Ventanas antiguas o deterioradas: así puedes evitar que se escape el calor
Las ventanas representan un tercio de las fugas de calor en invierno, y asegurarse de que cierran bien puede ahorrarnos mucho dinero en la factura de gas o electricidad
¿A qué temperatura debemos poner la calefacción en casa para mantenerla agradable y consumir menos?
¿Cierran bien tus ventanas? Si no lo hacen, porque son antiguas, o porque los años han deteriorado el sello, tus pérdidas de calor durante el invierno y, por tanto, las facturas de gas o electricidad por la calefacción pueden ser mucho mayores de lo que piensas.
Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), entre un 25% y 30% del calor o frío de un hogar se escapa a través de las ventanas, lo que las convierte en uno de los puntos más débiles de la envolvente térmica de una vivienda. Esta pérdida se debe principalmente a la baja estanqueidad y aislamiento de carpinterías y acristalamientos antiguos, como las ventanas con marco de hierro o aluminio, con vidrio de una sola hoja, que permiten fugas constantes de energía térmica. Como resultado, los sistemas de calefacción se ven forzados a trabajar más tiempo para mantener una temperatura confortable en casa, lo que incrementa directamente la factura a final de mes.
Este exceso de consumo tiene cada vez más importancia con la inestabilidad y subidas por sorpresa de los precios de la energía. Los datos del Panel de Hogares de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) correspondientes al segundo trimestre de 2024 reflejan que el consumo eléctrico en los hogares españoles aumentó un 5,1% interanual, mientras que el gasto asociado creció un 10,5%, es decir, más del doble que el consumo. Aunque este dato corresponde a todo el consumo eléctrico, hay que tener en cuenta que la calefacción representa hasta el 48%, según el informe del IDAE.
Cómo saber si nuestras ventanas tienen fugas
La gran diferencia entre las ventanas más y menos eficientes para conservar el calor en casa está en los materiales y la fabricación. Las ventanas más eficientes combinan múltiples tecnologías: el triple acristalamiento crea dos cámaras de aire que frenan la transferencia de calor, y los vidrios bajo emisivos (Low-E), que tienen un revestimiento microscópico que refleja el calor hacia el interior de la vivienda en invierno. En los marcos, la rotura de puente térmico (RPT), una barrera aislante que se incorpora en el interior del perfil de la ventana de aluminio o PVC, evita que el marco se convierta en un punto frío por donde se escape la energía.
Por el contrario, las ventanas ineficientes, como las de aluminio sin rotura de puente térmico y vidrio simple, actúan como un colador energético porque el metal conduce el calor fácilmente y el vidrio único ofrece un aislamiento mínimo, por no mencionar ventanas más antiguas de hierro. En el caso de las ventanas de madera, el material ofrece más aislamiento que el metal, pero las fugas se producen generalmente por las juntas.
Una forma práctica de detectar estas fugas es el tacto. En un día frío y con calefacción encendida, pasamos la mano alrededor del perímetro de la ventana. Si se nota un flujo de aire frío, especialmente en la unión entre el marco y la pared o donde se juntan las hojas, existe una fuga de aire. Igualmente, conviene revisar visualmente si las juntas de goma están secas, agrietadas o deterioradas, ya que esto afecta al sellado.
Otra señal inequívoca de fugas es la presencia de condensación o incluso hielo en el interior del vidrio durante el invierno. Esto indica que el vidrio tiene una temperatura superficial muy baja y el calor interior está escapando a través de él. Si al amanecer encontramos vaho o humedad acumulada en los cristales, es un síntoma de que la ventana es un punto frío por el que se está perdiendo energía.
Cómo evitar las pérdidas de energía por las ventanas
La solución más inmediata es cambiar las ventanas antiguas por unas más eficientes, pero bien sea por coste, o por vivir de alquiler, no siempre está a nuestro alcance. Si podemos hacer el cambio, las ventanas más eficientes son las que incorporan marcos de PVC o aluminio con rotura de puente térmico, combinados con doble o triple acristalamiento bajo emisivo y cámara de aire rellena de gas argón. Esta configuración reduce la transmitancia térmica a niveles mínimos.
Si el remplazo está fuera de nuestro alcance, existen soluciones intermedias para mejorar el rendimiento de las ventanas existentes. Por ejemplo, si los marcos están en buen estado y son algo aislantes (como ocurre con los marcos de madera que ajustan bien), pero tienen acristalamiento simple, la sustitución del vidrio por uno doble es menos costosa y ofrece una mejora muy notable.
En cualquier caso, es muy importante sellar todas las juntas entre el marco y la pared con espuma de poliuretano, que se puede adquirir en un espray que aplicaremos allí donde haya una grieta. Para las juntas entre las hojas de las ventanas y el marco, una buena solución es colocar burletes adhesivos de espuma o silicona en los perímetros para eliminar las filtraciones de aire.
Más allá de arreglar las ventanas ineficientes, se pueden tomar medidas complementarias que minimizan las pérdidas energéticas. Una solución eficaz es instalar persianas o cortinas gruesas que si se cierran durante la noche crean una cámara de aire adicional que aporta aislamiento, mientras que al mantenerlas abiertas durante las horas de sol en invierno permiten aprovechar la ganancia solar pasiva, es decir el “efecto invernadero” dentro de la casa.
Si las ventanas tienen muchos años, hay que revisar periódicamente el estado de las juntas de goma y los herrajes de cierre. Sin necesidad de cambiar la ventana entera, estas pequeñas reparaciones pueden suponer un ahorro adicional a lo largo del tiempo.