El Gobierno quiere cobrar al Arzobispado de Madrid por usar un edificio del CSIC que Franco convirtió en Iglesia

El Gobierno quiere cobrar al Arzobispado de Madrid por usar un edificio del CSIC que Franco convirtió en Iglesia

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas ha tenido una primera reunión con el Arzobispado para reformular la situación de la iglesia del Espíritu Santo en Madrid, un auditorio que Franco convirtió en templo y que sigue siendo de uso religioso a pesar de ser un espacio público por un convenio firmado con Rouco Varela

El auditorio de la República que Franco convirtió en iglesia y acabó en manos del Opus Dei tras un acuerdo con el CSIC

El Gobierno ha tomado cartas en el asunto de la iglesia que es de propiedad pública pero cuyo uso está cedido al Arzobispado de Madrid hasta 2069. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), dependiente del Ministerio de Ciencia y al que pertenece el espacio, ha iniciado conversaciones con las autoridades eclesiásticas para “actualizar el régimen de ocupación” del templo, que fue creado en la República como auditorio, pero que, después, Franco convirtió en iglesia. Entre las ideas que baraja el organismo está la de cobrar al Arzobispado por el uso del espacio, según ha podido saber elDiario.es y confirman fuentes del Ministerio de Ciencia.

Se trata de la iglesia del Espíritu Santo, situada en el número 125 de la calle Serrano, donde está situado el CSIC. El lugar, sin embargo, no fue siempre de uso religioso: fue construido en 1933 como auditorio de la Residencia de Estudiantes, convertido en epicentro del florecimiento científico y cultural que trajeron consigo aquellos años. Sin embargo, tras la sublevación de 1936 y el fin de la Guerra Civil, los franquistas lo transformaron en iglesia haciendo gala de la concepción nacionalsocialista de las ciencias que arrasó con la modernización republicana.

La cuestión es que la muerte de Franco hace medio siglo no trajo consigo grandes cambios y siguió utilizándose para el culto pese a ser un espacio público perteneciente al principal órgano de investigación del país. Tanto fue así que, en febrero del año 2000, el entonces presidente del CISC, César Nombela, firmó con el Arzobispado de Madrid, en manos de Antonio María Rouco Varela, un convenio en el que el CSIC le cedía el espacio “para uso religioso” por un periodo de 69 años “prorrogables hasta un máximo de 99”. Nombela, fallecido en 2022, fue un científico discípulo de Severo Ochoa que se definía como cristiano y presidió el comité asesor de ética durante el último gobierno de José María Aznar, desde donde se opuso al aborto.

Se da la circunstancia de que la atención pastoral del templo está en manos de dos sacerdotes del Opus Dei. Una escultura del fundador de la Obra, José María Escrivá de Balaguer, preside uno de los lados de acceso a la iglesia. Un cuarto de siglo después de que se firmara el convenio, y ya bajo la presidencia de Eloísa del Pino, el CSIC busca ahora atenuar lo anacrónico que resulta la cesión de un espacio público a la Iglesia. Y, consciente de la dificultad de rescindir el convenio, baraja “fijar una contraprestación” por su utilización, según fuentes del Ministerio de Ciencia, que confirman que la primera reunión con representantes del Arzobispado se celebró a finales de la semana pasada.

Las conversaciones se han iniciado a instancias del CSIC “en el marco de la Ley de Memoria Democrática”, apuntan las mismas fuentes, que afirman que 25 años después de la firma del convenio “se requiere la actualización de los regímenes de ocupación de diferentes espacios cedidos a diversas instituciones en algunos de los edificios” del organismo de investigación, entre ellos, la iglesia del Espíritu Santo. Además del lugar, el acuerdo de cesión incluye también los bienes que son propiedad del CSIC y estaban desde el inicio en el templo. En total, son 138 objetos detallados en un anexo del convenio que van desde candeleros a vidrieras, sillas o pilas “de agua bendita”.

El fin del progreso

El CSIC es titular de este espacio porque el auditorio republicano fue creado por la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), la institución creada en 1907 para promover la investigación y la educación científica en España. Desde principios de siglo, la JAE desempeñó un papel clave en el fin de aislamiento español y la promoción de una Edad de Plata de la cultura y de la ciencia desde una perspectiva modernizadora. En su seno, se crearon centros y laboratorios al frente de los cuales estaban los científicos más relevantes de la época. Entre ellos, estaba la Residencia de Estudiantes, que en 1930 decidió proyectar el auditorio.

Sin embargo, el golpe de Estado de 1936 truncó el progreso y Franco creó en 1939 el CSIC con el objetivo de “imponer las ideas” que inspiraron su “Glorioso Movimiento Nacional”. El CSIC impuso una concepción científica estrechamente vinculada a la religión y desmanteló la JAE, pero se valió de sus estructuras y centros, entre ellos, el auditorio. Por eso, la transformación del espacio en iglesia, iniciada en 1942, fue uno de los cambios más simbólicos propiciados por la dictadura, que desde el principio reprimió duramente a los científicos de la JAE leales a la República.

Sobre este tema ha estado trabajando el Ministerio de Ciencia con la producción del documental Semillas en el exilio: la ciencia que volvió a florecer en España, que presentará este martes en el salón de actos del CSIC en el marco de los ’50 años en Libertad’ del Gobierno. El documental cuenta con los análisis de expertos en historia de la ciencia y los testimonios de Clementina del Buen, nieta del oceanógrafo exiliado en México Odón de Buena y de Selena Herrera, bisnieta del ingeniero aeronáutico Emilio Herrera, que llegó a ser desde su exilio presidente de la República española en el exilio.

Entre otras cuestiones, el documental refleja lo simbólico de la transformación del auditorio de la JAE en iglesia. El proyecto corrió a cargo del arquitecto entonces miembro del Opus Dei, Miguel Fisac, que en 1942 dejó escrito en la memoria dejó escrito: “Si de las basílicas romanas surgieron las primitivas iglesias cristianas, por qué de un teatro o cine, en donde se pensaba ir ensuciando y envenenando, con achaques de cultura y de arte, a la juventud española, no puede surgir un oratorio, una pequeña iglesia para que sea el Espíritu Santo el verdadero orientador de esta nueva juventud de España”.

El Centro de Investigaciones Sociológicas ha emprendido en los últimos años un proceso de adaptación a la nueva ley con medidas como la retirada de los retratos de los dirigentes que purgaron científicos o la instalación de placas explicativas. Una de ellas, en homenaje a los represaliados, está precisamente situada en el antiguo claustro del auditorio, el único espacio que Fisac conservó como estaba.