Comprar un número más y otros cuatro errores comunes que cometemos al elegir el calzado de los niños

Comprar un número más y otros cuatro errores comunes que cometemos al elegir el calzado de los niños

Con la vuelta al cole los pies de los niños deben estar bien protegidos. ¿Qué debemos priorizar al comprarles los zapatos y qué errores debemos evitar?

Estos son los requisitos de ergonomía que deben cumplir las mochilas del cole para los niños y adolescentes

Durante este el comienzo de curso muchas familias han tenido que centrarse en comprar material escolar, ropa, mochilas, pensar en las extraescolares, redefinir horarios y pautar nuevas rutinas. Pero hay un aspecto al que a menudo no se le da la importancia que tiene: elegir el calzado escolar más adecuado. Si bien el estilo y el precio suelen ser lo primero en lo que se piensa cuando vamos a elegir los zapatos, a menudo se pasa por alto la importancia de que este sea adecuado y, en consecuencia, se suelen cometer algunos errores que ponen en riesgo la salud de los pies.

Dado que un niño en edad escolar lleva los zapatos una media de entre nueve y 12 horas al día, el impacto de esta elección es clave. Los pies de los niños necesitan el ajuste y el soporte adecuados para mantenerse cómodos todo el día. Una mala elección, o cometer algunos errores, puede provocar dolor, afectar la postura o incluso provocar problemas en los pies a largo plazo. “Es más importante invertir en unos buenos zapatos que en la mochila o el estuche”, afirma Elena Carrascosa, presidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos (CGCOP) en una comunicación emitida por el organismo.

Errores al comprar calzado infantil

No es extraño que como padres se cometan algunos errores a la hora de escoger el calzado de los hijos, pero esto es algo que afecta directamente a la salud de sus pies. Los podólogos enumeran algunos de los que suelen cometerse con más frecuencia:

Comprar un número más del que necesitan: hablaríamos del error principal, muchas veces motivado por el hecho de que dure todo el curso. Si el zapato no se ajusta a la talla que necesita se puede incluso alterar la forma de caminar y crear ampolla o laceraciones. Para saber cuál es el número correcto, los podólogos recomiendan medir el pie y el interior del zapato (muchos zapatos llevan una plantilla dentro con el dibujo de la parte posterior del pie y una marca de dónde deben terminar los dedos). Si no hay plantilla, aconsejan poner un folio en el suelo y marcar con un lápiz desde la punta del dedo largo hasta el talón, y medir los dos pies ya que no son exactamente iguales.
Heredar los zapatos: cada niño es distinto, y sus pies también, de ahí que “tampoco se deban heredar los zapatos de hermanos o amigos”, advierte Carrascosa. Debemos tener en cuenta que la pisada de cada niño es distinta y, por tanto, compartir calzado puede deformarla.
Llevar siempre el mismo calzado: lo más aconsejable es cambiar de calzado y alternar varios zapatos en lugar de usar siempre las mismas zapatillas.
Aprovechar el calzado de la temporada pasada sin prestar atención a aspectos como el desgaste del calzado o el crecimiento del pie.
Comprar el calzado teniendo en cuenta solo el precio o el estilo.

Cómo debe ser el calzado

Elegir el calzado puede ser abrumador. ¿Qué marcas son las mejores? ¿Deberían tener velcro o cordones? ¿Las zapatillas deportivas son una opción? Con 26 huesos, 33 articulaciones, 19 músculos y más de 100 tendones y ligamentos, esta compleja estructura requiere un cuidado especial para su correcto desarrollo y formación.  

Por tanto, cuando elegimos el calzado infantil debemos tener presente varios aspectos, como que no es lo mismo calzar a un niño de un año que a uno de diez. El Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos da algunas recomendaciones antes de ir a la tienda. Según los podólogos, durante los primeros tres años de vida, el pie de un niño se está formando, está aprendiendo a gatear y a dar los primeros pasos. Por tanto, en la guardería, lo mejor sería ir descalzos, con calcetines antideslizantes, de manera que es fácil que trabajen la musculatura del pie. 

Según esta investigación, los niños pequeños que van descalzos tienen más espacio para que los pies y los dedos se muevan con flexibilidad y tiene un efecto positivo en las primeras etapas de la vida de los niños cuyos pies están creciendo y desarrollándose.


Es muy importante que el calzado se adapte a la forma del pie y no al revés.

En el caso de tener que ir calzados, es importante que este cumpla una serie de requisitos: que sea flexible y ligero, transpirable y tenga una suela fina y preferiblemente que sea con sujeción de velcro o cordones (una u otra opción dependerá de la edad y la destreza del niño). El objetivo es que el calzado no limite ni condicione el movimiento natural del pie que se está formando. 

¿Cómo debe ser el calzado escolar? Un buen zapato tiene que cumplir, según los podólogos, los siguientes criterios:

La pala debe ser recta y la suela flexible y ligera: esta debe tener cierto grosor y ser antideslizante. Podemos coger el zapato y doblar la suela hacia atrás: debe ser lo suficientemente flexible para que el pie pueda impulsarse fácilmente al caminar. Según esta investigación, realizada en niños de nueve y 12 años, los zapatos que permiten un movimiento más natural impactan de manera positiva en la fuerza del pie del niño, la estructura muscular y el equilibrio a medida que crecen.
Los materiales tienen que ser transpirables y la plantilla interior plana y extraíble: el material juega un papel importante en la comodidad y salud de los pies porque debe permitir que estos se muevan con libertad. Si es transpirable, ayuda a evitar el exceso de sudoración y, por tanto, a reducir el riesgo de irritaciones. Las plantillas que suelen ir en los zapatos están diseñadas para proporcionar un buen soporte y amortiguación. 
No deben usarse zapatos estrechos, ni con tacones o plataformas: es muy importante que el calzado se adapte a la forma del pie y no al revés. Debe quedar espacio entre los dedos y la parte delantera del zapato para que pueda moverse y se puedan prevenir posibles problemas como ampollas o uñas encarnadas. 
Es aconsejable revisar la talla cada tres meses porque los pies pueden llegar a crecer hasta ocho milímetros cada trimestre, un crecimiento que es mayor cuando los niños son más pequeños, según los podólogos.

Debemos tener en cuenta que, de la misma manera en que el cuerpo de un niño cambia con los años, también lo hacen sus pies, de ahí que tengamos que adecuar los zapatos para que se adapten a las particularidades de cada edad y actividad.

¿Cómo podemos saber que ha llegado la hora de cambiar los zapatos? Hay algunas señales que nos indican que ya es momento de cambiar el calzado: zapatos deformados o desgaste asimétrico en la suela o interior del zapato con deterioro. Todos ellos pueden ser el primer indicio de un problema en el pie o la postura, algo que siempre debe ser evaluado por un podólogo.