Josep Maria Llompart, cien años del «poeta insobornable» que no calló ante Franco y mantuvo viva la lengua catalana
El autor y activista mallorquín, que llegó a ser detenido por reivindicar la justicia social y la identidad cultural propia de la isla, fue clave en la preservación y difusión del catalán en tiempos de censura. «Llompart fue un hombre de convicciones democráticas profundas, inteligente, lúcido y visionario», recuerdan quienes han escrito sobre él
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“Josep Maria Llompart ha sido, sin duda, el intelectual mallorquín más influyente de la segunda parte del siglo XX”. Así arranca Mentre em resti un bri d’alè (Mientras me quede una brizna de aliento), de Pilar Arnau i Segarra, doctora en Filología y Filosofía, profesora y crítica cultural. Se trata de uno de los homenajes más significativos publicados este año para conmemorar los cien años del nacimiento de un poeta que se convirtió en símbolo de resistencia intelectual contra el franquismo y cuya figura fue clave en la preservación y difusión de la lengua catalana en tiempos de censura. “Llompart fue un hombre de convicciones democráticas profundas, inteligente, lúcido y visionario; un hombre que vivió unos tiempos de cambios políticos radicales, de nacimiento de nuevos movimientos cívicos que cuestionaban el orden establecido, de cultura en transformación permanente”, enfatiza Arnau.
Y es que, en una época en que escribir en catalán podía costar la libertad y pensar en voz alta, el silencio, Josep Maria Llompart eligió no callar. Poeta, traductor, crítico literario, antólogo, articulista, ensayista y activista cultural, fue “un ejemplo inmenso de civismo” y “una de aquellas grandes personas que solo se dan en contadas ocasiones”, subrayaba, por su parte, el poeta menorquín Pere Gomila en el 25 aniversario de su muerte: “Su compromiso con la lengua y la cultura catalanas, prohibidas por la dictadura en cualquier manifestación pública, su antifranquismo, su pensamiento de izquierdas y su voluntad insobornable de servicio lo llevaron a compaginar su obra con una gran cantidad de tareas y militancias que ejerció de la manera más noble y generosa”.
Su contribución fue tal que el Govern balear acordó declarar 2025 como Any Josep Maria Llompart con el objetivo de rendir tributo, a través del Institut d’Estudis Baleàrics, “a uno de los intelectuales más importantes del siglo XX” por su compromiso cívico y cultural sin precedentes y por su firme aportación “al enriquecimiento de la cultura catalana”. También la Generalitat de Catalunya, a través del Institut de les Lletres Catalanes, ha decidido conmemorar el centenario de su nacimiento bajo el comisariado del escritor, traductor y editor Jaume C. Pons Alorda. “Fue una persona de poderosas convicciones políticas que siempre ofreció un apoyo constante a las nuevas hornadas creativas”, subrayan, recordando que no solo se convirtió en una figura fundamental en Mallorca, “sino también en el marco general de los Països Catalans”.
Josep Maria Llompart, entre libros
Su compromiso con la lengua y la cultura catalanas, prohibidas por la dictadura en cualquier manifestación pública, su antifranquismo, su pensamiento de izquierdas y su voluntad insobornable de servicio lo llevaron a compaginar su obra con una gran cantidad de tareas y militancias que ejerció de la manera más noble y generosa
“Castellanohablante por decreto de familia”
Nacido en el seno de una familia conservadora, nada hacía presagiar que acabaría convirtiéndose en uno de los pilares de la cultura catalana – “Yo era castellanohablante por decreto de familia”, recordó en alguna ocasión-. Como recuerda Arnau en Mentre em resti un bri d’alè –editada por Quid Pro Quo, uno de los sellos de El Gall Editor-, Llompart estudió en los Jardines de la Infancia de la Pureza, para después ser matriculado en el Institut Balear y, más adelante, en la academia Docencia Balear. Sin embargo, fue con el estallido de la Guerra Civil cuando, inscrito en el Institut Ramon Llull, tomó contacto con Miquel Llodrà, su “particular apóstol” -en palabras de Gomila-, quien comenzó a suministrarle lecturas de autores como Miquel Costa i Llobera, Joan Alcover y Miquel dels Sants Oliver en un contexto en el que, como relataría el propio Llompart mucho tiempo después, los profesores “habían sido depurados por izquierdistas, cuando no cosas peores”.
