Los juicios de Núremberg, en abierto: un minucioso proyecto digitaliza el primer intento de condenar a los nazis

Los juicios de Núremberg, en abierto: un minucioso proyecto digitaliza el primer intento de condenar a los nazis

En su 80 aniversario, la Facultad de Derecho de Harvard recoge cada documento oficial del juicio, que se puede consultar en abierto

Una colección completamente digitalizada de los registros de los juicios de Núremberg ha sido lanzada online para conmemorar el 80 aniversario del esfuerzo legal pionero dedicado a llevar a los líderes nazis ante la justicia.

Por primera vez, desde este jueves cada documento oficial del juicio, conservado en la biblioteca de la Facultad de Derecho de Harvard, está disponible para todos los investigadores —tanto aficionados como profesionales—, tras un proyecto de 25 años llevado a cabo por un equipo de 30 historiadores, curadores de metadatos y bibliotecarios.

El proceso comenzó en 1998 con la retirada de grapas y clips de los delicados documentos para poder escanearlos. Paul Deschner, que dirigió el proyecto de los juicios de Núremberg en Harvard, afirma que, desde el principio, el objetivo había sido digitalizar todo lo relacionado con los procedimientos judiciales en la colección de la biblioteca, que hasta entonces se había conservado en cajas y rara vez se había consultado. El objetivo era doble: “Preservar estos documentos, que empezaban a desintegrarse literalmente en cuanto se tocaban porque estaban… en papel de la década de 1940 mimeografiado a base de ácido, y simplemente no podían soportar la manipulación; y hacerlos accesibles en los albores de la era de Internet”.


Foto de archivo, del 20 de noviembre de 1945, en el primer día de los juicios de Núremberg.

La colección de la biblioteca contiene más de 750.000 páginas de transcripciones, informes y pruebas presentadas en un total de 13 casos que, entre 1945 y 1949, se llevaron a cabo contra líderes militares y políticos nazis considerados responsables de crímenes de lesa humanidad —en particular, el Holocausto— y que revolucionaron el derecho internacional de los derechos humanos. En el primer y principal proceso, fueron juzgados 19 de los nazis más influyentes, incluidos Hermann Göring, Rudolf Hess y Albert Speer. En 12 juicios posteriores, casi 200 fueron llevados ante el tribunal. En total, solo tres fueron declarados no culpables. Doce recibieron penas de muerte y, otros, cadenas perpetuas o sentencias más cortas.

Entre el material se incluyen transcripciones que detallan palabra por palabra toda la actividad de a sala a lo largo de cada uno de los juicios, así como documentos de origen consultados por los abogados y pruebas presentadas tanto por la fiscalía como por la defensa.

Tiene una enorme utilidad para las personas que tengan ojos para ver, oídos para oír… en el contexto de cualquier época, incluida la nuestra

Paul Deschner
Director del proyecto

Deschner dijo que los usuarios comunes ahora podrían descubrir, de diversas maneras —como utilizando la transcripción como una hoja de ruta para adentrarse en la colección o mediante palabras clave—, una cantidad mucho más amplia de información que la disponible anteriormente. Los documentos —en algunos el horror es explícito, mientras que en otros se transmite de forma más eufemística en lenguaje burocrático— ofrecen un relato detallado de cómo los nazis primero concibieron sus planes para el Holocausto y luego los desarrollaron. “Ofrecen una imagen clara de cómo cosas comparativamente inofensivas podían parecer en los primeros años 30 en comparación con solo unos pocos años después”, asegura Deschner.

“Tiene una enorme utilidad para las personas que tengan ojos para ver, oídos para oír… en el contexto de cualquier época, incluida la nuestra, podría ayudar a que la gente esté atenta a las dinámicas que se presentan en estos archivos”.

En el primer y principal proceso, fueron juzgados 19 de los nazis más influyentes, incluido Hermann Göring. Hasta ahora, las consultas han llegado de todo tipo de personas, desde historiadores y productores de cine hasta quienes buscan información sobre familiares que participaron en el juicio, ya sea como testigos, como parte de los equipos jurídicos o como acusados.


A la izquierda, Hermann Göhring, Rudolf Hess y Karl Doenitz (detrás). A la de la derecha a Albert Speer durante los juicios de Núremberg.

En un momento en que la libertad de cátedra generalmente se considera amenazada y, especialmente en Estados Unidos, las universidades están siendo cuestionadas por su papel tradicional como lugares dedicados a fomentar la verdad, el proyecto adquiría aún más importancia, señala Deschner.

“Por supuesto, si eres un negacionista empedernido del Holocausto, el cielo es el límite en cuanto a las cosas que puedes inventar para argumentar que no ocurrió. Como el acceso que la gente tiene al mundo está tan influido por lo que es accesible digitalmente, y dado que estamos viendo cómo se socava lo que antes podía pasar por auténtico, es absolutamente esencial que ofrezcamos al usuario evidencias que confirmen la autenticidad de lo que están viendo”.

Deschner cita el amplio rastro documental detrás de cada prueba del juicio: “Hay un documento gubernamental, del cual se produce una fotocopia, que se transcribe al alemán; de esa transcripción, se hace una versión mecanografiada, que se traduce al inglés, de la cual existe un resumen de una página”.

En cuanto a la actividad del tribunal, el aspecto lingüístico ofrecía un campo de estudio completamente inexplorado, según Deschner. “Tuvimos la primera introducción extensa de traductores simultáneos para poder manejar los cuatro idiomas que se estaban utilizando; luego estaba la taquígrafa registrando palabra por palabra lo que oía a través de sus auriculares del traductor, y después alguien lo mecanografiaba. Había múltiples capas de interpretación en marcha y creo que se ha investigado muy poco sobre ello”.

Amanda Watson, del departamento de biblioteca y servicios de información de la Facultad de Derecho de Harvard, afirmó que la simple preservación robusta de los documentos como sustitutos digitales no bastaba: el conocimiento debía compartirse. “Esta colección constituye una respuesta a una de las preguntas más críticas de la historia”, dijo en un comunicado. “¿Cómo puede el derecho responder a momentos de crisis internacional? Hoy garantizamos que esa respuesta no quede encerrada, sino disponible para todos. Cuando hacemos visible la justicia, la hacemos posible”.