Abrir el melón del aborto no interesa a las mujeres

Abrir el melón del aborto no interesa a las mujeres

Lo que no soluciona nada es la batalla ideológica en este terreno. No es práctica. Siempre va a haber personas que por religión o convicciones estén en contra de esta práctica

OPINIÓN | Populismo constitucional: degradando el derecho al aborto, por Joaquín Urías

«El aborto es una cuestión de libertad personal, de autonomía personal»
Osez le féminisme! 

No es buena idea usar el aborto como garrote contra el adversario político. Al menos no es buena idea para las mujeres que pensábamos que la resolución constitucional respecto a la ley vigente había convertido la cuestión en pacífica en nuestra sociedad. A sabiendas de que las minorías religiosas nunca lo van a aceptar -ninguna, ni la católica ni la evangélica ni la judía ni la islámica- el espacio de laicismo o siquiera de aconfesionalidad conseguido por la sociedad española era más que suficiente. No es perfecto, es práctico. Comprendan que la mayoría de las mujeres estemos por lo práctico en este terreno y lo cierto es que volver a abrir este melón, para nada y bajo ningún concepto, lo es. 

Vox arroja su caramelo envenenado y Almeida lo pisa sin necesidad dejándole el patio churretoso a su jefe de filas, que tiene que salir a aclarar la postura del partido que no coincide con los anteriores, como es obvio desde que Ruiz-Gallardón perdió el ministerio por intentar meter baza ultra en esa ley. Y son entonces los socialistas los que, con buena vista, se dan cuenta de que esa cuestión aún puede hacer malmeter a unos y otros de sus adversarios y que, por tanto, si envidan les pueden crear un problema. Lo que en términos de táctica política se explica rápido, pierde mucha fuerza si se mira desde los verdaderos intereses de las mujeres de este país. 

Aunque es cierto que el voto de las mujeres es el epicentro de una batalla poco soterrada; por mucho que se sepa que será decisivo; que las encuestas demuestren que los socialistas se desangran de mujeres cada vez que se oye a sus puteros en una grabación; nada de ello justifica la posibilidad de abrir de nuevo un debate general sobre el aborto. El país está cambiando y hay fuerzas religiosas y creyentes procedentes de otros países que pueden mover la balanza. No duden que Ayuso que no da puntada si hilo piensa en ellos, en la llegada continua y poderosa de evangélicos, cuando juega a hacer encaje de bolillos sobre algo que antes no le ofrecía la menor duda. No olviden que fueron los evangélicos los que inclinaron la balanza hacia Trump, ella no lo hace. 

Vamos al órdago consistente en afirmar que se va a meter el derecho al aborto en la Constitución. Es un órdago que quedará en nada y que puede provocar, insisto, debates retrógrados indeseados. Francia es el único país del mundo que dice haber blindado el aborto en su Constitución. La laica Francia lo hizo recientemente porque de sus 500 diputados apenas 30 votaron en contra o se abstuvieron y ello sin reproche político ni refriega. Así es una cosa, convirtiendo de nuevo el aborto en arma política es otra completamente distinta. Yo lo apoyé y me dio envidia por esa práctica unanimidad. Por cierto que aunque se hable de la constitucionalización del derecho al aborto, en realidad los franceses lo que han consagrado en su artículo 34 es la libertad de las mujeres para abortar: “La loi détermine les conditions dans lesquelles s’exerce la liberté garantie à la femme d’avoir recours à une interruption volontaire de grossesse.” Se remite a una ley para tal garantía, ley que en España ya ha sido declarada constitucional. 

