Fuendetodos y el Aragón rural: un emblema turístico con decenas de molinos de viento pero sin un solo bar

Fuendetodos y el Aragón rural: un emblema turístico con decenas de molinos de viento pero sin un solo bar

En la localidad natal de Goya, que ingresa cientos de miles de euros al año por los aerogeneradores, acaba de cerrar la última de sus cafeterías. Antes fueron la panadería o el albergue. “Damos una imagen de pueblo muerto”, lamenta un vecino. El alcalde asegura que pronto reabrirá todo

Café y pincho de tortilla para frenar el éxodo rural: “Cuando no hay bar, no hay pueblo”

Las energías renovables se han convertido en el maná del siglo XXI para decenas de núcleos rurales en Aragón. Y, sin embargo, la lluvia de euros por los aerogeneradores y los paneles solares no acaba de traducirse en mejores servicios para los vecinos. Un ejemplo paradigmático es Fuendetodos, en Zaragoza: la cuna de Goya, un emblema turístico donde proliferan los molinos de viento, se acaba de quedar sin el último de sus bares. El reguero de cierres ha sido continuo: antes fueron la panadería, el albergue o el Museo de la Naturaleza.

“Damos una imagen de pueblo muerto”. El lamento proviene de José Antonio Alconchel, un vecino que no tiene ningún reparo en dar su punto de vista. “Es la verdad. Parece que Fuendetodos sea un pueblo que se muere. ¿Sabe la imagen que es que vengan ciclistas o visitantes al museo de Goya y que no haya ni para tomar un café, casi ni para ir baño?”, lanza al aire.

La localidad de la comarca de Campo de Belchite ha ido implantando parques eólicos desde hace dos décadas y en la actualidad hay más de un centenar de aerogeneradores, que comparte con Aguilón, Azuara y Villanueva de Huerva. Sin embargo, los cuantiosos ingresos que proporcionan estas plantas renovables a las arcas municipales no se traducen en más servicios. De hecho, los cierres se han ido sucediendo. Es algo que se palpa en las calles del municipio.

El alcalde, Enrique Salueña (Cs), asegura sin embargo que en los próximos meses todo volverá a estar reabierto, desde el hotel al Mesón de la Maja –propiedad de la Diputación de Zaragoza– o el albergue.


Montse Gascón atiende a una clienta en el único comercio que queda en la localidad, su tienda de alimentación. Se jubila en primavera y el relevo no está claro.

El caso es que, ahora mismo, el único comercio abierto lo regenta Montse Gascón: una tienda de alimentación con estanco que inauguró hace 34 años. “Empecé de cero. Soy de aquí, pero me volví de Zaragoza y arranqué este negocio. Todo lo que tengo proviene de mi trabajo”, reivindica. El problema es que se jubila en pocos meses y no hay un relevo claro. “Alguna persona ha venido a preguntar, pero ya está. Yo lo que veo es que a la gente le faltan ganas de trabajar. En los pueblos, con poca gente, te tienes que buscar la vida: nosotros hemos abierto dos casas rurales”, explica.

Lo indudable, y es algo que comentan los clientes cuando entran en su tienda, es que “pasan los años y van desapareciendo servicios”. Montse Gascón lo cuenta mientras atiende a una clienta, con la que surge un problema al hacer la transacción: no puede pagar con tarjeta porque no hay wifi.

—Llévatelo y ya me pagas mañana. O la semana que viene, cuando quieras. Es que no hay cobertura —le dice la tendera con disgusto.

“Jaulín [a 15 kilómetros] no tiene molinos pero sí una tienda multiservicios, y es así porque desde el Ayuntamiento les dan facilidades. Yo aquí no las he tenido y tampoco las necesito, pero si alguien quiere venir de nuevas las reclamará, y si no hay se lo pensará”, desgrana Gascón.

El goteo de portazos en los últimos años ha sido constante. Hace tres lustros que el Mesón de la Maja cerró. Después le tocó el turno al Hotel Capricho de Goya, situado en la carretera, uno de los motores del pueblo y que desde hace dos años ya no admite clientes. En el camino, servicios como el albergue, la panadería o el Museo de Interpretación de la Naturaleza se han apagado. El último golpe ha sido el Casino, arreglado en su día por el Ayuntamiento y cuyos inquilinos lo han dejado este mes, como indica un cartel en la puerta.


