Una revisión de estudios cuestiona el nivel de eficacia del tramadol para el dolor crónico frente a sus riesgos

Una revisión de estudios cuestiona el nivel de eficacia del tramadol para el dolor crónico frente a sus riesgos

«Dados los limitados beneficios analgésicos y el aumento del riesgo de daños, se debe reconsiderar» su uso para el dolor crónico «dando preferencia a alternativas más seguras», concluye el primer metaanálisis que mide el balance riesgo-beneficio de un opioide usado para tratar el dolor de moderado a intenso

Sanidad intenta atajar el uso disparado de analgésicos opiáceos por sus riesgos adictivos

El tramadol es un medicamento usado para tratar el dolor crónico moderado e intenso. Sus efectos adversos –algunos muy frecuentes como las náuseas o los mareos y otros raros como eventos cardiacos– han sido examinados en numerosas investigaciones, pero hasta ahora no se había hecho una revisión de estudios que midiera cuál es el balance riesgo-beneficio de tomar este opiáceo más allá de patologías concretas, según un metaanálisis publicado en la revista BMJ Evidence Based Medicine que cuestiona su nivel de eficacia para los peligros que entraña.

Los investigadores rastrearon las bases de datos de investigación en busca de ensayos clínicos publicados hasta febrero de 2025 que compararan el tramadol con un placebo –tratamiento simulado– en pacientes con dolor crónico. Escogieron 19 ensayos en los que participaron en total 6.500 personas con una media de edad de 58 años y varios tipos de dolor: lumbar, neuropático, osteoartritis y fibromialgia.

El resultado del análisis no disputa que alivia el dolor, sino el grado en que lo hace –“por debajo de lo que se considera clínicamente eficaz”– a la vez que muestra que “es probable que aumente los efectos adversos graves, en particular los eventos cardiacos”. En ocho de los ensayos se evaluó la proporción de estas consecuencias secundarias importantes tras el tratamiento (entre las 7 y las 16 semanas): el riesgo se duplicaba en comparación con el placebo sobre todo debido a una “mayor proporción” de problemas de corazón como “el dolor torácico, la enfermedad coronaria o la insuficiencia cardiaca congestiva”.

“Dados los limitados beneficios analgésicos y el aumento del riesgo de daños, se debe reconsiderar” su uso “dando preferencia a alternativas más seguras”, concluye los investigadores.

«Viene a confirmar que en algunos casos quizá tenemos que quitar el tramadol y en otros no. Hay que optimizar el uso».

Catalina Lara, coordinadora del grupo de trabajo de dolor de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) y farmacéutica adjunta en el Hospital Universitario La Paz

Los expertos y expertas consultados por elDiario.es validan el metaanálisis aunque también piden interpretar los resultados con cautela. “No valoran la eficacia solo de tramadol, sino su presencia dentro de un tratamiento conjunto con otros fármacos. Ya tenemos suficiente información y evidencia de que hay que reevaluar los tratamientos y optimizarlos para evitar los riesgos. Se trata de conseguir la mejor combinación posible y esto viene a confirmar que en algunos casos quizá tenemos que quitar el tramadol y en otros no”, señala Catalina Lara, coordinadora del grupo de trabajo de dolor de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) y farmacéutica adjunta en el Hospital Universitario La Paz.

Tramadol forma parte de lo que se consideran opiáceos menos fuertes. Por delante, en nivel de intensidad, están la morfina y el fentanilo, más utilizados para el dolor oncológico, pero su uso debe estar muy medido, recuerdan todos los especialistas.

Para Enrique José Cobos, catedrático de Farmacología de la Universidad de Granada, la novedad de esta revisión es que ha analizado “de forma amplia el balance entre beneficios y riesgos”. “Aporta una visión sobre el uso de tramadol en el dolor crónico a nivel global, más allá de indicaciones específicas, y sus resultados muestran que el fármaco puede reducir el dolor, aunque con un tamaño de efecto muy leve, mientras que incrementa el riesgo de efectos adversos, algunos graves”, asegura a Science Media Centre España.

«Muestra la urgencia de reforzar la investigación preclínica y clínica en el desarrollo de nuevos analgésicos más eficaces y con un perfil de seguridad más favorable»

Enrique José Cobos, catedrático de Farmacología de la Universidad de Granada

Los pacientes con dolor crónico moderado e intenso, recuerda el especialista, no tienen muchas alternativas terapéuticas seguras y eficaces, así que “retirarlas sin ofrecer opciones mejores puede dejarles sin recursos”. “El mensaje más importante de este estudio es, quizás, la urgencia de reforzar la investigación preclínica y clínica en el desarrollo de nuevos analgésicos más eficaces y con un perfil de seguridad más favorable”, resume. Las decisiones siempre deben tomarse después de valorar el perfil de cada paciente y los efectos del fármaco a nivel individual, coinciden los especialistas.

El metaanálisis también estudió la relación de la administración de este tratamiento con algunos tipos de cáncer, aunque el periodo de seguimiento fue tan corto que los propios investigadores desechan el resultado. “12 semanas de seguimiento máximo es un tiempo demasiado corto para que se desarrollen neoplasias inducidas por fármacos. Las neoplasias podrían haber sido preexistentes, coincidentes o influenciadas por otros factores no controlados en los estudios”, subraya Alicia Alonso Cardaño, coordinadora del Grupo de Trabajo de Opioides de la Sociedad Española del Dolor.

La ficha técnica de tramadol publicada en la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) advierte de los siguientes efectos adversos del fármaco: mareos y náuseas (muy frecuentes); cefalea, fatiga, somnolencia, vómitos y diarrea (frecuentes); y palpitaciones, taquicardia o colapso circulatorio (poco frecuentes y sobre todo con la administración intravenosa). Entre las consecuencias raras o muy raras se incluye la disnea, la parestesia o las alucinaciones.