Carolina Castro; Mujer Rural de Asturias, soñó su proyecto en un mostrador del aeropuerto y lo llevó a su pueblo

Carolina Castro; Mujer Rural de Asturias, soñó su proyecto en un mostrador del aeropuerto y lo llevó a su pueblo

Esta madrileña de origen vaqueiro y que nunca perdió el vínculo con la aldea, a la que volvía desde el de Aluche para ser «feliz en una cuadra», puso a funcionar el primer taxi adaptado en Cudillero y los servicios de taxitours con viajes a las brañas

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Anda Carolina Castro estos días por su Cudillero con una sonrisa medio nerviosa, es la que le sale sola, una mezcla de agradecimiento e ilusión, que mantiene desde que hace unos días se diese a conocer que es ella es “Mujer Rural de Asturias 2025”, un premio que otorga la Red Asturiana de Desarrollo Rural (Leader) y que recogerá esta tarde en La Benéfica, en Piloña.

El reconocimiento le llega a Carolina por ser promotora de TuriTaxi en Cudillero, donde ofrece viajes a las brañas y a los lugares más bonitos del concejo, por poner en marcha el primer taxi adaptado en el concejo, pero quizás además de su proyecto, haya detrás mucha admiración por esa forma de ser de Carolina, esa manera suya de encarar la vida con aplomo y coraje y esa apuesta decidida por volver al pueblo desde Madrid. Darle una oportunidad a los orígenes: los vaqueiros y sentir que ahora, junto a su familia, está en el lugar que quiere estar.  “Mi madre ya se fue de aquí con 11 años a estudiar y mi padre con 19 a trabajar”. El matrimonio asentó su vida en Madrid y allí nació Carolina, en el barrio de Aluche, que por aquel entonces era un barrio, barrio. Avelino, su padre, tocaba la gaita por las tardes y sonaba desde la otra punta.

Era feliz en la cuadra

En aquel segundo piso, los asturianos, naturales de los pueblos de El Faedal y La Arbiera, iban cuadrando los calendarios para regresar a sus pueblos: volvían para hacer la matanza, para recoger la hierba seca en verano, para guardar la leña y para recoger la miel. Y Carolina explicaba a sus compañeros del cole que tenía que subir a Asturias para hacer todas esas cosas y que además su padre, era gaitero. “Les parecía todo muy exótico”, explica sonriente. En cada visita a casa de sus abuelos se enamoraba Carolina más de sus orígenes, de aquellos dos pueblos que le permitían una vida en conexión con el campo, con la naturaleza y entre las vacas. “Yo en El Faedal era feliz en la cuadra”, relata.


Carolina Castro, en Cudillero.

Fue ese amor por los animales gestado en la aldea lo que la llevó a estudiar veterinaria, en una ciudad que cada vez la asfixiaba más y que le hacía correr sin saber muy bien ni hacia dónde ni por qué. “El metro, las prisas, la despersonalización de la ciudad, incluso del barrio que cambió mucho con los años, ya ni te saludas con el vecino…” así se sentía Carolina, que decidió entonces que en cuanto terminase la carrera, ella iba a ser veterinaria en un pueblo. Así que con el objetivo claro se instaló Carolina en Asturias, ¿primer destino? Quintueles. Con ella, siempre y desde que se enamoraron tocando la gaita en Madrid, su marido, que dejó una plaza en el Jardín Botánico para instalarse con ella aquí. “Mi abuela se acaba de ir con mis padres a Madrid y decidimos volver a La Arbiera, me quedé embarazada y fue una forma de poder dedicarme a mis hijos. Era la casa familiar y mi marido había conseguido un trabajo de jardinero, nos ajustamos y tiramos para adelante”, concreta.

Trabajo en el aeropuerto

Con dos hijos y una vida en el pueblo que le aportaba mucha tranquilidad, y que además le permitía verlos crecer en los mismos escenarios en los que ella había sido tan feliz, a Carolina le llegó el momento de volver a trabajar. “Me fui al aeropuerto a trabajar en una empresa de alquiler de coches. Para volver a la veterinaria tenía que reciclarme, y si trabajaba en una clínica me iban a pagar muy poco”. Y fue ahí, un día, apoyada en el mostrador desde el que entregaba las llaves a quienes venían a visitar Asturias, cuando vio su proyecto.


Carolina, en la parada de taxis de Cudillero.

“Llegaban los taxistours, que funcionaban muy bien, y resulta que en Cudillero, uno de los concejos más turísticos de Asturias, no teníamos nada”. En ese ir y venir constante de clientes frente a sus narices, Carolina volvió a dibujar su futuro. “En enero de 2020 quedaba libre una licencia en Cudillero, y era una inversión asumible. Pedí cita en la antena de la Cámara de Comercio de Luarca y les expliqué mi proyecto: un taxi con recorridos turísticos por el concejo, con paradas en los lugares más emblemáticos y rutas hechas a medida. Me dijeron que estaban a punto de salir las ayudas del Plan Leader y que quizá podría optar a ellas”, repasa.

Taxi adaptado

Así, el proyecto de Carolina Castro pasó de ser una idea nacida en un mostrador del aeropuerto a convertirse en una realidad. Compró una furgoneta de nueve plazas, adaptada para personas con movilidad reducida, el primero que ofrecía este servicio en el concejo, comenzó a trabajar como taxista y a ofrecer visitas guiadas. Además, brinda otros servicios imprescindibles en la zona rural, como llevar a los jóvenes a las fiestas de prao. En 2021 amplió el negocio: otro taxista se jubilaba y así pudo hacerse con una segunda plaza.

“Yo ya estaba dando trabajo a otros compañeros, así que creímos que era el momento. Este segundo coche lo conduce mi marido”, quien esta vez no solo apoyó a Carolina en su proyecto, sino que decidió unirse a él. Y es que sus capacidades como emprendedora resultaron muy acertadas: supieron ver el negocio en una necesidad real, los viajes turísticos hechos a medida. De todas las rutas que ofrece Carolina, hay una que le hace especial ilusión: la ruta vaqueira, que no deja de ser un camino hacia sus orígenes, hacia sus abuelas. “Este premio es para ellas. Estarían orgullosísimas de mí, pero ellas sí que fueron mujeres rurales capaces de sacar adelante a sus familias”, dice, mientras sus ojos se mojan de emoción y se tornan verde, verde braña, verde vaqueiro.

Este premio, al que ella no presentó candidatura, le llega en un momento dulce, con sus hijos de 13 y 10 años, criados en el pueblo; con su negocio funcionando y con las gaitas que le resuenan en su cabeza de fondo cuando piensa en que este es un reconocimiento a su vuelta a Asturias, a su apuesta decidida a emprender en el pueblo y a lograr el objetivo pensando. La ruta vaqueira de Carolina por la que tantas veces lleva a los turistas era esta. Enhorabuena.