Ochenta años después, el poeta bueno de Madroñera vuelve a hablar en verso

Ochenta años después, el poeta bueno de Madroñera vuelve a hablar en verso

Pilar y Marisa Montero Curiel rescatan, tras más de ochenta años de silencio, la obra poética completa del cacereño, Manuel Gómez Sánchez, un autor de Madroñera asesinado en 1936 y olvidado por el miedo. Su edición, publicada por la Editora Regional de Extremadura, restituye la memoria de un hombre bueno que solo aspiró a aprender, a trabajar y a hacer el bien

La insurrección libertaria de un sargento extremeño en 1933, en libro

A veces, las historias que más nos conmueven nacen de una simple casualidad. Así ocurrió con Pilar y Marisa Montero Curiel, profesoras de Lengua Española en la Universidad de Extremadura, que un día de febrero de 2022 leyeron una breve noticia en la prensa regional: los descendientes de un poeta trujillano, Manuel Gómez Sánchez, acababan de donar su legado al Ayuntamiento de Trujillo. Ese hallazgo fortuito cambiaría los siguientes dos años de sus vidas.

El nombre no les era ajeno. Gómez Sánchez era paisano suyo, nacido en Madroñera, y sus abuelos habían mantenido una estrecha amistad con él. “Conocíamos su trágica historia, aunque no aún su poesía”, cuentan. La noticia despertó en ellas un deseo de reparación, y la convicción de que su formación filológica y su experiencia en la edición de textos podían servir para devolver la voz a quien el tiempo y el miedo habían silenciado.

Su trabajo ha culminado en Obra poética, publicada a finales de 2024 dentro de la colección ‘Rescate’ de la Editora Regional de Extremadura. Un volumen que no solo recupera la poesía de Gómez Sánchez, sino que reconstruye su biografía a través de sus versos y de una treintena de cartas familiares inéditas.

El hallazgo del legado

El proyecto comenzó un día después de la entrega del legado por parte de la familia. Pilar acudió al Ayuntamiento de Trujillo y comprobó que el material era valioso. “Aún no estaba catalogado, así que tuvimos que esperar hasta julio de 2022 para disponer de él”, recuerdan. Cuando por fin pudieron acceder al conjunto, se encontraron con un manuscrito de 400 páginas, de caligrafía clara y elegante, además de recortes de prensa, fotografías, biografías familiares y un ejemplar de El miajón de los castúos dedicado por Luis Chamizo al propio Gómez Sánchez.

El legado, sorprendentemente bien conservado, había sido custodiado por la familia durante más de ochenta años con admirable cuidado. Ese celo tenía una explicación: el miedo. “Las hijas del poeta —Adela y María Rita— temían que la publicación de su obra pudiera perjudicar a sus descendientes. Incluso después de la dictadura, el temor las paralizó. Por eso su voz permaneció tanto tiempo oculta”. Una vez más, el miedo.


El poeta ‘bueno’ en un imagen de la época

El trabajo minucioso de la edición

Las hermanas Montero Curiel asumieron desde el principio que la única manera de hacer justicia era editar la obra poética completa, y no una simple antología. “Queríamos que el lector conociera su trayectoria vital y literaria íntegramente”, explican. Solo excluyeron algunos poemas circunstanciales o de encargo.

La labor de transcripción fue la más ardua. Muchos textos estaban en versiones distintas: manuscritos y publicaciones en ‘La Opinión de Trujillo’, el principal periódico donde el poeta colaboró. En los casos en que las diferencias eran mínimas —ortografía o puntuación— optaron por la versión publicada, “por representar la última voluntad del autor”. Cuando las variantes eran sustanciales, incluyeron ambas versiones o anotaciones detalladas al pie.

También incorporaron un apéndice con textos en prosa, entre ellos reseñas sobre Gabriel y Galán y escritos antibelicistas sobre la Guerra de Marruecos, que revelan su conciencia crítica y su sensibilidad social.

La estructura final divide el corpus entre poemas escritos en castellano y aquellos inspirados en el habla popular de Madroñera, siguiendo el modelo de las ediciones de Gabriel y Galán. Dentro de cada bloque, los textos se ordenan cronológicamente, desde 1918 hasta mayo de 1936, un recorrido que refleja la evolución poética y vital del autor.

Un poeta entre el campo y la conciencia

Obra poética se acompaña de una introducción de 115 páginas, fruto de un trabajo paciente y apasionado. En ella, las editoras reconstruyen las cuatro etapas de la vida de Gómez Sánchez: la infancia en Madroñera, su estancia en Madrid, el regreso al pueblo natal y su vida en Trujillo, marcada por una creciente implicación social y política.

