20 años del fenómeno ‘Crepúsculo’, la historia de amor con un vampiro que cambió la cultura pop hasta ser un meme
La famosa franquicia, literaria primero y cinematográfica después, ha virado del mito al meme sin caer en el olvido en ningún momento
Las claves del éxito de ‘Los siete maridos de Evelyn Hugo’, la novela viral de 2017 que conquista ya a medio millón de lectores
“¿Hermoso? Esta es la piel de un asesino, Bella”. Una frase sacada de contexto, pero que cualquier persona occidental menor de cuarenta años identifica al instante con una sonrisa: la confesión de Edward Cullen, un vampiro centenario que ha decidido seguir viviendo como si tuviera diecisiete y enamorarse de la chica nueva, la chica rara, de su instituto: Bella Swan, quien rápidamente se da cuenta de que el guaperas del lugar no es un adolescente más. Que los chicos normales no frenan y abollan un coche con la mano o te miran de esa forma con esos ojos tan amarillos, demasiado amarillos. Pero le da igual porque ella le ama y él, vampiro vegetariano que se alimenta a base de ciervos, también se vuelve loco por esa chica de aspecto anodino que viste de marrón.
Edward, proveniente de una familia que no envejece y que está condenada a mudarse constantemente para que nadie sospeche nada, se obsesiona de quien es su comida en potencia y pronunciará una frase que volvería locas a las adolescentes de la primera década de los 2000. Una frase que, veinte años después, se convertiría en una de las citas estrella de los vídeos de TikTok que homenajean sin cesar y con ironía una saga que ha conseguido colarse en el imaginario colectivo juvenil de varias generaciones: “y así es cómo el león se enamoró de la oveja”.
La historia de amor, obsesión y control de Cullen y Swan es el eje central de Crepúsculo, una tetralogía publicada por la autora mormona Stephenie Meyer entre 2005 y 2008 y que fue llevada al cine entre 2008 y 2012 tras haberse convertido en un fenómeno literario al conquistar a millones de adolescentes en todo el mundo y vender más de 160 millones de copias. Crepúsculo, Luna Nueva, Eclipse y Amanecer eran los títulos de los libros que también dieron nombre a las películas que, protagonizadas por Robert Pattinson y Kristen Steward, llegaron a recaudar más de 3.300 millones de dólares a nivel global.
“Recuerdo cuando vi Luna Nueva con una amiga que estaba obsesionada, porque Crepúsculo ya era un absoluto hit, y, cuando fuimos a sacar entradas en el cine de Talavera (de La Reina), que nunca se llenaba, solo quedaban en primera fila”, explica Dani, de 29 años, en declaraciones a elDiario.es. “No nos quedó otra que verla pegados a la pantalla”, rememora Dani, quien vivió muy a tope “el drama telenovelesco del triángulo amoroso”. Porque en Crepúsculo hay una tercera figura que entra en acción: Jacob, un nativo americano que también era hombre lobo y que se pasaba media saga sin camiseta.
El público, mayoritariamente femenino, comenzó un fenómeno que se ha visto replicado muchas veces en redes sociales con otras sagas juveniles: había que elegir ser #TeamEdward o #TeamJacob. “Yo, por supuesto, era Team Jacob”, cuenta Dani, quien disfrutó mucho también de la fantasía lincántropa y vampírica en la que se envolvía el romance adolescente. “A mí me marcó muchísimo”, apunta Andrea, de la misma edad. “Coleccionaba posters y me leía todo lo que salía sobre los actores. Fue una saga como muchas otras que salieron en el momento, pero a mí me enganchó, me marcó y le tengo mucho cariño”, confiesa.
Andrea también recuerda buena parte de la polémica del momento: quienes la amaban con pasión y quienes la odiaban también con frenesí. “Creo que la vimos todos los adolescentes de entonces y que se crearon estos dos bandos que ahora han encontrado un punto común: verlo con una distancia irónica”, opina, para recordar que a ella entonces le gustaba de verdad, pero que, ahora, al recordarlo, le entra la risa. “Tiene muchos elementos que ayudan a que se haya convertido en un meme: el bajo presupuesto, las actuaciones exageradas, la historia de novio tóxico cliché, el trío amoroso entre la mema, el idiota mazado y el tóxico paliducho”, explica.
La erótica del monstruo
“Crepúsculo llegó en un momento en el que lo que antes era cultura friki empezó a ser cultura de masas”, explica a este periódico Marta Trivi (1988), periodista y crítica cultural, además de haber sido directora del portal AnaitGames. Trivi, que era adolescente tardía cuando salió la saga, cuenta que se movía en mundo en el que daba vergüenza decir que te gustaban las cosas dirigidas a las chicas. “Me gustaban, claro que me gustaban, pero era algo que llevabas en secreto”, continúa, para insistir en que fue el momento en el que surgió lo que le otorgó a Crepúsculo la relevancia que mantiene aún hoy.
