El novio de Ayuso ya no puede más
Es el autor del fraude a Hacienda, y el que ha llevado junto a cinco organizaciones al fiscal general al banquilllo, quien se considera la gran víctima, quien se debate con aire trágico entre quitarse la vida o marcharse al exilio
De la denuncia de la Fiscalía al banquillo: 20 meses de rigor y exclusivas de elDiario.es sobre la pareja de Ayuso
El juicio al fiscal general del Estado nos ha regalado esta semana una actuación antológica: la de Alberto González Amador en el papel de desesperado protagonista de una opereta que podría titularse ‘Ya no puedo más’. En su testimonio en el Tribunal Supremo, el novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid se quejó con desgarro de que sus enemigos lo han convertido en el “delincuente confeso del Reino de España”, que el fiscal general lo ha “matado públicamente”, que él es un simple ciudadano que está sufriendo un ataque despiadado simplemente por ser la pareja de Díaz Ayuso. En uno de los momentos más dramáticos de su comparecencia, proclamó: “O me voy de España o me suicido”, a lo que el presidente del tribunal le dijo casi paternalmente que no le recomendaba ninguna de las dos opciones.
Rebobinemos, así sea tedioso, para recordar cómo hemos llegado a este escenario. Si González Amador se encuentra en la situación en la que hoy está es, en primer lugar, porque ha defraudado a Hacienda. Porque ha pretendido esquilmar al resto de los españoles. Y porque ha consentido que su caso se haya politizado más de lo normal en un escándalo de estas características, como él mismo admitió durante su declaración en el Supremo. Dijo que, viendo que su lío con Hacienda sería utilizado por los adversarios de Ayuso para ir contra ella, mantuvo informado al jefe de gabinete de la presidenta, Miguel Ángel Rodríguez, sobre la investigación que Hacienda, y posteriormente la Fiscalía, llevaban contra él. Incluso le dio carta blanca a Rodríguez para que hiciera con la información lo que considerara pertinente. Pero, eso sí, él era “un ciudadano más” y no se metía “en política”.
Este diario reveló en exclusiva en marzo de 2024 que González Amador era objeto de una investigación de la Fiscalía por fraude fiscal. Pese a que miles de ciudadanos se enfrentan cada año a líos con Hacienda, y que existen mecanismos para solucionarlos, el caso adquirió de inmediato una inevitable dimensión política. No sólo porque el investigado es novio de la presidenta madrileña. También, porque comparte un lujoso ático sufragado en parte con el producto del fraude con una persona que ha hecho comentarios despreciativos hacia los miles de jóvenes que tienen dificultades para acceder a una vivienda. Y, como trascendió después, porque los ingresos de la empresa de González Amador por sus contratos con la compañía Quirón, con la que la Comunidad de Madrid tiene negocios multimillonarios en el sector de la salud, han aumentado exponencialmente desde que se inició su noviazgo con la presidenta. No sorprende que el jefe de gabinete de Ayuso lo tuviera registrado en sus contactos telefónicos como “Alberto Quirón”.
El caso dio un giro a raíz de la maniobra de Miguel Ángel Rodríguez para enlodar al fiscal general del Estado, filtrando maliciosamente a periodistas amigos el pantallazo de un mail que le había enviado el novio de Ayuso y asegurándoles que la Fiscalía había ofrecido un acuerdo de conformidad a González Amador, que se había frenado “desde arriba”. Cuando la verdad era que el acuerdo lo había pedido el abogado de González Amador en un mail previo en que reconocía dos delitos que habría cometido su cliente.
El fiscal general consideró necesario refutar el bulo de Rodríguez. La Fiscalía difundió un comunicado en que aclaraba que el acuerdo de conformidad lo había solicitado el investigado, no la Fiscalía. A continuación algunos medios publicaron el contenido del correo inicial en que era el abogado de González Amador pedía, en efecto, el acuerdo. El jefe de Gabinete de Ayuso vio en ese momento la oportunidad de convertir el caso González Amador en el caso fiscal general. El novio de Ayuso se querelló contra el jefe del Ministerio Público por supuesta revelación de secretos. Una ofensiva judicial en la que también participan con sendas querellas cinco organizaciones, incluido el Colegio de la Abogacía de Madrid.
El hecho, inconcebible, es que el fiscal García Ortiz se encuentra hoy en el banquillo. Se trata de un acontecimiento inédito en la democracia española. De nada ha servido que los periodistas que han testificado durante el proceso hayan afirmado bajo juramento que el fiscal general no fue el autor de la filtración del mail del abogado de González Amador. Pero es este, el autor del fraude a Hacienda tras un pelotazo con mascarillas durante la pandemia del Covid, quien se considera la gran víctima, quien se debate con aire trágico delante de los jueces entre quitarse la vida o marcharse al exilio. Fue su comportamiento el que originó el escándalo y fue su connivencia la que contribuyó a que este se convirtiera por arte de birlibirloque en un ataque brutal contra una de las principales instituciones del Estado. De modo, señor González Amador, que por mucho que se empeñe en presentarse como la victima, no nos convencen sus lágrimas de cocodrilo.