Stefano Mancuso, neurobiólogo: «Los bosques son los únicos que nos van a salvar del calentamiento global»

Stefano Mancuso, neurobiólogo: «Los bosques son los únicos que nos van a salvar del calentamiento global»

El botánico italiano que mostró que las plantas sienten y tienen inteligencia insiste en que «hace un siglo que debería ser el momento de los bosques. Necesitamos plantar un billón de árboles»

¿Queremos aliviar los incendios forestales? Dejad que los bosques se hagan viejos

Si hay cada día más personas que, al mirar alrededor, son capaces de ver, distinguir y apreciar las plantas como seres vivos de un valor casi incalculable es, en gran parte, gracias al botánico italiano Stefano Mancuso (Catanzaro, 1960). Seres inteligentes y sensibles “de los que dependemos”, explica Mancuso. “Todo lo que comemos. El oxígeno que respiramos. Literalmente dependemos de ellas”, aclara el científico justo después de recoger en Madrid el galardón a la Personalidad Ambiental de los premios Ecovidrio.

Mancuso, que lleva décadas dedicado a abrir los ojos de la sociedad y curarla de la llamada ceguera de las plantas, no solo habla con pasión de la flora, sino que tiene claro que son la solución para sacar a la humanidad del atolladero en el que se ha metido al provocar el cambio climático. En conversación con elDiario.es, el científico desgrana las fórmulas con las que las plantas pueden ayudarnos y cómo nos enseñan que cuidarnos en comunidad es “más eficiente para sobrevivir” que dar la batalla cada uno por su lado.

Ahora estamos en plena Cumbre del Clima, la COP30 de Brasil, y el presidente del país, Lula da Silva, ha dicho que esta va a ser, o debe ser, la cumbre de los bosques ¿Es posible algo así?

De hecho hace un siglo que debería ser el momento de los bosques. No sé si será la cumbre de los bosques, pero así lo espero. Porque, para seguir en Brasil, y hablando de Lula, el bosque de la Amazonia está a punto de desaparecer. Si continúan talando porciones de bosque al ritmo actual, dentro de cuatro años, la Amazonia estará condenada a desaparecer y convertirse en otra cosa con consecuencias en el clima mundial.

¿A qué consecuencias se refiere?

La Amazonia es el motor de la lluvia de toda Latinoamérica. Así que si eliminas la Amazonia, todo va a cambiar a nivel planetario porque –¿cómo lo diría?– La mayoría de las nubes que viajan por el mundo están producidas por la Amazonia. Así que sí: este es el momento de los bosques en el sentido de que no podemos permitirnos más talas de árboles. Al contrario, deberíamos replicar los bosques que hemos creado en los últimos años. La clave no está tanto en no cortar más árboles, sino en replantar, al menos, un billón de árboles. Sé que parece un número increíble, pero es lo que necesitamos.

La reforestación es a menudo presentada como un arma poderosa contra el cambio climático, pero en otras ocasiones –como por ejemplo en España tras la ola de incendios forestales del verano pasado– parece que los bosques fueran un enemigo porque arden. Y se habla de limpiar de sotobosque…

El enemigo es el calentamiento global. En España se dio un número loco de incendios forestales no por casualidad, sino por el calentamiento global. Por supuesto esto no afecta solo a España. Luego puede venir Italia y luego Alemania. Hoy, en Europa, los árboles no mueren porque se los tale, mueren derribados por el viento y quemados en incendios. Hace solo unos años registramos en Italia 20 millones de árboles muertos por el viento, algo que era inimaginable antes. Y estos fenómenos extremos son consecuencia del calentamiento global. Los bosques son los únicos que nos van a salvar de ese calentamiento así que debemos multiplicar su superficie muchas, muchas veces.


Mancuso durante un momento de la entrevista con elDiario.es

¿Cómo nos salvan?

Esto es primordial y mucha gente no lo sabe: los bosques son la única cosa que capta CO₂ de la atmósfera. El calentamiento global está producido por los gases de efecto invernadero (sobre todo el CO₂) que atrapa el calor del planeta por lo que, además de dejar de emitir gases, debemos reducir la cantidad de ese CO₂ en la atmósfera que ya es un montón. Lo único que actualmente podemos hacer para quitar CO₂ es captarlo con árboles. Absorben ese gas y de una manera tan eficiente que ninguna otra tecnología puede ni soñar. Por cada euro invertido en plantar, fijamos mil veces más carbono que cualquier otra tecnología.

¿Son la mejor máquina de secuestro de carbono a pesar de todo lo que se habla de nuevas técnicas o desarrollos?

La mejor por mucho. Es que no hay nada ni siquiera similar en el mundo de la tecnología humana.

En este sentido, el último Global Carbon Budget ha calculado que todas las tecnologías humanas juntas absorben en 2025 unos 0,008 millones de toneladas de CO₂, mientras que los bosques están captando más de dos millones de gigatoneladas, es decir, más de 2.000 millones de toneladas.