Josep Maria Llompart, junto a Miquel Llodrà
“En aquellos momentos, el instituto recuerdo que era una cosa un poco siniestra […]. Recuerdo, por ejemplo, un profesor de Geografía que lo único que hacía era explicar las victorias de Franco. En fin, una cosa realmente lamentable”, comentaba el poeta. La reflexión se encuentra recogida en un volumen que, bajo el título Converses amb Josep Maria Llompart, reunieron en 1993 Manuel-Claudi Santos, Jaume Vidal Alcover y Jeroni Salom, en las que recordaba que “maestros realmente no tuvimos en absoluto, incluso yo diría que había profesores más bien grotescos que incitaban más bien a la risa que a la admiración y que no podían, por lo tanto, ejercer un magisterio”.
Fue entonces, en aquel ambiente “de misa diaria y, al llegar la cuaresma, de ejercicios espirituales, agobiantes y temibles como un velo negro, con meditaciones tenebrosas y víacrucis penitenciales hasta el cementerio, a paso lenta y toque de campana”, cuando conoció Llodrà, quien se convirtió en “un amigo de toda la vida” y quien influyó no en su vocación poética, pero sí en su “acercamiento a la realidad lingüística y cultural del país”.
En aquellos momentos, el instituto recuerdo que era una cosa un poco siniestra […]. Recuerdo, por ejemplo, un profesor de Geografía que lo único que hacía era explicar las victorias de Franco. En fin, una cosa realmente lamentable
En esa misma época, en las clases particulares a las que asistía, el futuro escritor conocería además a una joven que le ayudaría a tomar conciencia de la represión franquista, ejecutada en Mallorca de inmediato de la mano de falangistas, autoridades civiles, capellanes y redes clientelares. “Como enseguida nos dimos cuenta de que era más lista y más trabajadora que todos nosotros, nos sentimos ligados a ella por una turbia relación de amor-odio. Se llamaba Encarnació Viñas; pasados los años, me casé con ella”, confesaría Llompart. Aquella mujer, señala Pere Gomila, “lo salvaría definitivamente de ser lo que no quería ser”.
Josep Maria Llompart y Encarna Viñas
Consagración a la poesía
Poco después, en Barcelona, adonde se había trasladado para estudiar Derecho, se topó frente a frente con la realidad de la represión franquista. “Si decías algo a alguien en catalán, te cortaban todo dignos: ‘En castellano’. Todo esto me dio mucha pena. Ahora pienso que el 12 de septiembre de 1714 [día en el que la ciudad condal cayó en manos de las tropas borbónicas], Barcelona debía de dar aquella misma pena de ciudad derrotada”, confesaba. El 1947, Llompart regresó a Mallorca, donde no llegaría nunca a ejercer de ese letrado brillante con el que soñaba de joven, sino que obtuvo un trabajo burocrático que le aseguraba vivir modestamente, pero que le permitiría dedicarse a su auténtica vocación: la poesía.
La importancia que cobraron sus poemas llevaron al filólogo valenciano Manuel Sanchis Guarner -quien había sido desterrado a Mallorca tras pasar cuatro años en el campo de concentración de prisioneros políticos de Salamanca- a incluir cuatro de ellos en la antología que publicó en 1951 con el título Els poetes insulars de postguerra. Sobre el histórico lingüista, que en 1978 sufriría un intento de atentado por parte de la extrema derecha valenciana, Llompart afirmaba que era “honrado hasta el umbral del heroísmo, leal hasta la muerte y fiel siempre a él mismo y a su país”.
Durante los años cincuenta, Llompart se iniciaría en el mundo de la crítica literaria con su participación en las revistas Raixa y Vida Nova. En 1956 comenzaría a trabajar en la Jefatura de Obras Públicas de Balears, lo que le proporcionaría estabilidad laboral y los atardeceres libres para poder dedicarse en las letras. Ese mismo año, Camilo José Cela le propondría incorporarse a su proyecto Papeles de Son Armandans. Como recuerda Arnau i Segarra, Llompart aceptó, pero a cambio de que la literatura catalana estuviese presente en la revista. La colaboración le abrió una ventana a la literatura contemporánea de Celso Emilio Ferrerio, Vicente Aleixandre, Italo Calvino, José Luis Aranguren o Michel Butor.
“Llompart contaba con una excelente formación autodidacta y tenía la suerte de tener acceso a muchas fuentes. Conoció a amigos del exilio con quienes se escribia y, aunque parezca algo muy lejano, los Papeles de Son Armadams se hacían desde Mallorca con una vocación internacional”, destaca Arnau en declaraciones a elDiario.es. Por sus manos, recuerda, pasó la mayor parte de los manuscritos que llegaban a la revista.
