La derecha prefiere ser colonia a soberana

La derecha prefiere ser colonia a soberana

El paso atrás de Donald Trump a delegar en la OTAN ha dejado en un pésimo lugar a todos aquellos que solo saben arrastrarse de manera servil a las diatribas y caprichos del aspirante a sátrapa

No es una novedad decir que para la derecha si el país no lo dirigen ellos prefieren venderlo a manos extranjeras. Los que más patriotas se declaran suelen ser los primeros en entregar a su patria. Donald Trump sigue amenazando a España sin que el PP y Vox se atrevan a perturbar al narcisista de pelo naranja porque en el fondo aspiran a que, si le causa dolor a los españoles, ellos puedan recoger los frutos. Es otra vez la doctrina Montoro, “que España se hunda que nosotros la levantaremos”. 

Las últimas declaraciones de Donald Trump son un espaldarazo para Pedro Sánchez porque ha demostrado que se le puede sostener la mirada cuando se tiene cierto orgullo y no se cede a arrastrarse como hace la derecha global. “No, España no ha cumplido. España no ha sido leal a la OTAN. España ha sido […] es la única [que no ha aceptado subir]. Todos estaban en el 2% y todos subieron al 5%, pero España no estuvo de acuerdo. Creo que España debería ser reprendida por eso. Creo que es muy malo que lo hicieran, pero eso es cosa suya. Eso es cosa de la OTAN y de España”. El paso atrás de Donald Trump a delegar en la OTAN ha dejado en un pésimo lugar a todos aquellos que solo saben arrastrarse de manera servil a las diatribas y caprichos del aspirante a sátrapa. 

Abascal y Milei son la misma cara arrastrada de la ultraderecha mundial que entre la patria y cuestionar a Donald Trump prefieren vender su país. Del mismo palo es la infame premio Nobel de la Paz, María Corina Machado, que ya ha dejado claro que venderá a las compañías americanas todos los recursos naturales de Venezuela prometiéndoles hacer mucho dinero con su expolio si intervienen en el país militarmente y derrocan por la violencia a Nicolás Maduro. Pocos han sido los que han elegido defender a su gente frente al imperio, pero la manera de arrastrarse de la golpista venezolana ha sido reprendida hasta por opositores fieros del líder bolivariano como Henrique Capriles. 

La política argentina es más interesante que la española porque anticipa todas las aberraciones que veremos en no poco tiempo en nuestro país. Van por delante en lo bueno y en lo malo. Estos últimos días hemos visto como Javier Milei y una comparsa de su ejecutivo acudió a reunirse con Donald Trump para rogarle una intervención económica masiva que pueda sostener la corrida cambiaria y evitar la depreciación del peso antes de las elecciones legislativas del 26 de octubre. El secretario del Estado de EEUU, Scott Bessent, está interviniendo desde Washington la economía argentina con compra directa de deuda soberana argentina y con swap para sostener el gobierno de Milei y evitar que caiga, convirtiendo de facto a Argentina en una colonia americana en la que el Banco Central ya no opera en Buenos Aires sino desde EEUU. 

La lógica diría que cualquiera que crea en la soberanía de la República Argentina defendería las instituciones de su propio país y no delegaría actuaciones exclusivas de su soberanía en una potencia extranjera hasta el punto que la estabilidad del país dependerá de la decisión que tome o no el secretario de Estado americano. 

La paradoja de la derecha y la ultraderecha que se quejaba del globalismo es que se han echado en brazos de Donald Trump hasta ceder cualquier tipo de soberanía con tal de lograr el poder y desterrar a la izquierda. Nunca les ha molestado que hubiera una hegemonía cultural determinada que borrara las fronteras identitarias de cada país homogeneizando el pensamiento, les ha molestado no ser los que capitalizaran ese poder. Por eso ahora que un personaje como Donald Trump recupera la doctrina Monroe para intervenir en cada país y hacer de su política la injerencia constante sobre cualquiera que vaya en contra de sus postulados se han vendido sin ofrecer ninguna resistencia. Ahora están pidiendo que invada Venezuela, pero no tendrían ningún pudor en pedir lo mismo para España o vender hasta la última parcela de nuestro territorio a las compañías americanas, como está haciendo Milei en Argentina. Les importa de la patria aquello que pueda ofrecerles para vivir como privilegiados, y eso no hay bandera grande en rotonda que lo tape.