Otoño en estado puro: siete parques nacionales para vivir la estación más bonita del año

Otoño en estado puro: siete parques nacionales para vivir la estación más bonita del año

Cuando los bosques cambian de color, los parques nacionales albergan y protegen algunos de los paisajes de mayor belleza de España. De Ordesa a Monfragüe, pasando por Aigüestortes o la laurisilva de Garajonay, estos siete espacios naturales pueden convertirse en la escapada perfecta para este otoño

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Cuando las temperaturas bajan y las primeras lluvias humedecen el suelo, los bosques cambian de aspecto. Las hojas empiezan a teñirse de dorado, el aire huele distinto y los paisajes se llenan de una luz más suave. Es la época en la que los parques nacionales se transforman tras el verano, con una cara más tranquila, más silenciosa y más acogedora.

El otoño es un momento perfecto para recorrerlos. Las sendas se vacían, los colores se multiplican y hasta el sonido del agua parece diferente. Hay una calma que no se encuentra en otras estaciones y que convierte cualquier escapada en algo especial. Tras el calor veraniego el otoño se coge con ganas y no hay mejor sitio para disfrutarlo que los bosques.

España cuenta con 16 parques nacionales repartidos entre la península y las islas. Pero hay siete que, por sus paisajes, su vegetación o su luz, son especialmente recomendables en esta época: Ordesa y Monte Perdido, Picos de Europa, Sierra de Guadarrama, Monfragüe, Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, Sierra Nevada y Garajonay. Damos un paseo por todos ellos para disfrutar del otoño como es debido.

Ordesa y Monte Perdido (Aragón)

En pleno Pirineo oscense, el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido es uno de los paisajes más espectaculares de España. En otoño, los bosques que cubren sus valles glaciares, sobre todo el de Ordesa, se tiñen de amarillos, naranjas y rojizos. Los hayedos y abetales enmarcan el río Arazas, que desciende entre saltos de agua y paredes verticales, creando un escenario que parece hecho para esta estación.

Entre las rutas más populares están la senda de los Cazadores y el camino que lleva hasta la Cola de Caballo, una de las cascadas más famosas del parque. También merece la pena detenerse en las cascadas del Estrecho o en la zona de las Gradas de Soaso, donde el paisaje se abre y el bosque se mezcla con las montañas. La entrada habitual es por Torla, punto de partida de muchas excursiones y uno de los mejores lugares para disfrutar del Pirineo en su versión más otoñal.


El otoño abriéndose paso en Ordesa.

Picos de Europa (Asturias, Cantabria y León)

El primer Parque Nacional de España sigue siendo uno de los más impresionantes. En otoño, los Picos de Europa combinan el color de los hayedos y robledales de sus valles con las cumbres que ya empiezan a recibir las primeras nieves. Los valles de Valdeón y Sajambre, en la vertiente leonesa, son algunos de los mejores lugares para ver cómo el bosque cambia de tono con la llegada del frío.

Entre las rutas más conocidas está la Ruta del Cares, que une Caín con Poncebos siguiendo un desfiladero que nunca defrauda. También los Lagos de Covadonga, que ofrecen una imagen completamente distinta en esta época del año, con la niebla colándose entre las montañas. Los pueblos de Caín o Sotres son buenos puntos de partida para descubrir esta parte de los Picos, donde cada valle ofrece una vista diferente.

Sierra de Guadarrama (Madrid y Segovia)

A apenas una hora de Madrid, el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama es una escapada perfecta para quienes buscan el otoño sin grandes desplazamientos. Sus pinares, robledales y matorrales de altura cambian los colores como en ningún otro momento del año, y el contraste entre el verde oscuro de los pinos y los tonos ocres de los robles crea paisajes especialmente fotogénicos.

El valle de Valsaín, en la vertiente segoviana, es uno de los lugares más recomendables para disfrutar del otoño, no tanto por el color en este caso, pero sí por el aroma húmedo de sus pinos. También el entorno del Puerto de Navacerrada, con rutas como el Camino Schmidt o la subida a la Laguna de Peñalara, que permiten caminar entre bosques y miradores naturales. Es un parque accesible, con senderos bien señalizados y una gran variedad de ambientes en pocos kilómetros.


La Sierra Guadarrama en otoño.

Monfragüe (Extremadura)

El otoño llega a Monfragüe de una forma diferente. Aquí no hay hayedos ni grandes cambios de color, pero sí un paisaje mediterráneo de encinas, alcornoques y matorral que se llena de vida con las primeras lluvias. El río Tajo atraviesa el parque y forma cortados donde anidan buitres leonados, cigüeñas negras y águilas imperiales, lo que convierte este lugar en uno de los mejores de España para el avistamiento de aves.

Las rutas que suben al castillo de Monfragüe o al Salto del Gitano ofrecen vistas magníficas sobre el valle. El otoño es también el momento de la berrea de los ciervos, y en los embalses cercanos pueden verse las primeras grullas que llegan desde el norte. Es un parque distinto a los demás: menos colorido, pero con una fuerza natural que lo hace especial.

Aigüestortes i Estany de Sant Maurici (Lleida)

En el corazón del Pirineo catalán, el parque de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici es un paraíso de agua y montaña. Tiene más de 200 lagos y estanques rodeados de picos, valles glaciares y bosques que en otoño se transforman. Los abetos, álamos y serbales tiñen las laderas de tonos dorados y rojizos, mientras las aguas del lago de Sant Maurici reflejan las primeras nieves de las cimas.

El parque se puede recorrer desde Espot o desde el valle de Boí, dos accesos que permiten conocer distintos paisajes. Las rutas que suben hasta Aigüestortes o al mirador del Estany son ideales para disfrutar del color del otoño en alta montaña. Las temperaturas empiezan a bajar pronto y no es raro que aparezcan las primeras heladas, lo que da a este parque un aspecto más salvaje y sereno.


Aigüestortes i Estany de Sant Maurici en otoño.

Sierra Nevada (Granada y Almería)

El parque nacional más alto de la península también tiene su encanto especial en otoño. En las laderas más bajas, los robles y castaños cambian de color mientras las cumbres se cubren de blanco. Es un paisaje de contrastes: mientras el frío se instala arriba, los pueblos de la Alpujarra granadina siguen disfrutando de días templados y cielos despejados.

Entre las rutas más recomendables están las del Barranco de Poqueira, que une Pampaneira, Bubión y Capileira, aunque el otoño es también buen momento para recorrer los caminos tradicionales que conectan los pueblos de montaña, con vistas al Mulhacén y al Veleta. Es el momento en que Sierra Nevada combina la luz del sur con el aire fresco de la altura.

Garajonay (La Gomera)

En las islas Canarias, el otoño no se mide por los colores de las hojas, sino por la humedad. En el Parque Nacional de Garajonay, en La Gomera, la laurisilva se mantiene siempre verde y cubierta de niebla. Este bosque subtropical, vestigio de los que cubrían Europa hace millones de años, conserva su aspecto casi inmutable durante todo el año.

Los senderos de El Cedro, La Zarcita o Alto de Garajonay permiten recorrer un paisaje de helechos, musgos y árboles retorcidos. La temperatura se mantiene suave y el ambiente, entre la niebla y el silencio, crea una sensación muy distinta a la de los parques peninsulares. Aquí los ocres y rojizos los encontramos en el suelo, tapizado por las hojas que se van acumulando año tras año, dejando una belleza densa y mullida que también nos traslada al otoño.