La Guardia Civil de Asturias resuelve el crimen de una mujer apuñalada y enterrada en cal viva hace 34 años
La madre de la víctima denunció su desaparición cinco años después de que le dejara a cargo de su hija y al no tener noticias de ella en ese lustro. Los investigadores han logrado su identificación gracias al ADN y al asociar su caso con la detención de un hombre en Langreo en 1991
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Una joven de 24 años y vecina de Avilés dejó a su hija a cargo de su madre en 1990. Cinco años más tarde, la abuela se presentó en el cuartel de la Guardia Civil para denunciar su desaparición al carecer de noticias sobre su paradero. En los archivos policiales había un caso sin resolver: el de la identificación de una mujer apuñalada y enterrada en cal viva, pero en ese momento no se asociaron los dos casos.
Transcurrieron los años sin que la investigación avanzara en los dos expedientes policiales que seguían abiertos, pero los investigadores no dieron carpetazo y, más de tres décadas después, han quedado resueltos gracias a su tesón y a los avances de las pruebas biológicas al cotejar la muestra de ADN de los familiares de la mujer desaparecida.
Cinco años sin denunciar
La madre de la joven se había presentado en el cuartel de la Guardia Civil, en octubre de 1995, para denunciar la desaparición de su hija. Explicó a los agentes que llevaba cuidando de su nieta desde hacía cinco años sin que se hubiera vuelto a poner en contacto con ella.
Las primeras gestiones que realizaron los agentes no obtuvieron una línea de investigación que permitiera dar con el paradero de la joven y su caso se incluyó en los archivos policiales en el apartado de personas desaparecidas. La Guardia Civil de la Comandancia/Zona de Asturias ha confirmado que los expedientes siguen latentes y son revisados regularmente cuando se aporta alguna pista o un indicio nuevo.
Una agente de la Guardia Civil realiza unas pruebas en el laboratorio.
El cotejo de ADN
En mayo de 2024 se hizo una de estas revisiones y los agentes contactaron con la familia de la mujer desaparecida para tomar muestras de ADN que pudieran aportar algún dato nuevo que permitiera cotejarlo con algún cadáver sin identificar o de cara a posteriores identificaciones.
Un mes después, los agentes volvieron a tomar una muestra de ADN a la hija de la desaparecida, ya que la abuela había fallecido.
Según el relato de la Guardia Civil, de forma paralela a este proceso se seguían llevando a cabo gestiones y un estudio pormenorizado del caso, lo que les derivó a una noticia de un periódico regional en la que se relataba el homicidio de una mujer en Barros, que había sido apuñalada y enterrada en cal viva, con identidad desconocida.
El “crimen de Reyes”
Este suceso, conocido como “el crimen de Reyes”, al haber ocurrido el 6 de enero de 1991, había sido investigado por la Policía Nacional de Langreo.
En el transcurso de esa investigación, se había detenido a un vecino de esa localidad a raíz de que su pareja, tras una discusión, confesara los hechos a la Policía.
El presunto homicida fue detenido por la Policía Nacional de Langreo al ser delatado por su novia, tras discutir con ella. Él confesó que recogió a la víctima, de 24 años y vecina de Avilés, en auto stop y la acuchilló cuando ella intentó robarle. Luego la metió en el maletero del coche, donde murió desangrada. Según su relato, se asustó al ver que se había muerto y él y su novia la enterraron en cal viva. Nadie lo descubrió hasta cinco años después
Al ser detenido por los agentes, el presunto homicida manifestó que, la noche del 6 de enero de 1991, había recogido a la víctima cuando se encontraba haciendo auto stop en Oviedo y que ésta había intentado robarle, lo que provocó un forcejeo entre los dos, momento en que él la acuchilló.
Apuñaló a la víctima
Seguidamente, el conductor introdujo a la joven en el maletero del vehículo y circuló hasta Barros, donde le contó lo sucedido a su pareja. En ese momento, según la versión del presunto homicida, ambos comprobaron que la víctima había fallecido desangrada.
La Guardia Civil ha relatado que la pareja aseguró que se asustó y decidió enterrar su cuerpo en cal viva, permaneciendo oculto hasta octubre de 1995.
Retrato robot de la mujer desaparecida.
Debido al deterioro de los restos de la víctima encontrados, era imposible su identificación, pero sí se pudo realizar un retrato robot que fue publicado en los medios de comunicación.
La “correlación” entre los dos casos
A partir de este hecho, la Guardia Civil comenzó a atar cabos y, tras cotejar el retrato robot de la víctima del homicidio y una foto aportada por los familiares de la joven desaparecida, apreciaron que existían “ciertas características que podían confirmar una correlación entre ambas”, aseguran desde la Comandancia.
Asimismo, la colaboración de los agentes de la Policía Nacional que participaron en la investigación del crimen y el aporte de todo tipo de documentación existente en sus archivos permitieron localizar los restos de la fallecida, que se hallaban en el Departamento de Biología del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de Madrid, donde fueron remitidos en su día.
El análisis en el laboratorio
Debido a que la técnica de análisis de ADN realizada en el año 1995 y la que se realiza hoy en día es diferente, fue necesario un nuevo análisis de ADN de estos restos. De los nuevos análisis llevados a cabo por el Instituto de Toxicología y Ciencias Forense de Madrid, se determinó que “los restos óseos hallados en 1995 se correspondían con los de la persona desaparecida”.
De esta forma, la Guardia Civil ha logrado poner nombre y apellidos a la víctima del homicidio y comunicar a sus familiares su paradero tras más de 34 años de búsqueda.
La Guardia Civil ha identificado a la joven desaparecida y enterrada en cal viva, HACE 34 años, en Asturias.
El tesón de los investigadores
La Comandancia/Zona de Asturias ha resaltado la relevancia de esta actuación policial que ha sido posible gracias al tesón y perseverancia de los investigadores por no dar ningún caso por perdido, unido al avance de las tecnologías, los nuevos métodos de investigación, con la utilización de medios tecnológicos, las nuevas bases policiales, así como la coordinación con los demás cuerpos policiales.
Todas estas circunstancias han sido claves para el esclarecimiento de este caso que, hace tres décadas, permanecía en los archivos como pendiente ante la imposibilidad de avanzar y que ahora, gracias a estos nuevos métodos, han permitido identificar a la joven asturiana cuya pista se perdía hace ya tres décadas.