¿A pesar de esa dimensión gigantesca como captadores de gas, nos dan más servicios para aplacar la crisis climática?

Claro. Los bosques no se quedan ahí, nos ofrecen otros beneficios. Por ejemplo reducen la temperatura. Cuando tenemos un bosque cercano a las ciudades donde pasamos la mayoría de nuestras vidas, la transpiración de agua que producen los árboles rebaja de manera increíble la temperatura.

¿Hasta cuánto?

Los parques o los bosques urbanos la bajan hasta tres o cuatro grados en comparación con sus alrededores. ¿Por qué? Porque al evapotranspirar el agua, las plantas absorben calor, es un principio químico: para transformar agua líquida en vapor necesitan energía así que al hacer ese proceso absorben energía, es decir, calor y hacen que la temperatura caiga.

La secuencia lógica es que, si el calentamiento global hace que las ciudades se vuelvan islas de calor con temperaturas dañinas, tener más plantas en las ciudades es una estrategia ganadora para aliviar esas olas, ¿no?

Y, sin embargo, ninguna ciudad en Europa está haciendo lo necesario que es quitar, al menos, el 20% de la superficie en favor de las plantas. Hay algunas ciudades que están haciendo cosas como Barcelona o Copenhague, pero no es suficiente.

¿Y esa superficie a que se dedicaría?

A transformarlas en bosque porque, si no, no hay espacio suficiente para los árboles necesarios para mitigar la temperatura en las ciudades. Y no solo se trata del calor. Esas plantas también se van a quedar con el exceso de CO₂, ya que el 80% de este gas se produce en las ciudades. Si fuéramos capaces de crear ese gran bosque europeo que absorbiera gran parte del CO₂, supondría una gran ayuda en la lucha climática a una escala planetaria.

Otro de los impactos del cambio climático que en países como España, Italia o Grecia ya estamos padeciendo es la multiplicación y empeoramiento de las sequías y las plantas también pueden echar una mano en esto.

Desde luego. Podemos decir que los bosques generan agua para nosotros. Y esta es una cuestión interesante porque una de las críticas que suelo escuchar cuando hablo de plantar billones de árboles en Europa es que no hay agua suficiente. Y es absolutamente al contrario.

¿Cómo al contrario? ¿No necesitan agua?

Quiero decir que, cuando plantas un gran número de árboles nuevos y les provees de agua durante los primeros tres años de su vida para que crezcan –tres años–, luego ya se convierten en autónomos. Continúan su vida. Son capaces de crear su clima. Eso es lo increíble de los árboles: crean sus propias nubes.

Los bosques son capaces de crear su clima. Eso es lo increíble de los árboles: crean sus propias nubes

Hace unos años hicimos unos estudios muy serios para Arabia Saudí en los que se mostraba que, en lugar de gastar esa cantidad ingente de dinero en proyectos estúpidos como una ciudad alargada en el desierto, deberían reforestar la península arábiga porque, por mucho menos, cambiarían el futuro no solo de su país, sino del mundo. Con la cantidad adecuada de agua, y ellos no tienen problemas para conseguir el agua que necesitan con desalinizadoras, podrían reforestar el país y transformar su clima hasta convertirse en un paraíso tropical. Y absorberían tal cantidad de CO₂ que cambiarían el futuro del planeta.

¿Cuánto depende el futuro de la humanidad de las plantas?

El 100% del futuro de nuestra especie depende de los bosques. Ellas no están en peligro en el sentido de que han vivido 500 millones de años. Los que estamos en peligro, como especie, somos nosotros. La humanidad tiene 300.000 años, pero la invasión a base de la agricultura comenzó hace unos 12.000 años. En solo ese tiempo hemos talado la mitad de los árboles que había. Y en los dos últimos siglos 20.000 millones de árboles. Es una locura. Y si seguimos a este ritmo haremos del planeta una isla de Pascua donde, al acabar con los árboles, se quedaron sin recursos.

¿Qué podemos aprender los humanos de las plantas en cuanto a adaptarnos al cambio climático?

Un montón. Nosotros creemos que somos la única especie inteligente del planeta, pero si la inteligencia consiste en resolver problemas, los humanos no los resolvemos, en realidad lo que hacemos es escapar del problema. Nos alejamos de los problemas, pero estos permanecen. Las plantas no pueden hacer eso. Es imposible así que necesitan resolver verdaderamente las situaciones porque no pueden escapar.

¿Puede ejemplificar?

Las plantas son tan diferentes a nosotros que nos cuesta comprender cómo funcionan, pero hay unos cuantos principios importantes. Uno de ellos es su concepto de comunidad. Las plantas viven en comunidad, no son un individuo único. Cuando entras en un bosque no estás caminando entre un grupo de árboles diferenciados, estás ante un único superorganismo. Cada árbol está relacionado con el otro. Están conectados por redes subterráneas. Y mediante esas redes se comunican y por ellas viajan desde el agua hasta los nutrientes. Todo.

