
Las agresiones sexuales dejan huella en el cerebro de las mujeres y ‘desconectan’ dos áreas relacionadas con el miedo
Un estudio muestra que más de la mitad de las mujeres que padecen trastorno de estrés postraumático después de una agresión sexual presentan alteraciones en las áreas relacionadas con las emociones y la respuesta a las amenazas
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La agresión sexual deja una huella en el cerebro de las mujeres que han desarrollado un trastorno de estrés postraumático (TEPT). Son las conclusiones de un estudio liderado por un equipo del Hospital Clínic de Barcelona que ha examinado la actividad cerebral de 40 mujeres agredidas y ha descubierto alteraciones en la conectividad en el sistema frontolímbico, que desempeña un papel crucial en la regulación de las emociones y la respuesta a las amenazas.
El equipo de Lydia Fortea, del Hospital Clínic, examinó mediante resonancia magnética funcional el cerebro de 40 mujeres con TEPT como resultado de un trauma reciente por agresión sexual (durante el último año) y las comparó con las imágenes cerebrales de 45 voluntarias de un grupo de control. Los investigadores, que presentan sus resultados en la Conferencia del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología (ECNP) en Ámsterdam, vieron que en 22 de las 40 mujeres agredidas había desaparecido casi por completo la comunicación entre la amígdala, que ayuda a procesar emociones como el miedo, y la corteza prefrontal, que ayuda a regular esas emociones.
“Este es uno de los primeros, y sin duda el mayor, estudio de conectividad que analiza el TEPT en la agresión sexual en adolescentes y mujeres adultas”, asegura Fortea. “Esto respalda la idea de que el TEPT tras una agresión sexual está vinculado a problemas en los circuitos cerebrales que regulan las emociones y el miedo”.
Esto respalda la idea de que el TEPT tras una agresión sexual está vinculado a problemas en los circuitos cerebrales que regulan las emociones y el miedo
A nivel mundial, entre el 17% y el 25% de las mujeres sufren una agresión sexual, y alrededor del 70% desarrolla posteriormente TEPT. La amígdala ayuda a procesar emociones como el miedo, y la corteza prefrontal ayuda a controlarlas y regularlas. Cuando esta conexión se debilita, el cerebro puede tener dificultades para gestionar las respuestas de miedo o regular las emociones, lo que podría explicar por qué las personas con TEPT suelen experimentar miedo intenso y cambios de humor.
Personalizar el tratamiento
“El TEPT tras una agresión sexual tiende a ser especialmente grave y suele ir acompañado de mayores tasas de depresión, ansiedad y pensamientos suicidas”, subraya Fortea. Sin embargo, los autores recalcan que esta diferencia cerebral podría ser una característica del trastorno en sí, pero no es necesariamente un indicador de la gravedad de los síntomas, que probablemente dependan de otros factores.
Las dos áreas que presentan una desconexión tras las agresiones sexuales con estrés postraumático.
“Una de las cosas que haremos ahora es ver si estas interrupciones de la conectividad tras una agresión sexual podrían ayudar a predecir la respuesta al tratamiento del TEPT”, indica la investigadora principal. “De ser así, podríamos identificar de forma temprana qué pacientes corren el riesgo de presentar peores resultados e intensificar los esfuerzos clínicos para ayudarlas a recuperarse”.
“Estos déficits de conectividad podrían servir más como una firma biológica del trastorno que como un marcador dependiente del estado”, añade Marin Jukić, investigador del Instituto Karolinska de Estocolmo y coautor del artículo. “Esto plantea la posibilidad de que dichas alteraciones se conviertan en biomarcadores predictivos de la respuesta al tratamiento, orientando intervenciones personalizadas”.
Los autores inciden en que se necesitan estudios longitudinales más amplios. Hasta el momento, este es un estudio con 40 mujeres, pero el trabajo requiere de más estudios para confirmar los hallazgos. A pesar de que la violencia sexual es una de las formas más extendidas de trauma que afectan a las mujeres, hasta ahora la mayoría de las investigaciones sobre el TEPT se han centrado en otros tipos de trauma, como la guerra.
“Extraordinariamente destacable”
César San Juan Guillén, profesor de Psicología de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), considera que la metodología es sólida y asegura que la desconexión frontolímbica coincide con hallazgos previos en TEPT. “La novedad es haber realizado el análisis tras una agresión sexual”, indica en declaraciones al SMC. “Que en más de la mitad de las pacientes la conexión amígdala-corteza, encargada de gestionar las emociones, casi desaparezca es un resultado extraordinariamente destacable”.
Que en más de la mitad de las pacientes la conexión amígdala-corteza, encargada de gestionar las emociones, casi desaparezca es un resultado extraordinariamente destacable
Para el experto este trabajo refuerza la base neurobiológica del TEPT tras una agresión sexual y subraya la necesidad de un seguimiento psicológico temprano de las víctimas. “Si se confirma que la desconexión amígdala-prefrontal predice la respuesta terapéutica, la neuroimagen podría ayudar a identificar casos de mayor riesgo y personalizar el tratamiento”, concluye.
“Este tipo de estudios aportan evidencia valiosa sobre los cambios funcionales que acompañan al trauma psicológico y evidencia una disrupción del circuito fronto-límbico implicado en la regulación de las respuestas de miedo”, asegura Manuela Costa, investigadora de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), a elDiario.es.
Costa estudia la creación de recuerdos negativos en pacientes que tienen electrodos en la amígdala y en el hipocampo, lo que permite observar la dinámica de comunicación entre regiones cerebrales con una enorme precisión temporal. “Resituados como este se complementan con los nuestros, al ofrecer una comprensión más profunda de cómo las alteraciones en la comunicación entre la amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal pueden estar en la base de los trastornos derivados de experiencias y recuerdos traumáticos”.