La belleza de la isla habitada más pequeña de España, en una Reserva Natural Marina y con un casco antiguo amurallado

La belleza de la isla habitada más pequeña de España, en una Reserva Natural Marina y con un casco antiguo amurallado

La isla combina patrimonio histórico y conservación marina, mostrando cómo la vida insular se ha desarrollado entre arquitectura, historia y ecosistemas protegidos

Una de las ciudades romanas mejor conservadas de Hispania está a una hora de Madrid

Frente a la costa de Alicante, a poco más de veinte kilómetros del puerto, emerge la isla de Tabarca. Es la única isla habitada de la Comunidad Valenciana y una de las más pequeñas de España. Su longitud no alcanza los dos kilómetros y su anchura máxima apenas supera los 400 metros, pero en ese espacio reducido se concentra una historia que combina defensa militar, repoblación, pesca y conservación ambiental.

A lo largo de los siglos, Tabarca ha pasado de ser un enclave estratégico frente a la piratería mediterránea a convertirse en un espacio protegido de alto valor cultural y natural. La declaración de Conjunto Histórico-Artístico en 1964 reconoció su relevancia patrimonial, mientras que la creación de la Reserva Marina en 1986 la situó como referente nacional en materia de protección del entorno marino. Ese doble reconocimiento, urbano y ecológico, define el carácter de una isla donde la memoria y el paisaje forman un mismo territorio.

Quienes llegan a Tabarca lo hacen en los barcos que salen desde Alicante, Santa Pola o Guardamar. El trayecto es corto y permite ver, desde el mar, la forma alargada de la isla y las murallas que rodean el pequeño núcleo urbano. Al acercarse al puerto, se distinguen las casas blancas de una sola planta y el trazado recto de las calles, una estructura que apenas ha cambiado desde el siglo XVIII.

Un casco histórico amurallado y una Reserva Natural Marina pionera

El casco antiguo de Tabarca está rodeado por una muralla levantada en el siglo XVIII, cuando la isla fue repoblada por orden de Carlos III. Su recorrido sigue casi por completo la línea de la costa y se abre al exterior por tres puertas principales: San Miguel, San Rafael y San Gabriel. Todas fueron construidas en piedra y mantienen un estilo sobrio y funcional. Este sistema defensivo se diseñó para proteger la isla de los ataques que eran frecuentes en el Mediterráneo durante esa época.


Muralla de la isla de Tabarca.

Dentro de las murallas, las calles mantienen un trazado regular y sencillo, con viviendas de una o dos alturas. La organización urbana responde al modelo de repoblación de mediados del siglo XVIII, cuando se establecieron en la isla familias procedentes de Génova. El resultado fue un pequeño asentamiento ordenado, pensado para la vida cotidiana y adaptado a un entorno reducido y aislado.

Más allá del perímetro urbano, el entorno natural de Tabarca está protegido por una figura de gestión pionera en España. En 1986 fue declarada Reserva Marina de Interés Pesquero, con una superficie de más de 1700 hectáreas que incluye fondos marinos, praderas de posidonia y pequeñas islas adyacentes. Esta protección supuso la prohibición de la pesca de arrastre y la regulación de las actividades subacuáticas, medidas que favorecieron la recuperación de la biodiversidad y el equilibrio del ecosistema. Hoy, las aguas transparentes que rodean la isla son uno de los principales reclamos para el buceo y la observación del medio marino.

Patrimonio y puntos de interés de la isla

Pese a su tamaño reducido, Tabarca puede recorrerse a pie y ofrece un conjunto patrimonial concentrado. El recorrido comienza en el puerto y atraviesa la Puerta de San Miguel, entrada al casco urbano. Dentro del recinto amurallado, la Casa del Gobernador alberga actualmente un alojamiento turístico; fue construida en el siglo XVIII como residencia de autoridades y cuartel militar, y conserva arcos y suelos originales tras su restauración.

Hacia el extremo oriental, el Faro de Tabarca, levantado en 1854 en El Campo, marca el horizonte y orienta la navegación en los alrededores de la isla. En el centro del casco urbano, la Iglesia de San Pedro y San Pablo, construida entre 1770 y 1779, presenta nave única y capillas laterales, reflejando la arquitectura religiosa de la época.


Iglesia de San Pedro y San Pablo.

Fuera del recinto amurallado, la Torre de San José, erigida a finales del siglo XVIII, se localiza en la zona de El Campo y fue utilizada en el siglo XIX como prisión. El Museo Nueva Tabarca, instalado en un antiguo almacén de salazón restaurado, acoge exposiciones sobre la historia de la isla, la repoblación del siglo XVIII y la biodiversidad del entorno marino. La isla combina elementos de defensa, vida marinera, arquitectura y protección ambiental, reconocidos por su condición de Conjunto Histórico-Artístico, Bien de Interés Cultural, Reserva Marina y Zona de Especial Protección para las Aves.