Cáritas advierte de «un proceso inédito de fragmentación social» en España
La agrupación explica en su último informe que afecta a la clase media, las mujeres y los migrantes: “Vivimos en una sociedad ecológicamente vulnerable, anímicamente desasosegada y desgarrada»
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“Este informe nos sitúa ante una encrucijada. Podemos seguir por el camino actual, el del individualismo, la desigualdad y la insostenibilidad, que nos lleva a una sociedad del miedo. O podemos elegir un cambio de rumbo valiente, construir un nuevo imaginario social basado en el cuidado mutuo, la justicia y la responsabilidad compartida”. Cáritas Española presentó este mediodía su IX Informe FOESSA, con una llamada de atención ante un “proceso inédito de fragmentación social” que está viviendo España y que, por primera vez, está amenazando seriamente a la clase media, según explican.
Así, la entidad católica advirtió cómo “tras dos décadas de crisis encadenadas, las fases de recuperación no han cerrado la brecha y han llevado a España a contar con una de las tasas de desigualdad más altas de Europa”. Según el informe, realizado por un equipo de 140 investigadores procedentes de universidades, centros de investigación, fundaciones y Tercer Sector, la integración social se erosiona y la exclusión grave permanece muy por encima de los niveles de 2007. Así, En 2024, la exclusión severa se sitúa un 52% por encima de 2007, afectando a 4,3 millones de personas. Un tercio de ellos son niños.
“Estamos ante un momento histórico de profunda complejidad”, subrayó la secretaria general de Cáritas, Natalia Peiro, quien incidió en un fallo sistémico que provoca que tres de cada cuatro hogares vivan en situación de exclusión, ajustando gastos, buscando empleo, y topándose con “barreras estructurales”. El informe “demuestra que no fallan las personas, falla el sistema”, añadió Raúl Flores, coordinador del mismo. “La desigualdad es lo que genera pobreza”.
“La conclusión es un golpe a nuestra promesa de igualdad de oportunidades. La exclusión social se hereda, y es necesario actuar para compensar las desigualdades de origen porque el código postal y la mochila familiar pesan más que la capacidad y que el esfuerzo”, indicó Flores.
La vivienda, un derecho ‘fake’
Entre los principales factores de exclusión están la vivienda y el empleo. Así, uno de cada cuatro hogares no puede considerarse digno y el 45% de la población que vive en régimen de alquiler se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión social, la cifra más alta de la UE. “El alquiler se ha convertido en una trampa de pobreza”, constata Cáritas. “La vivienda es un derecho ”, subrayó el responsable del informe.
Pese a la mejora de los datos del empleo, FOESSA insiste en que “la precariedad laboral se ha convertido en la nueva normalidad, afectando a casi la mitad (47,5%) de la población activa”. Una situación que afecta a 11,5 millones de personas atrapadas en diversas formas de inseguridad laboral. De hecho, más de un tercio de la población excluida moderada o severa trabaja.
Presentación del informe FOESSA
Junto a estos dos factores, se suman otros cuatro, que ejercen como multiplicadores de la desigualdad: la educación, el origen familiar, la salud y las relaciones sociales. El dato es rotundo: si una persona no consigue completar estudios superiores a la ESO, su riesgo de caer en exclusión severa se multiplica por 2,7.
El segundo factor es el familiar. Así, se constata que los hijos de personas con bajo nivel educativo tienen más del doble de probabilidades de caer en situaciones de pobreza que los de progenitores altamente formados. En lo tocante a la salud, el informe FOESSA muestra cómo la desigualdad también se mide en años de vida, con elementos como la malnutrición, las listas de espera o el acceso a una sanidad pública de calidad. De este modo, el informe denuncia que el 6% de las familias más vulnerables que tenían una enfermedad grave no recibió atención médica el año pasado, el doble que en el conjunto de la sociedad. La salud mental también se resiente.
