Las bicis eléctricas en el punto de mira de la ultraderecha holandesa

Las bicis eléctricas en el punto de mira de la ultraderecha holandesa

El auge de estas bicicletas en el país en el que todo el mundo pedalea agita el debate político. De los 270 ciclistas muertos en accidentes de tráfico en el último año, casi la mitad circulaba en bici eléctrica

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El auge de estas bicis en el país en el que todo el mundo pedalea tal cual agita el debate político. De los 270 ciclistas muertos en accidentes de tráfico en el último año, casi la mitad circulaba en bici eléctrica.

Si bien la bicicleta en Países Bajos es un gran igualador social –todos nos mojamos igual en la lluvia–, tampoco esta se libra de los lances de la política. La polémica del momento se llama bici eléctrica y, en concreto, fatbike: una pesada y rápida bici a propulsión con neumáticos anchos. Las fatbikes, que han irrumpido con fuerza en los últimos años y ya son inseparables del paisaje urbano, han creado dos clases en el carril bici: la de los que arduamente pedalean y la de los que, con más facilidad, van electrificados.

No ayuda a la buena imagen de la fatbike que esta bici sea especialmente querida entre jóvenes con raíces migrantes. Y, así pues, hasta el político ultraderechista Geert Wilders se ha pronunciado al respecto, definiendo a sus usuarios como “gentuza que recluta a solicitantes de asilo para vender droga” y exigiendo “expulsarlos inmediatamente del país”. Un delirio que no le impide liderar las encuestas de cara a las elecciones que se celebran el 29 de octubre.

A Julio César, sin embargo, le encanta su fatbike. Este colombiano, que se define como un “manitas”, es voluntario en un taller de bicicletas del centro de Ámsterdam. En la llamada Fietskliniek –clínica de bicicletas– los vecinos pueden hacer uso de toda clase de herramientas. Julio y la mexicana Damaris Bolio les van dando mientras tanto las instrucciones. Porque la idea es, además de arreglar tu bici, aprender a hacerlo uno mismo. La tarifa son cuatro euros, y los materiales, que se pagan aparte, son a menudo reutilizados y a precio amigo.

La división de opiniones brota en el taller: “Mientras una esté sana hay que pedalear. Es bueno para la salud y el medio ambiente, por eso no me gustan las bicis eléctricas”, dice Bernadette de Graaf. Las otras mujeres presentes en el taller la respaldan.

Julio, que además de moverse en su fatbike, se encarga de arreglar estas bicis, le contesta: “Lo que le pasa a la gente es que nunca ensayaron a ir en bici eléctrica. No tienen ningún problema”. Aunque, eso sí, Julio concede que pedalear menos le repercute en la condición física: “Lo noto, por eso vengo de mi casa a acá caminando, si lo hago todo con la eléctrica me quedo sin forma”.

Otra preocupación es la seguridad. En los Países Bajos prácticamente nadie se pone el casco. Y ahora, con la irrupción de la bicicleta eléctrica, el asunto ha cobrado especial urgencia. Porque, aunque una bici con batería en principio no supera los 25 kilómetros por hora, hay quienes las trucan para alcanzar casi los 50. De los 270 ciclistas muertos en accidentes de tráfico en el último año, casi la mitad circulaba en bici eléctrica. Una importante parte de ellos, además, eran mayores de 75 años, una franja entre la que este tipo de bici es especialmente popular.

A pesar de todo ello, Herbert Tiemens, urbanista en el Ayuntamiento de Utrecht, defiende la bicicleta eléctrica con entusiasmo: “Es la opción perfecta para quienes ahora todavía se mueven en coche. Dentro de las ciudades la bicicleta es la opción más fácil, pero en cuanto tienes que ir de un pueblo a otro o de una ciudad a otra, mucha gente toma el coche. Para ese tipo de desplazamientos, la bici eléctrica puede ser la solución”. Y es que en este país la red de carriles bici no comprende tan solo cada recoveco de las urbes, sino que conecta cada punto del territorio.