“El suicidio es lo último”: los expertos piden evitar el morbo para «no fomentar el dolor» y centrarse en la prevención

“El suicidio es lo último”: los expertos piden evitar el morbo para «no fomentar el dolor» y centrarse en la prevención

A pesar de las leyes y los manuales de actuación, los mecanismos de prevención del suicidio siguen fallando en la práctica. La falta de coordinación entre administraciones, la escasa formación del personal y la ausencia de una mirada social que aborde las violencias estructurales detrás del problema impide avanzar hacia una verdadera política de prevención

Fallos que acaban en suicidio: varias voces alertaron del “inexistente” protocolo antiacoso del colegio de Sandra

La muerte de Sandra, la joven andaluza que se quitó la vida tras sufrir acoso escolar, ha puesto en tela de juicio la forma en que los medios de comunicación deben hablar del suicidio. Su caso reabre un debate recurrente: hasta qué punto los medios pueden informar sobre el suicidio sin contribuir a su banalización o contagio.

Existen varias guías de recomendación sobre la comunicación del suicidio, como por ejemplo la publicada en 2022 por la Federación de Asociaciones de Periodistas de España o la guía En mis zapatos. En todas ellas se reitera qué deben decir y qué no cuando un suicidio pasa a ser noticia: ni hablar de métodos ni lugares ni publicar notas de despedida. Ni publicar fotos y videos de la persona fallecida ni simplificar las causas. Ni relatar un suicidio que por el método despierta interés social ni opinar sobre la experiencia de otra persona. 

 “Los medios de comunicación se han pasado por el forro cuestiones tan básicas como la privacidad de las víctimas en un momento tan vulnerable y doloroso en el que, claramente, uno hace lo que puede”, explica María de Quesada, periodista y presidenta de La Niña Amarilla, una asociación valenciana de comunicadoras que trabaja para la prevención del suicidio y que asegura haber tenido peleas con compañeros de la profesión por la forma de cubrir un suicidio viralizado. 

“Se tiene que hablar del suicidio, pero no de cualquier forma”, subraya. Su activismo comenzó años atrás, cuando en una formación un chico compartió su experiencia con la conducta suicida. “Eso despertó en mí una sensación de alivio. Me dije: ‘Ostras, no soy la única en el mundo que ha tenido conducta suicida’”, explica durante una entrevista con elDiario.es centrada en cómo debemos abordar este fenómeno. Desde entonces, Quesada decidió hablar abiertamente con su entorno sobre lo que había vivido. “Aprendí que haber pensado en el suicidio o incluso haberlo intentado no te determina”, afirma.

Una cuestión de ética profesional 

La cobertura mediática del caso de Sandra ha obligado al Grupo de Trabajo de la Sociedad Española en Psicología Clínica a mandar un comunicado dirigido a los medios recordando que “el cumplimiento de las recomendaciones y guías no sólo responden a una cuestión de ética profesional, sino también a una responsabilidad en cuanto a la salud pública”. El derecho a informar no puede prevalecer por encima del derecho a la intimidad, la protección de la infancia y la prevención del daño psicológico, reza el documento.  

“No existe una única causa de la conducta suicida. El suicidio es un hecho evitable y multicausal, un momento de vulnerabilidad en el que la persona no ha sabido gestionar una solución”, repiten una y otra vez desde esta asociación valenciana. Violencias estructurales como el acoso escolar o los desahucios son los “factores precipitantes”, explica mientras insiste en que la cobertura mediática de la muerte de Sandra no es un caso aislado, sino que es una de las consecuencias de la violencia estructural a la que están sujetos muchos menores. 

Cuando los medios “ponen el foco en el morbo, en el sensacionalismo sin centrarse en el problema real, olvidan que pueden fomentar que otras personas recurran a la misma conducta suicida. Podemos hablar de un caso concreto sin ahondar en la especulación o la invención. Porque aquí hay de todo”, denuncia Quesada. La mala comunicación ha generado “una revuelta social que ya se está viendo en programas de televisión y en redes sociales. Ahora la gente quiere linchar a las acosadoras, a la escuela. Pero a la gente”, insiste “no le corresponde hacer justicia con Sandra ni venganza, sino que es la Justicia quién tiene que intervenir y cambiar la ley si es necesario”. 


María Quesada.

Hablar desde la prevención implica “centrarse en aquello que puede dar esperanza, en los recursos, y no fomentar el dolor. El suicidio es lo último. Hay que ir a por una prevención del acoso, de la violencia, del mal comportamiento, de las malas actitudes, de la violencia machista. Porque todo eso es caldo de cultivo de la conducta suicida. Me gustaría ver todos los casos de colegios donde los protocolos han funcionado. Es ahí donde la investigación y el periodismo tienen que hacer incidencia Hay que hacer énfasis y movilizarse contra el acoso y visibilizar más lo que funciona en otras comunidades o países y copiarlo”.  

“No existe un perfil de persona con conducta suicida. Ese es uno de los mitos que persisten a día de hoy”, insiste al mismo tiempo propone enfoques a los medios. “Hay muchas historias de conducta suicida que no acaban mal. Las personas que hemos tenido conductas suicidas podemos tener una vida absolutamente normal como la de cualquier otra persona. Tenemos que romper las barreras del silencio porque como sociedad nos ayuda muchísimo. Nos ayudamos cuando lo contamos”. 

Cuando los protocolos no funcionan

En su última memoria publicada este mes de octubre, la fiscalía general del Estado ha elevado a 1.196 los casos de acoso escolar registrados en 2024. Se trata de una cifra que según el mismo informe evidencia “un importante déficit en la prevención e intervención en el entorno educativo y son motivo de una notable preocupación”. 