En 1956, Camilo José Cela le propuso incorporarse a su proyecto ‘Papeles de Son Armandans’. Llompart aceptó a cambio de que la literatura catalana estuviese presente en la revista. La colaboración le abrió una ventana a la literatura contemporánea de Celso Emilio Ferrerio, Vicente Aleixandre, Italo Calvino, José Luis Aranguren o Michel Butor
Josep Maria, Llompart, a la derecha, con amigos y otros poetas
Josep Maria Llompart
A partir de ese momento, Llompart se convirtió en pieza clave dentro del entramado de resistencia intelectual que se articuló desde revistas, tertulias y editoriales clandestinas que actuaban como refugios de pensamiento libre, erigiéndose, en los años más grises del franquismo, en una de las voces que mantuvo viva la idea de una cultura catalana plural, abierta y resistente. De la mano del filólogo y profesor Francesc de Borja Moll, trabajó como asesor literario en la Editorial Moll -uno de los pilares de la edición en catalán en Balears- e impulsó la publicación de autores mallorquines y valencianos cuando la censura los mantenía fuera del circuito. Gracias a ello, subraya Arnau, conoció al poeta valenciano Joan Fuster, con quien estableció una amistad que se prolongó a lo largo de 38 años, como recuerda, por su parte, la novelista Maria Antònia Perelló, quien, en uno de los artículos que escribió sobre Llompart, destacó que no solo eran amigos, sino también “dos intelectuales que se admiraban mutuamente” gracias al grado de complicidad literaria que alcanzaron: “Los dos compartían el amor por la poesía, por la lengua y por el país”.
En la misma editorial, Llompart publicó La literatura moderna a les Balears, considerado el primer manual de la literatura contemporánea en las islas. Desde 1978 a 1986 fue presidente de la Obra Cultural Balears (OCB), desde donde promovió campañas por la lengua, la cultura y la autonomía de las Illes Balears, convirtiendo la entidad en una plataforma de resistencia cívica y de articulación de la identidad mallorquina frente al centralismo franquista.
Detenido y trasladado a calabozos
En medio de este panorama efervescente, la Casa Catalana de Mallorca, uno de los últimos reductos antifranquistas en la isla, se alzó como punto de referencia -y resistencia- cultural en los años sesenta. En la sede de la entidad, Llompart participó en la organización de las ‘Aules de Teatre, Poesia i Novel·la’, ciclos de actividades que contribuyeron a la dinamización cultural en lengua catalana. Cuentan las crónicas la anécdota que protagonizó Borja Moll en uno de los actos que tenía previsto celebrarse en el local de la asociación: “Me dicen que la conferencia ha de ser en castellano. Pues bien, la conferencia ha terminado”.
Como relata Pere Gomila, el 21 de mayo de 1968, cuando el escritor y activista Antoni Serra se disponía a dar inicio a la conferencia ‘Novelistes frustrats’, la policía suspendió el acto y detuvo a varios de los asistentes, entre quienes se encontraba el propio Llompart. “Trasladados a los sótanos del Gobierno Civil, se los fichó según costumbre de la época y tuvieron que hacer noche en los calabozos”, recuerda Pilar Arnau. Llompart compartió celda con Serra. Fuera de las dependencias, numerosas personas clamaban por su libertad, que les fue concedida al atardecer del día siguiente.
El arresto de Llompart marcó la intensificación de su actividad reivindicativa, al contribuir al nacimiento de distintas formaciones y agrupaciones políticas de izquierdas y asistir a múltiples reuniones clandestinas. Convencido de que la cultura debía estar al servicio de la comunidad, continuó defendiendo un modelo de autogobierno basado en la justicia social y la identidad compartida, una actividad que no impidió que, entre 1969 y 1972, se dedicase a impartir clases de literatura y cultura catalanas en la delegación palmesana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universitat de Barcelona. Retomó la docencia en 1987 como profesor asociado en la Universitat de les Illes Balears (UIB) hasta que se jubiló en 1991.
