El educador Carlos Carrasco, sobre los perros con ansiedad por separación: «Hay que normalizar las entradas y las salidas»
Los perros que ladran, aúllan y rompen cosas cuando los dueños salen de casa están sufriendo, pero hay formas de cambiar este comportamiento
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Estás con tu perro en casa y todo es paz y tranquilidad. Pero tienes que salir, cierras la puerta y al cabo de unos minutos, tu vecino te llama para decirte que tu perro no ha dejado de ladrar desde que saliste. Cuando vuelves a casa, encuentras los cojines del sofá destrozados y charcos de pis en el suelo.
Este es el día a día para muchos dueños de perros que padecen ansiedad por separación, un trastorno de conducta que afecta hasta a un 40% de los perros que son llevados a consulta del veterinario por problemas de comportamiento.
La ansiedad por separación canina es un estado de angustia extrema que se manifiesta cuando se separa al animal de sus figuras de apego. No es un capricho ni un intento de venganza, sino una respuesta a la soledad que lleva al perro a un auténtico ataque de pánico. Comprender esto es el primer paso para abordar el problema.
“La mayor parte de los problemas de comportamiento de los perros tienen que ver con la ansiedad por separación con hiperapego”, explica Carlos Carrasco, educador canino de DOS Adiestramiento. “La gente, guiada por su mejor intención, por el más absoluto cariño a los animales, al final les genera esto”, afirma.
Los síntomas de la ansiedad por separación
Los síntomas de la ansiedad por separación comienzan a manifestarse en los primeros 15 a 30 minutos después de que el dueño se marcha, y pueden variar en intensidad y tipos de comportamiento.
Uno de los más evidentes es la conducta destructiva. El perro puede morder puertas, ventanas o muebles, sobre todo dirigiendo la destrucción hacia los puntos de salida, y puede conllevar riesgos de autolesión. Los ladridos, aullidos y llantos persistentes pueden durar durante toda la ausencia del dueño. Suelen ser monótonos y angustiosos, diferentes a los ladridos de alerta o de juego.
Otros signos incluyen orinarse o defecar dentro de casa, a pesar de estar educado, salivación excesiva, temblores e hiperventilación. En los casos más graves, el perro puede dejar de comer o beber mientras está solo. Por desgracia, estos síntomas contribuyen al abandono o la entrega del perro a refugios, que se estima que ocurre hasta en un 30% de los casos relacionados con problemas de comportamiento.
Por qué mi perro tiene ansiedad por separación
El hiperapego es un componente central de este trastorno. Los perros que siguen a sus dueños por toda la casa, muestran ansiedad ante señales de salida (como coger las llaves) y saludan efusivamente en el reencuentro, están mostrando una dependencia emocional excesiva.
“Los perros son animales sociales que están diseñados para vivir en grupo, pero al mismo tiempo, la madre enseña a los cachorros desde muy temprana edad a ser autónomos. A partir de los 25 días empieza el destete, y la madre se va separando de los cachorros progresivamente, y así van ganando en autonomía”, explica Carlos Carrasco.
El problema de los perros que adoptan las familias, según Carrasco, es que reciben una atención constante que desactiva esa autonomía. “Desde que el cachorro llega a casa tiene el 100% de la atención de la familia, que lo mima constantemente, que lo sube en brazos, no dejamos a ese perro ser autónomo”.
Hay otros factores que influyen en la ansiedad por separación, como las mudanzas, la pérdida de un miembro de la familia o incluso cambios en los horarios laborales, ya que los perros valoran la estabilidad. La historia previa del animal, si han sufrido abandono o desalojo, o fueron separados de la madre demasiado pronto, contribuye a los síntomas. Los estudios identifican factores de riesgo sorprendentes: los perros que viven en hogares con un solo adulto tienen 2,5 veces más probabilidades de padecer ansiedad por separación.
Lo que no hay que hacer ante la ansiedad por separación
Algunos dueños caen en la tentación de castigar al perro por los destrozos o ladridos, pero el animal no puede relacionar el castigo con una acción que ocurrió horas antes. En su mente, el dueño está mostrando agresividad de forma impredecible, lo que solo aumenta su inseguridad y agravando el problema. Confinar al perro en un cuarto o una jaula aumenta aún más su pánico y pueden llegar a autolesionarse.
Atajar los síntomas tampoco es una solución. “El perro ladra, le pones un collar antiladridos y el perro ya no ladra, pero ¿por qué ladra? Ladra por ansiedad. ¿Estamos curando la ansiedad? No. El perro entonces se dedica a morder muebles o hacer agujeros en la pared, es un parche que no ataca la base del problema”, explica Carrasco.
Es importante que el perro tenga en casa una “guarida”, un lugar que identifique como propio. Según Carrasco, este espacio es “una zona de calma, un lugar de descanso en casa, que en la naturaleza sería la guarida. Si el perro tiene ese espacio, le va a ser mucho más fácil entender que se tiene que quedar tranquilo cuando tú te vas”.
El perro tiene que asociar estar en casa con un lugar seguro y tranquilo. Como explica Carrasco, “el perro se debe quedar en casa en el estado emocional correcto. Tienes que darle el suficiente ejercicio físico y mental pero en casa hay que evitar jugar con el perro, excitarlo y volverlo loco. En casa todo tiene que ser calma y tranquilidad”. “Tampoco puedes estar mimando al perro todo el día en casa. Si le prestas esa atención, cuando tú te vayas, el perro lo va a pasar mal. No estás ayudando precisamente a que el perro sea autónomo”, añade.
Crees que es amor, pero estás empeorando el problema
Las buenas intenciones no siempre conducen a buenos resultados. Uno de los errores más frecuentes son los rituales de despedida y bienvenida demasiado efusivos. Los abrazos, caricias y frases cariñosas al irse o al llegar de casa pueden parecer un gesto de amor, pero en realidad marcan un contraste emocional demasiado brusco para el perro. El mensaje que el animal recibe es: “la salida del dueño es un evento trascendental y terrible” y “el regreso es el momento más emocionante del día”. Esta montaña rusa emocional intensifica su ansiedad. “Hay que normalizar las entradas y las salidas. Cuando me voy o cuando entro, no le doy importancia, tengo que enseñar a mi perro con el ejemplo”, enfatiza Carrasco.
Olvidar la importancia del ejercicio y estimulación mental es otro error común. Un perro con exceso de energía acumulada y aburrimiento tendrá mucha más dificultad para mantenerse tranquilo durante las ausencias.
Cuando nuestro perro ya sufre de ansiedad por separación, el tratamiento más común es la desensibilización sistemática. Consiste en acostumbrar gradualmente al perro a nuestras ausencias, comenzando por períodos muy breves, de segundos, y aumentando progresivamente la duración. La ayuda de un profesional puede ser de mucha utilidad en este proceso, que es lento y difícil para el perro y el dueño.
Solo en los casos más graves se puede recurrir a la medicación, bajo la supervisión de un veterinario, pero sabiendo que no resolverá el problema, solo los síntomas. La modificación de la conducta, en concreto la conducta de los dueños, es el principio de la solución.