Cristina Blanco, presidenta de AIDATU (Asociación Vasca de Sucidiología) y doctora en sociología destacaba en otra conversación los cabos sueltos que hay en todas esas guías y protocolos de emergencia relacionados con la prevención del suicidio: “Cuando le preguntamos a alguien si se quiere suicidar presuponemos que nos va a decir la verdad. Pero no es así. También presuponemos que los profesionales sanitarios saben cómo actuar, o que el médico de cabecera te va a hacer caso. Pero no siempre es así. El problema es que todos los consejos y recomendaciones sólo van en una dirección. Del resto se olvidan”.  

En una línea similar, María de Quesada lamenta que, sin querer ser pesimista, está demostrado que los “protocolos no funcionan. Necesitamos ver que hay cambios en los protocolos de emergencias, ver que cuando una persona que tiene conductas suicidas se le da prioridad para luego la atención en salud mental. No podemos estar dando citas a los 6 meses cuando hay una conducta suicida o cuando hay un riesgo de conducta suicida”, advierte Quesada.  

“Venimos de muchísimos años de cierre ante la conducta suicida. Los mitos que están instaurados en nuestra sociedad los tienen hasta las personas que se supone que tienen que tener conocimientos”, continua la periodista al mismo tiempo enfatiza la labor de las asociaciones de personas afectadas por suicidio y otras organizaciones. “Tiene que haber más coordinación y comunicación entre instituciones y tercer sector. Estamos cansadas de ofrecer nuestra visión y experiencia, de intentar establecer un diálogo con las instituciones y que estas apenas nos llamen”. 

Desde 2021, el artículo 35 de la Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia Frente a la Violencia (LOVIPI) obliga a todos los centros escolares a introducir la figura de Coordinador de bienestar del alumnado. Su objetivo es promover medidas que aseguren el bienestar óptimo para los niños, niñas y adolescentes y promover la cultura del buen trato. Pero desde Educo, Mónica Viqueira, especialista en Protección, advierte como, en la práctica, esta figura se traduce en una tarea que se le añade a un profesor que no ha tocado absolutamente nada sobre este tipo de temarios en su formación inicial. 

A punto de sacar su última evaluación de la implantación del Coordinador/a de Bienestar y Protección, Viqueira adelanta a este medio que 3 años después “hay un cierto compromiso, pero lamentablemente aún hay poca sensibilización de lo que el profesor o incluso las familias pueden hacer. Prácticamente todas las comunidades tienen protocolos. El caso es que muchos centros o muchos profesores ni los conocen”, lamenta. 

Ante la ausencia de una educación basada en la prevención, Quesada y sus compañeras de La Niña Amarilla lanzaron un proyecto centrado en el triángulo de la educación. Este consiste en hablar sobre el suicidio de forma preventiva con alumnos, docentes y tutores del AFAS y AMPAS de cada centro interesado con el fin de crear un espacio para la reflexión y la empatía, normalizando el diálogo en torno a temas aún estigmatizados socialmente como es el suicidio, las autolesiones o la salud mental. 

“Cuando fundamos la asociación, nos llamaban muchos centros que pedían que fuéramos a las aulas para hablar de la prevención. Sin embargo, nos dimos cuenta de que, si el profesorado y las familias no tienen esa información básica y general sobre la prevención del suicidio, nuestros esfuerzos van a ser insuficientes. Hay muchas familias que no quieren que se hable del suicidio a sus hijos porque aún no saben que hablar desde la prevención salva vidas”.  

Hombres mayores, el colectivo de mayor riesgo

A principios de este año, el Gobierno aprobó el Primer Plan Nacional de Prevención del Suicidio 2025-2027, el cual reitera la precaución y la comunicación con enfoque preventivo que deben seguir los medios de comunicación como también líneas de actuación específicas focalizadas en los diferentes colectivos en riesgo. Entre ellos, hombres mayores.   

“Estoy encantada con este plan, pero necesitamos que se materialice. Quiero verlo funcionar. Es muy bonito anunciarlo, pero necesitamos que se ponga en marcha y si solamente es de 2 años que ya me parece poco. Normalmente este tipo de planes se hace con más años vista donde hay una inversión grande, pero se ponen 2 años y en 2025 que ya va a acabar, no hemos visto nada. ¿Dónde está el plan? Esta sería un poco la pregunta”. 

“Necesitamos más campañas mediáticas nacionales y autonómicas como las de accidentes de tráfico”, explica la periodista al tiempo que lamenta su ausencia. “Estamos acostumbrados a hablar del suicidio cuando ocurre. Y cuando ocurre se habla mucho, ¿no? Este es el caso que hemos vivido esta semana lamentablemente. Pero si no hacemos algo a nivel nacional se seguirán repitiendo”. 

Los últimos datos oficiales del INE –datados de 2023– señalan que solo en España 4.116 personas fallecieron por suicidio. Una media de 11 personas al día. La mayoría de los casos son hombres de entre 45 y 65 años. En otros países, como Canadá, se han impulsado campañas de prevención específicas, como Buddy Up, una iniciativa que anima a los hombres a apoyarse entre sí y a pedir ayuda cuando atraviesan un mal momento.

 “Por muchos temas sociales y estructurales ligados al patriarcado, los hombres tienden a comunicarse menos si no están en un buen momento. Por eso, me parece potente que haya iniciativas como esta, donde se intente que, si hay alguien que está en un mal momento y no sabe a dónde ir, pueda acudir a sus amigos porque el suicidio está más presente de lo que pensamos”.