«ConCiencia histórica»: el proyecto que recorre Asturias volviendo a «facer» en el pueblo

«ConCiencia histórica»: el proyecto que recorre Asturias volviendo a «facer» en el pueblo

Más de 60 estudiantes participan este fin de semana en una jornada en Ambás, donde elaborarán de forma tradicional el famoso queisu con las artesanas de Ca Sanchu

Lucía González, la astrofísica asturiana que recorre pueblos y aldeas mostrando el cielo nocturno

Cómo despertar conciencias científicas desde las Humanidades. Cómo poner en valor los saberes tradicionales y aunar el conocimiento científico, que también lo encontramos en el medio rural. Cómo fomentar ese orgullo de ser de pueblo, la identidad del territorio.

Con estas preguntas orbitando es como nace el proyecto ConCiencia Histórica en 2018 de la mano del grupo de investigación Llabor Social Landscape, liderado por la catedrática de Historia Medieval de la Universidad de Oviedo Margarita Fernández Mier, y por el colegio público de Belmonte de Miranda.

Este fin de semana el proyecto recala en Ambás, donde más de sesenta niños y niñas aprenderán a hacer el famoso queisu o quesu de quesu d’Afuega’l Pitu en Ca Sanchu.


Participantes en una interpretación de la pintura rupestre en Asturias dentro de ConCiencia.

“Lo que buscamos es despertar las vocaciones científicas a través del patrimonio y la tradición”, explica la investigadora universitaria Paloma Sánchez Broch, en alumnado de Primaria, y en este curso también de Secundaria. “Se trata de hacerles ver que las técnicas científicas también se emplean en las Humanidades, que también se hace ciencia desde este campo”.

Darle la vuelta al discurso

Bajo el paradigma de la arqueología agraria, investigadoras e investigadores de diferentes disciplinas trabajan en la misma línea para hacer real la transferencia del conocimiento hacia la comunidad que se lo procura. Se trata de implicar y de fomentar ese sentimiento de pertenencia que ayude a revertir los discursos negativos que empujan al abandono de las zonas rurales.

Siempre trabajan con alumnado del medio rural que, por otro lado, es el medio natural de Llabor. El colegio de Belmonte es el embrión, donde también les resultó fácil entrar ya que utilizan una metodología basada en proyectos, por lo que se pudieron integrar en la programación anual del centro, y no como una actividad puntual.

Incorporando colegios

El éxito del proyecto hizo que el Ayuntamiento de Grao quisiera colaborar desde el curso 2023/2024, abarcando a los tres colegios del concejo moscón (Bernardo Gurdiel, Virgen del Fresno y La Mata). Y que en el curso actual se hayan incorporado el CEPB El Salvador de Grandas de Salime y el colegio público El Plaganón de Sebares (Piloña), además del IES César Rodríguez de Grao.

Tanto para el concejo de Piloña como el de Grandas cuentan con la colaboración de la Asociación El Prial y la Fundación EDES, respectivamente, gracias a una alianza establecida con ambas entidades responsables de Volver al pueblo, y que trabajan con un proyecto de sensibilización, financiado por la Dirección General de Reto Demográfico.

“A mi pueblo”

“Otro de los objetivos que perseguimos es que vean los recursos patrimoniales del entorno, que se genere ese apego por él, se cree identidad de territorio y contrarrestar que en el pueblo no hay nada ni se puede hacer nada”, señala González Broch. Porque el modelo de éxito del que se habla en los entornos rurales es también el urbano, como observaron con los diferentes talleres impartidos con los que pretenden dar a conocer lo cercano y ponerlo en valor. Comenta la investigadora el gran regalo que obtuvieron después de una actividad cuando uno de los alumnos reclamó que “la próxima salida tiene que ser a mi pueblo”. Así, explica, es como pretenden evitar el desarraigo, y ahí, reconoce, desempeñan un trabajo fundamental tanto El Prial como EDES.

Con todo este trabajo se pretende también dar a conocer referentes del entorno más cercano, demostrar que en las zonas rurales existen científicas como Lucía González Cuesta con un proyecto tan potente como Allande Stars o el propio grupo Llabor. Que aquí también se puede crear empresas. “Flipan con instalaciones como las del Serida o empresas relacionadas con la artesanía o la alimentación. Hay muchas posibilidades de emprendimiento y trabajo”, apunta Paloma González. Es una manera de poner en valor los productos locales tales como el quesu d’afuega’l pitu y la manteiga, o el pan en Vigaña.