“Cuando salieron los libros y las pelis, se puso en marcha la misma maquinaria que se ponía en funcionamiento siempre para avergonzar y señalar a las cosas de chicas. Pero, en este caso, se hizo fuerza del otro lado”, argumenta Trivi, señalando que se trata de una época que coincidió con la incorporación de mujeres a las secciones de Cultura de los medios de comunicación.
“En aquel momento se empezó a defender que vale, sí, Bella es un inserto, pero ¿no son insertos todas las cosas que salen en las películas ‘de tíos’? Un arquetipo en el que te puedas proyectar tú”, explica Trivi, asegurando que, al empezar a a escucharse las voces de las mujeres en internet, ya fuera en blogs o en los propios medios, hizo que la crítica profesional, copada en su mayoría por hombres, no pudiera dominar el discurso.
“Crepúsculo, por sí sola, no creó un imaginario propio, pero sí cogió la ola de una tendencia que había sido un poco underground y la llevó al mainstream aplanando un poco las aristas que tenía ese subgénero, las cosas que podían crear más conflicto con un público extenso”, opina Trivi. Un argumento con el que está de acuerdo Pelayo Sánchez, crítico de cine y programador de la Filmoteca de Madrid, a quien Crepúsculo también le pilló adolescente. “Recuerdo ir a ver Luna Nueva al cine con una chica que me gustaba entonces”, ríe.
Para Sánchez, Crepúsculo es una saga donde el monstruo ya no es el monstruo. Está despojado de todos los códigos relacionados con el gótico y la sobriedad del vampiro. “Es un vampiro humanizado que está en un espacio donde también puede molar, donde puede ser cool. Es una figura que dice que los frikis no son solo gente que está en su casa leyendo libros y jugando a las Magic, sino que también hay espacio para el romance y para la carne”, argumenta.
Todos los monstruos, en su origen, han tenido cierto atractivo sexual para el público. Todos. Desde Drácula hasta Nosferatu, pasando por la reciente adaptación de Frankenstein de Guillermo del Toro. “Siempre ha habido gente sexualmente atraída por la peligrosidad del monstruo, por lo oculto. Gente que quería salir, follar o enamorarse de uno”, continúa Trivi, afirmando que Crepúsculo cogió esos sentimientos que siempre habían existido y los hizo más palatables. “Ahora el monstruo ya no es tan monstruo, es un adolescente (lo que lo hace menos peligroso) y no te va a forzar a hacer nada que no quieras, aunque sí te va a sacar de la sociedad y eso le va a dar cierto sentimiento trágico”, explica Trivi para aducir que el mérito de Meyer está en entender qué era “lo interesante” del mundo freak y exportarlo al público general.
Entre los adolescentes del ayer y los del hoy
Pero Crepúsculo nunca pasó de moda. Dejó de ser una gran y exitosa franquicia adolescente para convertirse en un meme viral en internet del que hasta las generaciones posteriores al fenómeno también disfrutan. En 2023, Bershka lanzó una colección de jerséis con la cara de Edward Cullen estampada, Penguin Random House acaba de editar una edición conmemorativa y, en 2025, las películas han vuelto a algunos cines mientras grupos de amigos, como el de Dani, se organizan para hacer revisionados caseros y reírse a mandíbula batiente.
“En realidad nos estamos riendo de nosotros, de nuestra propia adolescencia”, explica Sánchez. “No hay que olvidar el subtexto conservador de la saga: vendía un amor muy tóxico en el que el valor de la mujer quedaba subyugado ante lo que el hombre piense de ella. Y hace veinte años lo veíamos como algo muy romántico, ahora no”, continúa, indicando que el fenómeno Crepúsculo se adhiere a un renacer de la cultura de principios de los 2000. “Es pura nostalgia de un momento en el que éramos inocentes y del que hemos tomado distancia, y de ahí sale toda esa cultura meme”, agrega.
“Yo creo que es porque somos una generación a la que nos cuesta encontrar nuevos referentes”, apunta Trivi por su parte. “Estamos amarrados a ciertas figuras de nuestra infancia y primera juventud a las que quizá les tengamos más cariño del que se merecen, como puede ser esta o Harry Potter”, opina. Pero, ¿y la Generación Z? A ellos también les gusta Crepúsculo, no hacen más que subir y compartir memes en Instagram y TikTok, y no pueden sentir nostalgia de lo que no vivieron. “Ellos eran niños cuando salieron las películas y no tuvieron que resignificar las películas. No es algo que hayan tenido que vivir con vergüenza, porque para cuando ya tuvieron conciencia de lo que es la cultura pop, Crepúsculo había sido asimilada. Fueron los millennial los que tuvieron, tuvimos, que aprender a reírnos”, zanja Trivi, concluyendo que esta saga, quizá, fue la primera que nos enseñó a divertirnos.