Soledad, migraciones y brecha de género
Junto a ello, Cáritas observa una “herida más profunda”, el de la soledad, que supone “una fractura aterradora” para las personas en exclusión, cuyo nivel de aislamiento se ha quintuplicado, pasando del 3,2% en 2018 al 16,6% en 2024. “El informe nos alerta sobre cómo nuestro ‘escudo comunitario’, se está debilitando justo donde más se necesita. Donde se tejen vínculos, la exclusión se vuelve reversible; donde se rompen, la dependencia se acelera. Reconstruir esos lazos exige reconocer lo relacional como estratégico: las políticas deben medir y fortalecer el capital social (familia, vecindad, asociaciones) con acciones preventivas y comunitarias”, indicó Flores.
La brecha de género también tiene un hueco en la exclusión, que sigue penalizando a los hogares encabezados por mujeres, Del total de hogares excluidos graves, casi la mitad están encabezados por mujeres (el 42%, más de 15 puntos porcentuales desde 2007).
7 de cada diez personas en exclusión son españolas, aunque los datos muestran “una brecha persistente y preocupante: casi la mitad (47,4%) de la población de origen inmigrante está en exclusión, una tasa que casi triplica la de la población autóctona (15,3%)”, sacude el informe. “Es una evidencia que esta irregularidad está repuntando, agravada por la lentitud de los trámites que deja a miles de personas en un limbo, el 62% de quienes no tienen papeles afirma estar intentando regularizarse”, especialmente entre la población africana. “Esta falta de una política pública de integración ambiciosa y transversal desde el primer momento es una asignatura pendiente que genera y perpetúa la exclusión”, destacó Raúl Flores.
El informe también señala que los problemas son “síntomas de un modelo de sociedad que genera estructuralmente desigualdad, precariedad y fractura”. Para Flores, “vivimos en una sociedad del desasosiego (…), en una sociedad ecológicamente vulnerable, anímicamente desasosegada y socialmente desgarrada”. Junto a ello, el drama de la huella ecológica, que en España triplica la capacidad de su territorio. O, en otras palabras: si todo el mundo viviera como lo hace la población en España, necesitaríamos el equivalente a 2,5 planetas. A mayor ingreso, más consumo de las “élites climáticas” con consumos sobredimensionados. Y es que “esta crisis climática y ecológica no es un problema aparte; es una ‘metacrisis’, una crisis sistémica y universal que atraviesa y agrava todas las demás dimensiones sociales, económicas y políticas que hemos analizado. Abordarlas por separado o con las lógicas actuales resulta contradictorio e ineficaz”, destacaron los responsables del informe FOESSA.
A menudo, se señala a la población migrante, proyectando sobre ella miedos e inseguridades, a pesar de que los datos de este informe, como hemos repetido, demuestran que la exclusión no tiene su origen ni causa en la inmigración, aunque sí algunas de sus peores consecuencias
Un caldo de cultivo en el que la desconfianza y el miedo “se instrumentalizan políticamente”, denuncia Cáritas, quien observa cómo se construyen identidades excluyentes y ‘enemigos simbólicos’ para desviar la atención de las causas estructurales. “A menudo, se señala a la población migrante, proyectando sobre ella miedos e inseguridades, a pesar de que los datos de este informe, como hemos repetido, demuestran que la exclusión no tiene su origen ni causa en la inmigración, aunque sí algunas de sus peores consecuencias”, advirtió Raúl Flores.
Todo ello lleva a un cambio de valores: si hace décadas se priorizaba la igualdad, ahora se antepone la libertad personal a la igualdad social. Un relato que no es inocente, ya que, denuncia el informe, legitima la desigualdad y oculta las barreras estructurales. “Vivimos una sociedad fragmentada, donde el individualismo rompe la red comunitaria y nos aísla. Una sociedad herida que se manifiesta con desesperanza, especialmente en las nuevas generaciones, como angustia ecológica. Cuando la conciencia del riesgo no genera acción colectiva, sino repliegue, la esperanza se quiebra, dejando una profunda cicatriz emocional”, alertó.
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