Cartel en la puerta del Casino, el último de los establecimientos hosteleros de Fuendetodos en cerrar sus puertas.

Rosa Calvo es concejal socialista, pero asegura que habla también como vecina. Su lamento por el cierre del último bar sigue la línea mantenida por otros fuendetodinos. “Sí que se está notando. Los propios visitantes nos dicen que agradecerían que avisáramos de antemano de que no hay bar, se sienten un poco contrariados”, asegura. Y recuerda que el servicio que proporciona una cafetería va más allá de lo relacionado con el consumo: “Con tan pocos habitantes, el bar es fundamental para las relaciones sociales. Allí, por ejemplo, los vecinos nos cuentan a los concejales cómo están, cuáles son sus problemas. Y que la gente mayor no tenga un sitio para comunicarse da pena”, remarca.

Enrique Mata y César Revilla visitan en este día la Sala de Exposiciones Ignacio Zuloaga, donde se exponen grabados de Goya. “Pensaba que íbamos a encontrar autobuses al llegar, mucha gente, incluso que me costaría entrar. Y ha sido todo lo contrario”, explica Mata con sorpresa. “Está todo muy cuidado, eso sí”, añade. Y cuenta que tiene casa en Añón del Moncayo, en la comarca de Tarazona y el Moncayo, y que ahí pasa lo mismo: “Es terrible. Había dos bares y dos tiendas ya no queda ninguno. Ni panadería: traen el pan de Tarazona”, relata.

Revilla proviene de Sanabria, en Zamora, y tampoco ahí las cosas son muy distintas: “Es precioso, pero pasa lo mismo, que acaban cerrando todo. Yo estoy ya desencantado”.


Enrique Mata, con jersey color vino, habla con César Revilla -a su lado- y con sus acompañantes frente a una obra artística junto a la plaza de Goya.

Cerca de la Sala Zuloaga está el mencionado Mesón de la Maja. La Diputación de Zaragoza, propietaria del local, lo ha cedido al Ayuntamiento para que lo actualice con el objetivo de que pueda reabrir sus puertas. De hecho, según el primer edil, los fuendetodinos verán en los próximos meses cómo reabren todos estos negocios.

Para el Casino, asegura que hay una persona que va a venir de Cariñena para gestionarlo “de forma provisional desde la semana que viene”. Cuando entre en servicio el Mesón de la Maja, cuya explotación el Ayuntamiento va a sacar a licitación y que Salueña espera que reabra “dentro de un mes”, este sustituirá al Casino, al que se le dará otros usos. Y con el Mesón reabrirá el albergue, al menos según lo que traslada el alcalde.

Respecto al hotel, Salueña se pone como objetivo que esté operativo en la próxima primavera, y que también incluya alojamiento. Según su tesis, pues, el municipio pasará de la nada al todo en menos de medio año.

Mientras tanto, continúa cundiendo el pesimismo. “La evolución ha sido desastrosa”, afirma José Antonio Alconchel. “¿Que van a reabrir los bares? Pues si va a cerrar uno lo lógico es mantener abierto el otro, que lo saquen a pública subasta, que hagan algo. No es que seamos 200 en el pueblo, pero para reunirnos y tomarnos un café… qué menos. No sé si en el Ayuntamiento les ha pillado el toro”, incide.


El esqueleto del frustrado Museo del Grabado, entre el casco urbano de Fuendetodos y varios aerogeneradores.

Hay pocas imágenes más sintomáticas de la situación en el pueblo que el esqueleto de lo que iba a convertirse en el gran Museo del Grabado y que ahora es solo un fantasma de hormigón. Comenzó a levantarse en 2009, pero las obras se paralizaron cinco años después por falta de fondos de las instituciones. Y así continúan, como otro símbolo de la parálisis del municipio.

Ahora, como ha contado este diario, los miles de grabados donados por artistas particulares para llenar el espacio expositivo del Museo permanecen almacenados en un estado dudoso.

El caso es que el Ayuntamiento ingresa en la actualidad en torno a tres millones de euros por los molinos de los cuatro parques eólicos situados en el término municipal, como reconoce el alcalde. Salueña, por cierto, afronta un proceso judicial por el que está investigado por el presunto desvío de cientos de miles de euros a un abogado externo contratado por el Consistorio.