¿Qué más tiene que hacer una víctima de violencia sexual?
Desprotegida por la justicia, abandonada por las instituciones, Izaro ha denunciado su caso en redes sociales y medios de comunicación, por lo que ha sido instrumentalizada y atacada por la extrema derecha
Una joven de Bilbao denuncia que su presunto agresor sexual se ha fugado a Malí: “El sistema ha fallado”
Septiembre de 2024. Eres una joven vasca, universitaria, y sales de fiesta con tus amigas. Ligas con un chico y, cuando salís fuera de la discoteca para enrollaros (tú has bebido, él no), pasa por encima de tus límites y te viola. Tus amigas llaman a la Policía, te llevan a comisaría, declaras aturdida, y al día siguiente ves que eso que te ha pasado, eso que todavía no puedes nombrar, es noticia.
Los medios de comunicación explican aquello que para ti es una pesadilla de la que no puedes despertar. Lo que no cuentan, porque no han hablado contigo, es que no puedes conciliar el sueño, que no puedes seguir las clases, que tienes ataques de ansiedad, que te quieres morir. Sabes que es él quien tendría que sentir la vergüenza, la culpa y el asco, pero los sientes tú.
Tres días después, vuelves a ser noticia porque el Ayuntamiento de Bilbao, la ciudad en la que has sufrido la agresión sexual, ha convocado un acto público de repulsa. En el comunicado te ofrecen apoyo, pero a ti nadie te llama. Eres tú la que llamas a otra institución, Emakunde, el Instituto Vasco de las Mujeres. Preguntas si no se puede hacer algo para que los medios despubliquen noticias que vulneran tu intimidad y en las que, además, están abiertos los comentarios para que algunos indeseables opinen sobre tu violación. Te dicen que lo llevarán a la comisión de medios de comunicación y que te llamarán. Sigues esperando la llamada.
Decides que, ya que los medios de comunicación te han expuesto, vas a intentar controlar la narrativa. Una amiga influencer, Natalia Álvarez, cuenta tu historia en un vídeo que se hace viral. Tu psicóloga, Ziortza Karrantza, también hace un reel denunciando la normalización de la violencia sexual. Escribes a una revista feminista, Pikara Magazine, te entrevisto y publico un reportaje en el que te llamo Jare (libertad en euskera), en el que contextualizo lo que te ha pasado con expertas en violencias machistas.
Mientras tanto, el proceso judicial avanza tortuosamente. El juez no te concede las medidas cautelares que ha pedido tu abogada de oficio: la orden de alejamiento y retirada de pasaporte, porque el presunto agresor (perdona, Izaro, que escriba presunto) tiene doble nacionalidad. Más adelante, otra jueza establece al menos la obligación del denunciado de comparecer en el juzgado los días 1 y 15 de cada mes. En una de esas, no comparece. La Policía va a su casa y quienes abren la puerta aseguran no conocerle. Se confirman tus temores: ha volado a su país de origen. La impotencia, la rabia, el dolor, son insoportables.
Entonces, inspirada por los #MeToo y Cuéntalo, por Denuncias Euskal Herria, Cristina Fallarás y Giselle Pellicot, decides dar la cara, poner el nombre y el cuerpo. Grabas un vídeo de en el que das cuenta de toda la desprotección y revictimización que estás sufriendo.
El vídeo es tan viral que te llaman de platós de televisión de Canal Sur, Antena 3 y Cuatro. De algunas entrevistas sales contenta, de otras magullada. El vídeo es tan viral que hasta el principal partido de extrema derecha de España lo comparte, con el despreciable objetivo de instrumentalizar tu caso para alimentar la xenofobia. Te indigna muchísimo que te utilicen de esa manera, haces stories para desmarcarte de su discurso del odio racista, y recibes una avalancha de odio que demuestra que solo les importas mientras les sirvas para su agenda supremacista. Te ves obligada a cerrar tu cuenta de Instagram, esa que te ha servido, entre tanta impotencia, para sentir que haces algo, que consigues algo, que llegas a alguien.
Te has movido también fuera de las redes sociales, pese a la vergüenza y el estigma que te siguen afectando. Te has puesto en contacto con el movimiento feminista de Bilbao y te han apoyado. La plataforma Bilbo Feminista Saretzen organizó el pasado 23 de octubre una manifestación en la ciudad en la que has podido leer tu propio comunicado, agradecer a quienes hemos estado contigo y seguir denunciando el silencio institucional. Has desvirtualizado a referentes como Nerea Barjola, autora de una tesis doctoral y un libro sobre el terror sexual en torno al caso de Alcàsser.
Esa misma semana, el presunto agresor ha comparecido telemáticamente para la indagatoria, una diligencia procesal en la que se le han informado de los cargos en su contra y las pruebas en las que se sostienen. Te pudre que se le permitan esas facilidades inusuales. ¿Quién te asegura que, en caso de condena, vaya a cooperar con la justicia o vayan a extraditarlo?