Obviamente el Gobierno sabe que no puede pretender en este momento de polarización y de perpetua refriega electoral, introducir el aborto en el apartado de derechos fundamentales, cuya reforma está blindada con mayorías reforzadas y la exigencia de la disolución de las cámaras. A buenas, con una mayoría como la francesa, podría hacerse justo antes de convocar unas elecciones. Verán que no es el caso ni va a serlo. Y es que si le haces un órdago a la oposición no te lo va a ver. Ni esta ni ninguna. Así que para hacer el paripé y poner al PP frente a sus contradicciones internas, por ver si se arrean entre ellos, proponen reformar el artículo 43 de la CE y eso, ya lo ha explicado Urías, pero no es el único constitucionalista que lo ve así, rebaja la protección actual de la libertad de las mujeres para abortar. Lo hace porque lo convierte en un principio rector, algo reconocido pero no de obligada sustanciación práctica, como sabemos sucede con el derecho a la vivienda o al trabajo que aparecen en el mismo epígrafe y que pueden no darse ya que son condiciones asintóticas, deseables, pero no imperativas. 

Menos técnico y más comprensible es el hecho de que tales principios rectores se pueden regular por ley ordinaria y no orgánica, como la existente ahora. Eso facilitaría enormemente a futuros parlamentos carcas cambiar la legislación existente ya que bastaría una mayoría simple y no reforzada como ahora. Entiendan que a las mujeres eso nos debería dar pánico, que no nos beneficia para nada, que no tiene sentido práctico, que solo responde a una táctica política. Las mujeres necesitamos que se nos tenga en consideración, que se nos cuide como ciudadanas de pleno derecho que somos, que no se juegue con nuestra salud como ha pasado con las mamografías sin resultados; que no se nos ponga en riesgo, como cuando las pulseras no nos protegen del agresor. 

Lo que las mujeres demandamos es algo práctico: ser libres de abortar y hacerlo de forma segura y gratuita. Ahí va el garrote de las listas de objetores que en Francia, por ejemplo, no existen y les parecen marcianas. No comprenden muy bien la existencia de listados de profesionales que se acogen a su derecho a objetar porque la constitución, la legislación europea y el Consejo de Europa recoge el respeto a la libertad de conciencia. Un médico puede objetar porque tenemos que respetar sus creencias personales y profesionales. Listas manejadas por los gobiernos no existen en otros países tampoco. ¿Cómo lo hacen? Los médicos objetores están obligados a hacérselo saber inmediatamente a la mujer que desea abortar -para evitar problemas con los tiempos de embarazo- y les deben dirigir directamente a otro profesional que sí realice la intervención. 

Los problemas con el número de ginecólogos dispuestos a realizar la intervención -que en España son menos de 200- y con su distribución geográfica se han solucionado en el hexágono permitiendo a las comadronas llevar a cabo abortos, con el mismo protocolo, y a los médicos generales realizar abortos medicamentosos previo concierto con un centro médico. En Francia también prohibieron que un jefe de servicio de hospital público pudiera negarse a que en su servicio se llevaran a cabo abortos. Así que si se quieren solucionar problemas, existen las soluciones.

Lo que no soluciona nada es la batalla ideológica en este terreno. No es práctica. Siempre va a haber personas que por religión o convicciones estén en contra de esta práctica. Vale, va bien. Fijémonos en los que sí quieren ayudar a las mujeres, ampliemos el espectro, aseguremos que haya suficientes profesionales, sin restringirlo a ginecólogos, en todo el territorio. 

Todo menos volver a abrir un melón que dimos por cerrado con la sentencia del Tribunal Constitucional y que era y es pacífico excepto para la ultraderecha. La ultraderecha que ha lanzado el caramelo envenenado y que va a recoger sus frutos sin mover ni un dedo porque el PSOE le va a hacer el trabajo. 

Las mujeres somos eminentemente pragmáticas. Cuando estamos embarazadas y no queremos ser madres queremos soluciones rápidas y seguras. Creo que hablo por la mayoría si digo que desearíamos que dejara de existir un estigma sobre quien decide libremente. Y ya. Todo lo demás no nos interesa. Todo lo demás es devolvernos a pantallas anteriores, a disensiones realizadas en términos electorales que solo pueden perjudicarnos.

Déjenlo estar. Déjennos estar. No le den el gusto a los ultras.