El 21 de mayo de 1968, en la Casa Catalana de Mallorca, la policía suspendió el acto cultural que se estaba celebrando y detuvo a varios de los asistentes, entre quienes se hallaba Llompart. Tras ello fueron trasladados a los sótanos del Gobierno Civil e hicieron noche en los calabozos mientras, fuera de las dependencias, numerosas personas clamaban por su libertad, que les fue concedida al atardecer del día siguiente
Mientras tanto, el escritor se volcó de forma incesante en la publicación de poemarios como La Terra d’Argensa (1972), enmarcado en los códigos del “realismo histórico”, un hecho sobre que el que Arnau i Segarra llama la atención dado que en los años setenta los escritores estaban experimentando otros lenguajes poéticos. El libro, además, sufrió los embates de la censura, motivo por el que, señala la biógrafa, “hubo cierta diferencia temporal entre el momento de su escritura y el de su llegada al público lector”. El realismo de esta obra se basaba, en palabras del poeta y crítico literario Pere Rosselló Bover, “en el rechazo de la consideración del poeta como ser superior —y apartado— a los otros y en la identificación de este con su sociedad. El poeta puede ser la conciencia del pueblo, puede asumir la voz, pero sin renunciar a sí mismo y en su mundo personal”. Uno de los poemas incluidos en la obra reza así, casi de forma premonitoria:
Jo dic que aquesta terra esdevindrà un incendi / Yo digo que esta tierra devendrá en incendio
perquè ja n’està farta, dels peus que la calciguen / porque ya está harta de los pies que la hollan
perquè cerca les velles paraules que cantava / porque busca las viejas palabras que cantaba
I només troba un pou de silencis feliços / y solo encuentra un pozo de silencios felices
Cartel elaborado por el sindicato STEI en recuerdo de Llompart: «Un hombre que fue claro en tiempos de confusión. Una persona que siempre reivindicaremos»
Cartel de una de las numerosas actividades programadas en homenaje a Llompart, en este caso de la Fundació Mallorca Literària
Después llegarían las Memòries i confessions d’un adolescent de casa bona (1974), donde, recuerda Arnau, Llompart “se adentra en un espacio lírico simbólico, con el trasfondo de una niñez mítica, un universo que contiene ciertos paralelismos con el mito de Sinera de Salvador Espriu”. Siguieron a esta obra los volúmenes Urbanitat i Cortesia (1979), Mandràgola (1980), galardonado con el Premi de la Crítica Serra d’Or y el Premio Nacional de la Crítica, y La Capella dels Dolors i altres poemes (1981), reconocido con el Premi Lletra d’Or. En 1982 recibió el premio de Honor de les Lletres Catalanes, otorgado por Òmnium Cultural, y fue condecorado con la Creu de Sant Jordi otorgada por la Generalitat de Catalunya. Ese mismo año, también publicó dos volúmenes de crítica literaria titulados Retòrica i Poètica, por los que fue condecorado con el Premi d’assaig literari.
Amistad con Maria Aurèlia Capmany, feminista y escritora
Uno de los poemas que publicó fue Plant per a Maria Aurèlia, en recuerdo de Maria Aurèlia Capmany, escritora, feminista, antifranquista y activista cultural con quien entabló una gran amistad. Junto a ella, Encarna Viñas y otros poetas como Jaume Vidal Alcover participó en numerosos actos políticos y culturales, sobre todo durante los últimos años del franquismo y los primeros de la Transición. En el poema dedicado a Capmany, Llompart medita sobre la ausencia y el vacío provocados por la muerte de su amiga, y reflexiona sobre el paso del tiempo y la eternidad.
Omple tots els racons la teva absència / Llena todos los rincones tu ausencia
Com si un ocell s’hagués esquitllat dins la cambra pel forat del pany. Ets absent a l’agenda, als calendaris, a les manetes del rellotge / Como si un pájaro se hubiera deslizado dentro de la cámara por el agujero de la cerradura. Estás ausente en la agenda, en los calendarios, en las manecillas del reloj
Ets absent en els fanals de l’horabaixa. I el buit que deixares s’eixampla a poc a poc, ja buit per sempre / Estás ausente en los faroles del atardecer. Y el vacío que dejaste se ensancha despacio, ya vacío por siempre jamás
Amb qui recobrarem els matins que tu encenies? Passa l’alba perfumada, comença el ponent feixuc de pomes a acostar-se, et recercam endebades per les rieres del migdia / ¿Con quién recobraremos las mañanas que tú encendías? Pasa el alba perfumada, comienza el poniente fatigoso de manzanas a acercarse, volvemos a buscarte en balde por las rieras del mediodía
Vindrà l’hivern voltat de fines dalles, el temps madurarà pels ravals de la teva absència. Caminarem encara les senderes del capvespre voltats de rossinyols i d’ombres / Vendrá el invierno rodeado de finas guadañas, el tiempo madurará por los arrabales de tu ausencia. Caminaremos todavía los senderos del atardecer rodeados de ruiseñores y de sombras
Absent, esdevens claror definitiva / Ausente, devienes claridad definitiva
Maria Aurèlia Capmany, en diciembre de 1968, tras ser galardonada con el Premio de novela Sant Jordi con su obra ‘Un lloc entre els morts’ (‘Un lugar entre los muertos’)
En aquellos años, Llompart compaginó su producción literaria con la labor traductora: en 1976 vio la luz el volumen de Quinze poetes gallecs y, más adelante, Poesia galaico-portuguesa (1984), Poesia gallega, portuguesa i brasilera moderna (1988) y Poemes de Luis Pimentel i Celso Emilio Ferreiro (1992). Fruto de estos trabajos, en 1990 participó en el I Encontro Luso-Catalão de Poetas celebrado en Lisboa. Entre 1983 y 1987 presidió, además, la Associació d’Escriptors en Llengua Catalana (AELC). Entre medias, en 1985, fue nombrado miembro de la Sección Filológica del Institut d’Estudis Catalans y, en 1990, presidente de la Federació Llull, integrada por la Obra Cultural Balear, Òmnium Cultural y Acció Cultural del País Valencià.