“Manuel Gómez es un poeta profundamente autobiográfico —explican—. Para entender su obra, es necesario conocer sus vivencias. La poesía y la vida son inseparables en él”.

Nacido en 1897, apenas asistió cinco meses a la escuela, pero su amor por la lectura y la escritura lo convirtió en un autodidacta con un pensamiento propio. Su voz se enmarca entre el Modernismo y la Generación del 98, aunque comparte tiempo con los autores del 27. Como muchos de su época, se mueve en un “hervidero de tendencias” en el que confluyen el regionalismo, el simbolismo y una incipiente poesía social.

Su evolución resulta evidente: desde los versos costumbristas que retratan la vida rural hasta los poemas comprometidos de su madurez, que denuncian la desigualdad, la ignorancia y la guerra. “Gómez Sánchez escribe lo que ve”, resumen las editoras.

El mensaje de los versos

Entre los poemas más reveladores destacan Canto a la escuela y Escuela y despensa, inspirados en la célebre frase de Joaquín Costa. Ambos constituyen alegatos a favor de la educación como herramienta de libertad y pensamiento crítico. “El maestro —escribe el poeta— es quien enseña a pensar y quien siembra el pan del saber”.

También sorprendió a las editoras su poema dedicado al Ultraísmo, corriente de vanguardia opuesta al Modernismo. “Nos llamó la atención que un hombre criado en el campo, sin formación académica, conociera los movimientos de vanguardia. Su postura es crítica, pero demuestra un conocimiento sorprendente del panorama literario”.

Las cartas que envió desde Madrid entre 1922 y 1923, dirigidas a su madre y a su hermano Dámaso, revelan a un joven lleno de esperanza, que describe con emoción sus días en la capital: las clases de Roso de Luna en la Universidad, las funciones teatrales de Margarita Xirgu, los paseos por un Madrid que le parecía otro mundo. “Son textos conmovedores —dicen las editoras—, de una lucidez y ternura extraordinarias”.

Justicia y memoria

El interés inicial fue filológico, pero pronto se convirtió en un acto de justicia. “Queríamos rescatar la obra de un poeta desconocido, pero también reparar una biografía injustamente silenciada. Fue asesinado por pensar distinto, y su familia cargó durante décadas con ese dolor”.

El libro devuelve la voz al poeta y a su entorno: a un hombre que soñó con un mundo más justo, que amó la palabra como refugio, y que creyó en la educación como herramienta de redención. “Sus nietos —relatan Pilar y Marisa— querían que se supiera quién fue: un hombre bueno, honrado, comprometido con su pueblo y con su tiempo. Este libro les ha devuelto la paz 80 años después”.

Difusión y futuro

Desde su publicación, Obra poética ha tenido una cálida acogida. Se ha presentado en Madroñera, Navalmoral de la Mata y en una charla online organizada por la Asociación de Universidades Populares de Extremadura (AUPEX). La Universidad de Extremadura también ha sido un espacio decisivo: el 17 de junio, Marta Fallola, responsable del Servicio de Difusión de la Cultura Científica, entrevistó a las autoras en una conversación muy seguida en redes sociales.

Las hermanas Montero Curiel forman parte del Grupo de Investigación HUM010 de la Junta de Extremadura, y aseguran que este no será su último proyecto de rescate. “Hay otros autores del mismo periodo que merecen ser recuperados. Nuestra intención es seguir investigando, con la misma seriedad y honestidad que hemos aplicado aquí”.

La poesía como reparación

El volumen Obra poética se acompaña de un estudio introductorio y un extenso aparato crítico. Pero lo que más emociona a sus editoras es que los versos vuelvan a ser leídos. “Su poesía late con una fuerza intacta —dicen—. Habla de la dignidad del trabajo, del amor, de la educación, de la compasión. Su palabra tiene algo de limpio, de esencial. En cada poema se adivina la mirada de un hombre que quiso entender el mundo sin rencor”.

La voz que regresa

Ochenta años después, Manuel Gómez Sánchez vuelve a tener voz. Su nombre se incorpora al canon literario extremeño, no solo por su calidad poética, sino por lo que representa: la dignidad de la palabra frente a la barbarie.

“Recuperarlo —concluyen Pilar y Marisa— ha sido una manera de cerrar un círculo. Nuestros abuelos lo conocieron, lo quisieron y lo lloraron en silencio. Nosotras hemos querido que, por fin, se le escuche. Porque ninguna muerte ni ningún miedo pueden enterrar para siempre la verdad de un poema”.