creando economías culturales paralelas para hombres y mujeres, porque sería un fracaso.

Las mujeres no venimos a la cultura a competir con los hombres cuando reclamamos nuestro acceso, sino a enriquecer el panorama. Por eso creo que ambos sexos deben coexistir en igualdad en las industrias culturales. Pero para que eso ocurra necesitamos cuotas en las empresas culturales y mucha transparencia en los consejos directivos de las mismas, porque sin transparencia está claro que siempre saldremos perdiendo las mujeres, como ha sucedido hasta ahora.

Las mujeres no venimos a la cultura a competir con los hombres cuando reclamamos nuestro acceso, sino a enriquecer el panorama

Para terminar, quería preguntarle por la herramienta que presentaron a los ministerios de Cultura de los países presentes en el Mondiacult. ¿En qué consiste?

Como he comentado antes, Anna Villaroya, que es licenciada en Derecho y Economía y doctora en Economía del sector Público por la Universidad de Barcelona, ha desarrollado una serie de parámetros para cuantificar el nivel de igualdad de género en el sector cultural de un país. Se trata de una especie de caja de herramientas que permiten a un ministerio medir la desigualdad, con índices socioeconómicos, y en función de los resultados decidir qué medidas aplicar.

Esperamos que sirvan para que muchos países las puedan implementar, y no solo en el sur global. La idea es que ayuden a la normalización de la presencia femenina en la cultura, porque es un motor de estabilidad, de diálogo y valores de colaboración frente a otros que buscan la confrontación y la violencia. Yo siempre recomiendo en este sentido, para ilustrar mi punto de vista, que he ratificado en mis mediaciones en numerosos conflictos bélicos, la película producida por Abigail Disney Pray the Devil Back to Hell, que relata la lucha de las mujeres en Liberia para forzar a las facciones rivales a terminar con la guerra civil que asoló el país a finales de los 90 del siglo pasado. Es un símbolo del poder de las mujeres cuando colaboran y cómo ese poder es positivo para las sociedades que las aceptan como activistas, creadoras y líderes.