Suena a una especie de altruismo vegetal.

La comunidad de los árboles cuida a cada individuo y sus necesidades sin pedir nada a cambio. Y no lo hacen porque tengan una moral, o sean buenos o por ética. Lo hacen porque es la manera más eficiente de sobrevivir como especie. Así que, lo primero que deberíamos aprender de las plantas es a crear una comunidad sólida.

Así que una de las lecciones sería: estad juntos en lugar de ser salvajemente individuales.

La modernidad trata sobre todo de la individualidad. Sobre personas en singular. Y, con el paso del tiempo, estamos perdiendo una de las cosas más importantes para la supervivencia de la especie que es que la comunidad es lo crucial, no un individuo u otro. Durante mucho tiempo los humanos hemos actuado teniendo en la cabeza el futuro de la humanidad, pero en las últimas décadas eso ha cambiado y los grupos ya no son lo importante. Eso es un gran problema.

Mientras tanto, en la naturaleza prolifera lo contrario.

No hay especies en las que los individuos se imponen a la especie. Por ejemplo, ahora si le proponemos un problema a una inteligencia artificial creada por humanos –con su manera de pensar–, nos devolverá una solución pensada para un individuo y esto es un error. Si buscas una solución para uno solo o buscas una para toda la especie, las respuestas van a ser completamente diferentes. Al apostar por solventar los problemas de un solo individuo ponemos en peligro al colectivo. Y es lo que vemos que está ocurriendo constantemente.

¿Por qué tengo la impresión de que, al final, a la población no le importa demasiado lo que ocurra con las plantas?

No es que no les importe es que no las ven. Se llama ceguera de las plantas y ha sido ya descrito como un fenómeno que nos hace incapaces de comprender cuántas son y lo importantes que resultan para los humanos. Y es un problema porque desemboca en que no sepamos que dependemos de las plantas. No es una exageración: literalmente dependemos de las plantas. Para todo lo que comemos. Para el oxígeno que respiramos. Pero no podemos verlas. Nuestro cerebro no está preparado para captar todo ese verde como un organismo vivo así que lo confundimos con el fondo.


El neurobiólogo Stefano Mancuso explica que la plantas son seres inteligentes y sensibles.

¿Si solo pudiera salvar un ecosistema forestal cuál sería?

Es un dilema imposible. Desde luego sería un bosque primario, es decir, bosque como siempre ha sido, sin intervención humana. Hace 200 años Europa estaba cubierta de bosques templados primarios, pero ahora no queda ni un metro cuadrado. Así que probablemente elegiría la Amazonía por su gran tamaño.

Las plantas nos mandarían un mensaje muy largo y lo primero sería que dejemos de destruir nuestro medio ambiente del que dependemos. Nos dirían: «Dejad de ser estúpidos

Usted ha demostrado la sensibilidad e inteligencia vegetales, ¿puede explicarlo con palabras sencillas?

Pensamos que la inteligencia es la consecuencia de tener cerebro, pero ¿cuánta vida en el planeta tiene cerebro? Si asumimos que todos los animales, eso supondría el 0,3% de la vida. O dicho de otra manera, que el 99,7% de la vida en el planeta es estúpida. Que es una máquina orgánica. Eso es algo imposible para mí. No se puede creer. No existe ni una especie que no se enfrente a problemas que debe solventar. Comer, comunicarse, reproducirse… y es imposible resolver esto sin inteligencia. La nuestra es diferente, obvio, pero no por eso es mejor. Probablemente, no sea la mejor.

Si las plantas pudieran enviarnos un mensaje ¿cuál sería?

Dejad de ser tan estúpidos.

Así de simple…

Seguramente, sería un mensaje muy largo y lo primero que dirían es que dejemos de destruir nuestro medio ambiente del que dependemos. Esa es una singularidad de nuestra especie porque no hay otra, ni planta ni animal, que se dedique a destruir el entorno que necesitan para vivir.

Porque suena a suicidio.

Lo es. Pero es lo que estamos haciendo. Si nos miráramos desde fuera, como si fuéramos un biólogo extraterrestre, diríamos: “Mirad qué estúpidos son. Se consideran la única vida inteligente en el planeta y son los únicos que no comprenden cómo funciona la vida”.

Con todo, ¿es usted optimista o pesimista?

Soy optimista en el sentido de que no creo que nuestro cerebro suponga una desventaja sino una gran ventaja, pero somos aún una especie tan joven que utilizamos esta potente herramienta de la peor manera posible. Somos como un niño pequeño al que le das un martillo, que es una herramienta muy útil, y la utiliza para destrozar la habitación. Eso es lo que somos: una especie tan joven que está destrozando su casa con su herramienta que es el cerebro. Pero soy optimista y creo que nos convertiremos en adultos para utilizarla bien. Espero que en un periodo corto, antes de que sea demasiado tarde.