La gran hambruna española contemporánea que no está -¿todavía?- en Wikipedia

La gran hambruna española contemporánea que no está -¿todavía?- en Wikipedia

A pesar de las privaciones alimentarias que la zona republicana experimentó durante la guerra civil, no cabe hablar todavía de hambruna en ella. Esta fue un producto de la dictadura franquista tras la guerra

Toller, el pacifista alemán que quiso erradicar el hambre en la Guerra Civil y al que hoy nadie recuerda en España

Lo primero que he hecho, antes de ponerme a escribir este artículo, es comprobar si en Wikipedia, en castellano o inglés, hay alguna referencia a esta hambruna. En general, los artículos sobre la España contemporánea no suelen estar al día. O, lo que es peor, están debidamente manipulados en los temas relativos a la República, la guerra civil y el franquismo. Son los que más me interesan. Nunca he sentido la tentación de contribuir a ponerlos al día. Espero que otros lo hagan. Como ejemplo, el de José Calvo Sotelo es, en cuanto a carencia de modernización, un prodigio. 

La Editorial Crítica ha publicado recientemente dos libros de obligada lectura. El que es objeto de este artículo se titula ‘La hambruna española’. El segundo se refiere a la mente de los nazis, un tema bastante trillado, pero al que su autor logra incorporar nuevas perspectivas desde un enfoque sicológico, individual y social. 

El autor de ‘La hambruna española’ es un buen amigo mío. Nos conocemos de muchos años. Es decir, de sus tiempos de penene. Hoy está a la cabeza de la editorial Comares, de Granada. Es catedrático en esta ciudad de Historia Contemporánea y pertenece a una generación que va renovando el estudio de la contemporaneidad española (República, guerra civil, franquismo, transición) con enfoques modernos que combinan historia política, económica y social, con acento en la última y en la microhistoria. 

Desde hace años ha ido publicando artículos en castellano e inglés sobre el tema de su último libro. Es decir, este no es flor de un día o una ocurrencia súbita. Ha llegado a él a través de un largo proceso de preparación y de indagación en archivos españoles y extranjeros. Algunos de ellos, por ejemplo, los británicos, los conozco bien. Otros, no, pero sí tengo referencias. Son, en particular, los archivos diplomáticos franceses en Nantes. En cuanto a los locales, provinciales, temáticos y otros (por ejemplo, los cuáqueros, los de la Fundación Rockefeller o de la Guardia Nacional Republicana de Portugal) han sido, para mí, una revelación. 

Sí conozco algo del marco general, la política autárquica de la dictadura, que toqué en varios libros primerizos y, más recientemente, con motivo de los “untados” británicos a generales franquistas y al propio hermano del dictador, el no menos inefable Don Nicolás. 

Con todo, el libro de Miguel Ángel del Arco ha sido, para mí, un descubrimiento. Supongo que también lo será para muchos lectores. ¿Sus tesis?

A pesar de las privaciones alimentarias que la zona republicana experimentó durante la guerra civil, no cabe hablar todavía de hambruna en ella. Esta fue un producto de la dictadura franquista tras la guerra. Las privaciones alimentarias que sufrieron los vencidos, particularmente en las zonas que más tardaron en ser ocupadas por los vencedores, obedecieron a otros factores. En primer lugar, a la orientación autárquica de la política económica general de la época. En segundo lugar, a la organización y gestión (es un decir) del sistema de administración y gestión de los abastecimientos (la poco estudiada Comisaría de Abastecimientos -y Transportes). En tercer lugar, a la desviación de las exportaciones agrícolas hacia -en particular- el Tercer Reich, como pago parcial de la deuda de guerra. Y, no en último término, al castigo sistemático de los más débiles: los vencidos republicanos. 

Los mecanismos puestos en funcionamiento generaron todo tipo de desvíos queridos en contra de ellos y tuvieron como contrapeso su papel en el enriquecimiento a todo trapo de los gestores, en particular militares y falangistas, gracias a la intervención en la gestión de la distribución de las cosechas y productos agrícolas intervenidos. Las cartillas de racionamiento (servidor se acuerda todavía de ellas) incorporaban un sesgo que sirvió de acicate para el ocultamiento sistemático de todo tipo de alimentos. Mientras tanto, las clases altas y medio-altas y los exvencedores no sufrieron de las privaciones que acechaban a casi todos los demás, principalmente en las zonas productoras. 

Los numerosísimos ejemplos de las enfermedades producidas por la subalimentación de las clases más afectadas (y vencidas en la guerra civil) son absolutamente estremecedores. El autor los ha extraído de la documentación y registros oficiales. Andalucía, Extremadura y Castilla la Nueva, en particular, se llevaron la palma. 

No cabe afirmar que las autoridades no fueran conscientes de lo que estaba ocurriendo. Una gran parte de la documentación utilizada por el autor procede de archivos oficiales de diverso nivel. El conocimiento llega no solo a las cúspides ministeriales y sus lacayos sino también al imperturbable general y Caudillo Francisco Franco. No hizo nada para remediarlo. Él estaba a lo suyo: en primer lugar a su propio enriquecimiento personal (esto lo afirma servidor y no está recogido en el libro) y en segundo lugar a la alta política: el mantenimiento de la autarquía como medio para llegar a la “España, grande y libre ”a la que aspiraba y porque estaba rodeado de militares y sicofantes falangistas que tenían de Economía la misma idea que los guerreros de Maratón y Salamina. 

En todo caso, un rebrote de la gran hambruna se produjo en el año 1946 y volvió a pegar con fuerza a los más desvalidos. A Franco lo que le preocupaba entonces era sortear las asechanzas que divisaba entre los vencedores de la segunda guerra mundial, el mantenimiento de un grado extremo de control de la población que suponía no le quería demasiado y esperar en su jaima imaginaria a que pasara el cadáver de sus enemigos externos. 

En resumen, un libro cuyos resultados deberían ser de conocimiento obligado en los centros de educación de enseñanza secundaria y, ¡en particular!, en las Universidades. Es urgente, en mi opinión, que el profesorado asimile su contenido y que los planes de estudios lo integren. 

Ahora, cuando va a cumplirse el 50 aniversario de fallecimiento del todavía exaltado en ciertos medios y, en particular, en las redes sociales es imprescindible que el libro de Miguel Ángel del Arco encuentre la máxima difusión.