La crisis de deuda de Francia hace temblar al resto de Europa

La crisis de deuda de Francia hace temblar al resto de Europa

La incertidumbre política que asola al Gobierno de Emmanuel Macron, sin visos de acabar, más el fuerte endeudamiento de Francia conforman un cóctel que preocupa al resto de la Unión Europea

El primer ministro francés anuncia la suspensión de la reforma de las pensiones de Macron para evitar otra crisis política

“Los costos de financiación soberana de Francia dentro de la Unión Europea han seguido deteriorándose. Durante la gran crisis en Europa, los países con mayor tensión financiera —Portugal, Italia, Grecia y España— fueron etiquetados con el infame acrónimo ‘PIGS’. Hoy, los costos de financiación a 10 años de estos países están por debajo de los de Francia”. Con este informe de los analistas de Muzinich&Co muestran cómo la crisis política que tiene a Francia acogotada tiene también una complicada derivada económica que cada vez preocupa más a los países miembros de la Unión Europea, ya que es la segunda economía de la UE y hay miedo a un contagio sistémico por sus problemas de deuda.

El primer ministro francés, Sébastien Lecornu, lanzó una hoja de ruta como inicio de su mandato en el que anunció la suspensión de la polémica reforma de las pensiones “hasta las elecciones presidenciales”, previstas para 2027. Esta renuncia le permitió solventar dos mociones de censura presentadas por Francia Insumisa (LFI) y por Agrupación Nacional (RN), el partido de Marine Le Pen, gracias a que los socialistas se desmarcaron del resto de la izquierda para salvar al primer ministro de Emmanuel Macron.

Sin embargo, tumbar la reforma de las pensiones va a suponer un coste de 2.200 millones de euros en total durante los próximos dos años, según publica Bloomberg, lo que va a añadir más presión a un país al que los analistas han puesto en vigilancia por su excesiva deuda.

Lecornu presentó un presupuesto para 2026 con el objetivo de reducir el déficit público al 4,7% el próximo año, frente al 5,4% de 2025, y volver a situarse por debajo del 3% en 2029. Francia es uno de los nueve Estados miembros de la Unión sujetos a un procedimiento de déficit excesivo. El objetivo del Gobierno francés es “iniciar una reducción de la deuda a partir de 2028”, aunque se prevé que la deuda llegue al 115,9 % del PIB al final de 2025 (+2,7 puntos con respecto a 2024). Es el tercer Estado miembro más endeudado de la UE, por detrás de Grecia e Italia y el quinto país en el que la deuda ha aumentado más (+3,5 puntos) en el primer trimestre de 2025. Francia ahora paga 67.000 millones de euros anuales solo en pagos de intereses de su deuda.

El problema para el Gobierno francés es que hay poca confianza en que las medidas propuestas sean suficientes para rebajar la deuda. Ulrike Kastens, economista para Europa de DWS, explica que “Francia parece estar en camino de tener el mayor déficit presupuestario de todos los miembros de la zona del euro, independientemente de las maniobras políticas y parlamentarias que puedan producirse en los próximos días y semanas”.

¿Qué le pasa a la economía de Francia?

Philippe Waechter, economista jefe de Ostrum (Natixis) explica que “la economía francesa está en crisis porque carece de los recursos que le permitirían converger hacia un crecimiento sin desequilibrios a medio plazo”. Las previsiones son que Francia crezca entre un 0,6% y un 0,8% en 2025.

Los desequilibrios de la economía francesa “son evidentes”, a juicio del economista jefe de Ostrum. Por un lado, “el perfil del PIB potencial es demasiado limitado para poder eliminar el déficit público a largo plazo. En las proyecciones a medio plazo de Bercy [Ministerio de Economía francés], el déficit se mantiene en el 3%, lo cual no es natural”, mientras que por otro lado, “la deuda pública ha estado aumentando casi continuamente desde su punto más bajo en 1975. Esto refleja el desajuste entre las necesidades del modelo social y la capacidad de la economía para producir un nivel suficiente de ingresos”.