“Toda Mallorca será urbanizable”
Mientras continuaban saliendo a la luz poemarios y compilaciones de artículos en torno a la lengua, la cultura y la nación, Llompart fallecía el 28 de enero de 1993. Lo hacía en la plenitud de su vida artística y en un momento en que las instituciones culturales mallorquinas le rendían homenaje por su activismo incansable, por una vida entregada a la palabra y a la libertad y por mantener encendida la llama de una cultura que el silencio oficial intentó apagar. Su desaparición dejaba un profundo vacío en la vida cultural de Mallorca, que con él perdía no solo a uno de sus poetas más lúcidos, sino también a un infatigable artífice de la reconstrucción cultural de la isla.
El pasado 23 de mayo, cuando se cumplían 100 años del nacimiento de Llompart, el escritor, maestro y catedrático mallorquín Gabriel Janer Manila recordó a su “amigo entrañable”, a quien se refirió como el “poeta de palabra sólida y fecunda” y el “hombre admirable por su compromiso cívico”. En su intervención, Janer Manila -como informó Diario de Mallorca– compartió recuerdos personales como aquellas celebraciones de fin de año en las que un nutrido grupo de amigos intelectuales se juntaban y bailaban música. El escritor recordó que en la última nochevieja en la que Llompart estuvo presente, este auguró, mientras daba lectura a uno de sus escritos, que “toda Mallorca será urbanizable”.
El pasado 23 de mayo, cuando se cumplían 100 años del nacimiento del poeta, el escritor mallorquín Gabriel Janer Manila recordó a su “amigo entrañable”, a quien se refirió como el “poeta de palabra sólida y fecunda” y el “hombre admirable por su compromiso cívico”. Recordó que, en la última nochevieja que pasaron juntos, Llompart auguró, mientras daba lectura a uno de sus escritos, que “toda Mallorca será urbanizable”
Arnau resalta cómo en la memoria colectiva de Mallorca ha prevalecido la figura más cívica y política de Llompart: “Los mallorquines se acuerdan, sobre todo, de los discursos que pronunció los últimos años. Estuvo en prácticamente todos los partidos y agrupaciones de izquierdas que se crearon en los setenta y fue un intelectual implicadísimo durante la Transición”. En el imaginario público, Llompart aparece asociado a su militancia política, a las manifestaciones en defensa del medio ambiente -en las que siempre encabezaba la pancarta- y a su firme defensa de la autonomía. Una figura de compromiso que, sin embargo, resalta la autora, ha eclipsado en parte al poeta, una faceta “más reconocida y valorada en Catalunya”. Es por ello que la investigadora insiste en que el Any Llompart sirva, sobre todo, “para reivindicar al poeta que hay detrás del activista”.
Se trata de dos vertientes, la del creador y la del ciudadano, en realidad inseparables. Apenas un año antes de su fallecimiento, Llompart, en una entrevista realizada por el poeta valenciano Lluís Alpera, reflexionaba sobre ello: “Yo creo que el escritor, el intelectual en general, tiene un deber con la propia sociedad y con su propio país. Yo no creo en el intelectual [encerrado] en su propia torre de marfil, desentendido de todo, desentendido de la propia circunstancia histórica. Es decir, indiferente a determinados problemas de carácter sociológico. Yo no lo veo desunido de todas estas cuestiones”. Acto seguido, sentenciaba: “Una cosa es que tenga que estar única y exclusivamente al servicio de esta problemática, y otra es que la asuma, que la sienta, y que de alguna manera me posicione ante este problema. Yo creo que el escritor debe comprometerse con él mismo y con su obra”.