Buscas una nueva abogada, Carla Vall, experta en violencias machistas, una de las más conocidas y mediáticas. Sigues haciendo entrevistas con medios. Dedicas toda tu energía a tu caso, a la búsqueda de justicia y reparación; el resto de tu vida está en suspenso. No te sientes sola, pero sí desamparada. Sigues esperando la llamada del Ayuntamiento de Bilbao y de Emakunde, pese a que esta periodista les ha pedido explicaciones sobre cómo (no) te han acompañado.
Ha pasado un año y un mes desde que te entrevisté, Izaro. Un año y un mes en el que me has confiado tus momentos de mayor desesperación y también el subidón por ver que tú sola has sido capaz de recibir el calor humano que no te dieron ni la justicia ni las instituciones. He intentado ayudarte y también frenarte, por miedo a que esto no acabe nunca y que, lejos de obtener reparación, las violencias en el camino se solapen hasta el infinito. Pero tú has tirado para adelante con todo y, si la sentencia es desfavorable, podrás estar en paz por haber hecho todo lo que estaba en tu mano. Por ti y por todas nosotras.
Pase lo que pase, te has sumado a una genealogía de supervivientes de violencias machistas y familiares de víctimas de feminicidio: Ana Orantes y sus hijas; la madre de Nagore Laffage; la víctima de la violación múltiple en Sanfermines; las temporeras de la fresa que han denunciado los abusos de sus patrones; Juana Rivas, Irune Costumero, la uruguaya ‘María’, y todas las madres protectoras; las compañeras migradas y exiliadas nicaragüenses que están pidiendo justicia para Doribel, quemada por su excompañero en su intento feminicida en Bilbao, y tantas otras que no caben en este artículo.
Te preguntas, nos preguntas, si todo esto va a servir de algo. Tiendo a contestarte desde la prudencia, intento que tengas expectativas realistas. Pero además de admirar tu fuerza y determinación, estoy segura de que, pase lo que pase con tu caso, sí que habrá servido, como una valiosa piedra más en el camino; una piedra más con la que resquebrajar la justicia patriarcal y la impunidad que sienten los hombres machistas que se permiten violentarnos.
Respuesta de las instituciones
Emakunde ha confirmado que Izaro se puso en contacto telefónico: “Se analizó su caso y, al no ver posibilidad de proceder con las herramientas de la Defensoría, se llegó a la conclusión de que es necesario ahondar en el trabajo con los medios de comunicación y su tratamiento de los casos de violencia machista y hacerlo en el seno de la comisión Begira para una comunicación y publicidad no sexista. Asimismo, se facilitó a la víctima el contacto del centro de crisis en Bizkaia, para que pudiera recibir una atención integral, y el de la asociación Emargi, que realiza acompañamientos a mujeres, especialmente a jóvenes, que han sufrido violencia sexual”.
Añade el Instituto Vasco de las Mujeres que su reclamación, unida a otras, ha motivado abordar una revisión del “Código deontológico y de autorregulación para la publicidad y la comunicación no sexistas” de Begira, que socializarán con los medios.
Por su parte, el Ayuntamiento de Bilbao se acoge a “motivos de confidencialidad y respeto a la intimidad de las mujeres afectadas” para no responder oficialmente a la pregunta de por qué no han contactado personalmente con Izaro para ofrecerle el apoyo mencionado en su declaración pública. Explican que, cuando el Ayuntamiento de Bilbao tiene conocimiento de agresión, “pone a disposición de las mujeres -empadronadas en Bilbao- información, atención psicológica, apoyo social, jurídico y recursos específicos de manera inmediata”. Izaro no está empadronada en Bilbao; ese sería el motivo por el que no ha habido contacto directo.
A la pregunta sobre si el protocolo por el que se organiza un acto público en repulsa de una agresión sexual no prevé informar a la víctima y tenerla en cuenta, argumentan que se trata de un “ejercicio de responsabilidad como administración pública”, independiente del apoyo directo a las víctimas, que las declaraciones “no incluyen en ningún caso detalles ni aspectos concretos del hecho que las motiva, y preservan siempre la intimidad de la víctima, su identidad, y su derecho al olvido y a la reparación”, y que el objetivo es “la sensibilización y concienciación del conjunto de la ciudadanía bilbaína”. “Dada la repercusión que adquieren estos casos en prensa y redes sociales, el Ayuntamiento tiene el deber de posicionarse con claridad, porque mantener silencio ante la violencia machista sería una forma de complicidad”, completan.
La periodista transmitió a ambas instituciones la necesidad de la víctima de recibir esa llamada que lleva más de un año esperando, pero ni Emakunde ni el Ayuntamiento de Bilbao han decidido por el momento ponerse en contacto con ella.