“Las soluciones propuestas son insuficientes para imaginar que sean sostenibles. Aumentar los impuestos no es una buena idea, aunque haya cuestiones de justicia fiscal. Recurrir a la deuda para reactivar la economía e imaginar que esto será suficiente para revertir la tendencia podría ser risible, dados los fracasos de experimentos anteriores. Esta configuración, sin ninguna solución real, no es sostenible a largo plazo”, argumenta Waechter para explicar el callejón sin salida donde se ha metido Francia con su crisis política y económica. “La situación en Francia preocupa a los socios europeos”, concluye el economista jefe de Ostrum.

En Francia ya se visualizan las escasas expectativas a que haya una solución a corto plazo. Clément Inbona, gestor de fondos de LFDE, añade que “en las cifras de septiembre que publicó el INSEE, la confianza empresarial se acercaba ya a su nivel más bajo desde el final de la crisis del COVID. En cuanto a los hogares, su tasa de ahorro es ya la más alta desde la década de 1970 (sin contar el periodo de la pandemia), señal de que su confianza en el futuro ya está tocada”.

Y cuando Francia enferma, el resto del continente lo padece. “La situación política de Francia es un lastre, no sólo para el propio país, sino para el conjunto de la Unión Europea. Nuestra previsión de crecimiento de la eurozona para 2026 es de un moderado 1,1%. En Europa, un aumento adicional de la inestabilidad geopolítica y de los riesgos fiscales –con Francia como clave– podría deteriorar el sentimiento a largo plazo y el clima de inversión”, señala Vincenzo Vedda, director de Inversiones de DWS.

Rebajas de calificación crediticia

El problema es que la desconfianza puede agigantarse en las próximas semanas. “Sobre la mesa sigue estando la posibilidad de que Moody’s o S&P rebajen la calificación crediticia de Francia de aquí a finales de año, lo que haría pasar a Francia de la categoría AA a A ante los inversores internacionales”, recuerda Xavier Chapard, estratega de LBP AM.  Fitch ya rebajó la calificación crediticia de largo plazo de Francia a A+ desde AA- con el argumento de que “la deuda seguirá aumentando, reflejando déficits fiscales primarios persistentes, sin un horizonte claro para la estabilización de la deuda”.

“Si Francia sufre nuevas rebajas, se reducirá la demanda de bonos del Tesoro francés (conocidos como OAT) por parte de bancos centrales extranjeros”, señala un informe de UniCredit, con las duras consecuencias que podría suponer para la financiación de las cuentas públicas de Francia.

Francia es el mayor emisor de deuda pública de Europa con cerca de 3 billones de euros en circulación. “Las tensiones políticas en Francia han provocado un aumento en los diferenciales de los bonos. La presión hasta ahora se ha limitado a Francia y deja intacta la convergencia general de los diferenciales soberanos. Los inversores han interpretado este episodio como un problema específico del país, pero la situación requiere una vigilancia estrecha en los próximos meses porque una escalada podría tener implicaciones más amplias para la zona euro”, añaden en el informe de Unicredit.

Aunque Francia pierda su estatus de doble A en las calificaciones crediticias seguirá dentro del umbral de inversión. El problema es que hay grandes firmas de inversión como BlackRock, Vanguard o Legal & General que tienen productos de inversión que solo operan con productos con una calificación de doble A o superior. Si Francia pierde esta calificación podría provocar una salida de inversores que conduciría a agigantar la crisis, según publica Bloomberg.

A pesar de los riesgos de contagio sistémico o precisamente por ello, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, ha pasado de puntillas por las implicaciones de la crisis francesa. El pasado martes, Lagarde aseguró que “no veía signos de desorden” en el mercado de bonos de la zona euro a pesar de la crisis presupuestaria en curso en Francia. “Ya dije anteriormente que estamos monitoreando los mercados financieros, que estamos observando los diferenciales…, pero no hay nada desordenado en este momento”. Ahora bien, también dejó claro de que si hay problemas “hay herramientas” para responder.

“Deberíamos estar preocupados. La eurozona no es estable en este momento. La única razón por la que los mercados no están aún más nerviosos es por la esperanza de que el BCE intervenga y compre bonos franceses para estabilizar el mercado. Pero esa esperanza podría estar mal fundada, porque el BCE tiene que tener cuidado de no socavar su credibilidad”, avisa Friedrich Heinemann, economista del Centro Leibniz de Investigación Económica Europea (ZEW), en unas declaraciones recogidas por la agencia DW.