Faciendo queisu en Ambás

“Muchos niños ya no tienen pueblo y muchos de los de pueblo no hablan asturiano o viven en la villa y desconocen el mundo rural. Nosotros les acercamos a las personas mayores con los talleres intergeneracionales en un día de convivencia como el que viviremos el sábado 11 de octubre en Ambás”. En esta aldea moscona, de la mano de Xosé Antón Fernández Ambás y su familia, 64 crías y críos se acercarán a la producción del afamado queisu y la manteiga, participarán en una excavación arqueológica y tratarán con la pintura rupestre, se averarán a la cerámica con Orlando Morán y la cestería con José y Mari, de Cestería Grao, o conocerán más de la cultura tradicional de la mano de Tino de Ca Jovinu. Sin olvidar un taller de baile con Ambás y Ramsés. “Esta actividad, que es una réplica de los talleres de Vigaña, cada vez está más solicitada. Ofertamos 50 plazas, 30 de ellas reservadas para menores de entre 3 y 14 años de Grao, y al final admitimos las 64 solicitudes”, explica la experta en educación patrimonial.

Mujeres sosteniendo el medio rural

“Están deseando hacer cosas y sabemos que en algún momento se va a producir ese clic”, como fue el caso de Ambás y su archivo de la tradición oral: esa vocación se la despertó un profesor que les llevaba a hacer entrevistas a personas mayores. “Y luego está la cuestión de género, de ahí el dar visibilidad a las mujeres empresarias, científicas. Por ejemplo este año en Grao vamos a trabajar la temática del mercado, donde son las mujeres las que compran, venden y lo sostienen. En muchas casas esperan por ese dinero que traen las mujeres”.

En cada concejo tratan una temática determinada pero que a partir del próximo curso será común, y es cómo las mujeres sostienen el medio rural a través de diferentes actividades, de manera que el alumnado tenga presente e identifique a esas referentes.

Se aprende más del pueblo

“Mi tesis doctoral evalúa, precisamente, el impacto de la transferencia del conocimiento. Les hacemos encuestas antes de empezar y al acabar. La conclusión es que aprenden más de su pueblo, de los elementos del pueblo y hay un mayor conocimiento del mundo científico. Ven el medio rural mucho más plural y con opciones para más y diferentes trabajos. Ésa es una de las conclusiones a vuelapluma”, explica González Broch.


Elaborando el queisu, con Marta, quesera de Ca Sanchu.

Reconoce que probablemente se produzca esa migración a la hora de formarse, “pero si quieres puedes volver, como es el caso de Lucía”, referencia. Y apunta a que este año la agencia Sekuens ha financiado por primera vez autobuses para trasladar al alumnado de las zonas rurales a las urbanas para asistir a diferentes actividades, pero “no tienen acceso a una oferta cultural científica y los coles están deseando trabajar con nosotros (Llabor)”. Señala también la importancia de trabajar con los centros escolares públicos de las zonas rurales porque “aquí está representado todo el mundo”.

Secundaria, un nuevo reto

Si la Primaria parece un campo abonado para trabajar con estas metodologías y ser propositivos, el tema se complica en la Secundaria, donde son más estrictos con el curriculum, “de ahí que nuestro reto sea trabajar con este segmento”. Y así se encuentran con el proyecto Arraigados dirigido a 3º de la ESO que, unido al ConCiencia Histórica, les permite acercarlos a la investigación antropológica con la realización de entrevistas en los pueblos a la gente mayor, lo que, por otro lado, mejora la socialización y da compañía a estas personas, y también permite que el estudiantado aprenda estas técnicas y se acerquen a sus mayores y a su entorno, “y a nosotros nos sirve para construir un discurso histórico”.

Porque el hecho también es que el alumnado no relaciona lo que aprende en los libros de texto con lo que hay a su alrededor, con lo que sus informantes vivieron, de manera que a través de este trabajo pretenden romper esa barrera y hacerles partícipes de esa transferencia del conocimiento. Porque ConCiencia Histórica tiene como elementos clave la motivación, la profundización y el producto final como puede ser la recogida de castañas con todo lo que entraña, y su posterior venta para el viaje de estudios.

Vivencias, no pantallas

“No hay más que verles la cara cuando aparecemos por el cole: les encanta”, afirma orgullosa Paloma González, “y nos gustaría ampliar y contar con más financiación. El grupo de investigación está formado por predoctorales y postdoctorales con contratos de investigación temporales”, explica.

“En nuestras actividades no hay móviles ni competición, sino el placer de disfrutar y aprender con una labor en positivo por los pueblos. Son talleres vivenciales que hacen olvidar las pantallas”, concluye. Una manera de cambiar el discurso desde abajo, de contrarrestar el vaciamiento de talento de las zonas rurales, de promover ese orgullo de saber de dónde se viene y de generar conciencia de pueblo.