
El comercio de la devaluación: ¿es esto lo que está impulsando el oro, el bitcoin y las acciones a máximos históricos?
Los inversores temen que los gobiernos no quieran —o no puedan— frenar el endeudamiento, por lo que están invirtiendo su dinero en otros activos
Ya casi nadie duda de que hay una burbuja en la inteligencia artificial: la pregunta es cuándo explotará
Los inversores se están lanzando a comprar activos como el oro, el bitcoin y las acciones ante la preocupación por la deuda pública, la independencia de los bancos centrales y la debilidad de las principales divisas, como el dólar. A esta tendencia se le ha dado incluso un nombre: el comercio de la devaluación. Pero, ¿qué significa?
La devaluación es el acto de reducir la calidad o el valor de algo. Enrique VIII fue el responsable de uno de los ejemplos más notorios de la historia: la “gran devaluación”, en la que la cantidad de oro y plata de las monedas se sustituyó por metales básicos más baratos, como el cobre, para financiar su lujoso estilo de vida y las guerras con Francia y Escocia. Esto le valió el apodo de Old Coppernose (Viejo Nariz de Cobre) cuando la plata comenzó a desgastarse en las monedas que llevaban su efigie.
El comercio de devaluación moderno consiste en que los inversores se alejan de las monedas fiduciarias, como el dólar, en favor de activos “más sólidos” que proporcionan seguridad frente al riesgo de una inflación galopante.
El comercio, un tema candente en los mercados este mes, está impulsado por la preocupación de que los gobiernos no quieran o no puedan frenar su endeudamiento mediante recortes del gasto y subidas de impuestos. La preocupación es que los políticos puedan tomar el control de sus bancos centrales, permitiéndoles mantener déficits elevados de forma persistente y dar prioridad a la financiación de la deuda frente a la estabilidad de los precios.
¿Por qué está tan de moda el comercio de la devaluación?
La preocupación por las monedas fiduciarias —emitidas por los gobiernos sin el respaldo de un activo tangible como el oro— lleva años aumentando. Pero el interés por la cuestión de la devaluación se ha acelerado como consecuencia de las políticas comerciales y fiscales de la Administración Trump, que amenazan con elevar la ya enorme deuda nacional estadounidense por encima de los 37 billones de dólares actuales.
El entusiasmo por esta estrategia ha aumentado a medida que los inversores han observado cómo los bancos centrales recortaban los tipos de interés a pesar de que la inflación sigue por encima del objetivo: Trump ha exigido encarecidamente recortes sustanciales en los costes de financiación de Estados Unidos.
El cierre del Gobierno estadounidense, la incapacidad de Francia para acordar un presupuesto y el hecho de que el próximo primer ministro de Japón apoye un gasto público agresivo se han sumado a las preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda en las grandes economías.
Los temores sobre la impresión de dinero han estado circulando desde que los bancos centrales comenzaron sus paquetes de estímulo durante la crisis financiera. Pero la confianza general en el sistema financiero mundial parece estar debilitándose aún más, en un mundo de crecimiento más débil y deudas crecientes.
¿Cómo están actuando los inversores ante la devaluación?
Están gastando más de sus reservas de moneda fiduciaria en activos que no se pueden imprimir, como metales preciosos y bitcoins.
Se trata del “patrón habitual de devaluación del dólar frente a activos de reserva alternativos en medio de la disfunción de Washington”, según los analistas de JP Morgan esta semana.
Las entradas en los fondos cotizados en bolsa vinculados al oro alcanzaron un máximo histórico en el último trimestre, según datos del Consejo Mundial del Oro, en un contexto de incertidumbre macroeconómica y geopolítica.
¿Qué impacto está teniendo?
Los precios de algunos activos están alcanzando niveles máximos. El oro ha tenido más altibajos que una estrella de rock de los años 70 este año, alcanzando los 4.000 dólares la onza por primera vez el miércoles. Ha subido un 50% durante 2025.
El bitcoin también está teniendo un año espectacular, con una subida de más del 20% desde enero, alcanzando por primera vez el lunes la marca de los 125.000 dólares.
Sin embargo, el dólar, que sustenta el sistema financiero mundial, ha caído alrededor de un 9% desde principios de año frente a una cesta de otras monedas, ya que su condición de moneda de reserva mundial se ha visto sometida a presión.
Ken Griffin, fundador y director ejecutivo del fondo de cobertura Citadel, afirmó esta semana que los inversores estaban buscando formas de “desdolarizar y reducir el riesgo de sus carteras frente al riesgo soberano de Estados Unidos”.
“La inflación está muy por encima del objetivo y muy por encima del objetivo en todas las previsiones para el próximo año. Y es parte de la razón por la que el dólar se ha depreciado alrededor de un 10% en la primera mitad de este año. Es la mayor caída del dólar estadounidense en seis meses, en 50 años”, declaró Griffin en la conferencia sobre el futuro de los mercados globales de Citadel Securities.
Los costes de financiación a largo plazo de los gobiernos también han aumentado, ya que los inversores han rechazado los bonos a largo plazo por temor a que la inflación erosione su valor. Según datos recientes del Deutsche Bank, esta es la peor década registrada para los bonos del Estado.
La debilidad del dólar estadounidense y el auge de los activos alternativos alimentan las especulaciones de que el bitcoin podría servir como activo de reserva creíble junto con el oro.
“Una asignación estratégica de bitcoines podría convertirse en la piedra angular moderna de la seguridad financiera, repitiendo el papel que desempeñó el oro en el siglo XX”, sugirieron esta semana Marion Laboure y Camilla Siazon, de Deutsche Bank, quienes predijeron que es probable que ambos activos figuren en los balances de los bancos centrales en 2030.
¿Durará o acabará en lágrimas?
Goldman Sachs ha pronosticado que el oro seguirá subiendo durante el próximo año, y ha elevado su previsión de precio para finales de 2026 a 4.900 dólares la onza.
Hay muchos expertos que advierten de que los precios de los activos han subido demasiado este año, impulsados por el entusiasmo por la inteligencia artificial (IA). Las comparaciones con el auge de las puntocom de finales de la década de 1990 son frecuentes. Pero lo que sube tiene la costumbre de seguir subiendo, antes de que todo se eche a perder.
El multimillonario gestor de fondos de cobertura Paul Tudor Jones sugirió esta semana que podríamos ver una subida de los precios de las acciones antes de que el mercado alcista alcance su punto máximo. “Mi opinión es que se dan todos los ingredientes para que se produzca algún tipo de colapso. La historia se repite mucho, por lo que creo que volverá a ocurrir algo similar. En todo caso, ahora hay mucho más potencial explosivo que en 1999”, afirmó en declaraciones a la CNBC.
El oro también está actuando como refugio ante la preocupación de que el auge de las acciones de inteligencia artificial pueda colapsar, ya que las grandes empresas de IA anuncian una ola de acuerdos interconectados o “circulares”.
Las acciones de estas empresas se han disparado este año, impulsando a los mercados bursátiles en general a nuevos máximos, en el marco del fenómeno Fomo (miedo a perderse algo, en sus silgas en inglés), ya que los inversores intentan aprovechar el auge de la IA.